El country en España ha sido visto como una forma musical más, incluso su enorme influencia en éxitos de grupos españoles no ha sido visto. En realidad una parte sustancial de América tiene en el country en sus diversas formas y evoluciones un elemento impagable para comprenderlo. Ciertamente hoy el movimiento no tiene nada que ver con el que representan sus referentes, y probablemente los que hoy llamamos americana o más amplio el alt-country no tengan musicalmente mucho comparable, máxime en un momento en el que la salida del covid y la explosión se los Festivales (mal para la música que se da en todo el mundo) han motivado un año de lanzamientos impresionante. Sin duda los genios de hoy tienen otro concepto del mundo y de América, la muy preocupante polarización del país ha hecho mucha mella en su música y es más que evidente que temas transversales como los derechos LGTBI, las armas, el racismo, el aborto… también son objeto de enfrentamiento. De momento, y contradiciendo a Beatriz Navarro, el papel que le atribuye a Dolly Parton en aceptación de todas las américas correspondería a Taylor Swift. Pero en fin, esa es otra historia.
Personajes de la magnitud de Jonny Cash o Dolly Parton son desconocidos o no pasan del estereotipo, pero en realidad van mucho más allá y el que lleguen a nuestro país en forma de dos publicaciones que tienen pocos días en las librerías como Ciudadano Cash, compromiso político y social de Michel Stewart Foley (Ed, Liburuak) y Dolly Parton. Un retrato americano (Ed. RBA) de Beatriz Navarro es una buena noticia.
Johnny
Cash en el plano ideológico es inabarcable; de extracción muy humilde, criado
en los programas de F.D. Roosevelt en su New Deal para socorrer a los
desamparados de la Depresión, aúna el compromiso por los más débiles con un
sentimiento profundamente religioso y popular. Obviamente su actividad
artística como estrella y su vida repleta de adicciones tendrán también su
importancia. Por su música sabemos más de ambas identidades, pero depende del
momento unas se superponen a las otras. En Cash hay una permanente llamada a lo
terrenal pero siempre vinculado a lo divino. Se trataba de empatizar con el
mundo en el que vivió al mismo tiempo de dar testimonio de dios. Sus imágenes,
por ejemplo en alguna letra como Man in White refiriéndose a la púa que
se utiliza para que avance el ganado “duro empeño para ti es dar coces contra
aguijón” implica saltarse la doctrina oficial y no someterse a ella, reconoce
ahí el sacrifico de la construcción de la comunidad fraternal, pero dentro del
mensaje de dios. Así a lo largo de su carrera insiste en las desdichas de los
pobres, de los presos, de los reclutas, de los indios… aunque sin una ideología
concreta, de forma muy amplia y ambigua. En buena parte de su obra se
reivindica una figura típica del populismo americano por encima de cualquier
ideología determinada: el pionero. Aquel hombre intrépido que con la ayuda de
dios colonizó EEUU claramente diferenciado a las élites que lo hicieron
políticamente. Es esa mitad terrenal, real y la otra espiritual y religiosa, no
siempre acompasada y muchas veces adaptada a su público es lo que explicaría el
pensamiento de Johnny Cash.
En
esta edición preciosa de Libruruak (ya nos “regaló” hace poco las
imprescindibles memorias de Lucinda Williams, No compartas con nadie los
secretos que te conté.) dos testimonios introductorios para definir al
genio:
“Todo
es político. Simplemente, suena peor si lo llamas político. Pero, de lo que
estamos hablando es de la vida, la muerte, y de las cosas que importan”. Kris
Kristofferson.
“Se
sentía muy próximo a los oprimidos y marginados. Siempre fue muy empático con
el sufrimiento de los demás, y sus opiniones políticas se basaban en esa
empatía”. Rosanne Cash.
Un
buen ejemplo de Michel Stewart Foley en el libro: “Desde aquella primera
presentación en 1969 de The Big Battle en los primeros programas de The
Johnny Cash Show hasta el monólogo del Día del Veterano sobre las armas de
guerra, se movió en un ambivalente patriotismo que se oponía a la guerra al
mismo tiempo que homenajeaba a los soldados.”
Ha sido toda una casualidad que entre las lecturas de estos días, estaba con el recientísimo Viaje al centro de los manicomios de Fernando Gómez (Ed. Luciérnaga), más que recomendable recorrido por la historia de la locura a través de diversos psiquiátricos históricos, recomendara en el capítulo dedicado a los abandonos en estos centros la maravillosa Daddy Come and Get Me de Dolly Parton justamente donde cuenta una historia al respecto.
Beatriz
Navarro, corresponsal de La Vanguardia en Bruselas, antes en
Washington, impactada por figura de la estrella realiza una biografía desde la admiración
en Dolly Parton. Un retrato americano. Parte de la asombrosa evolución
de una mujer nacida en una cabaña sin agua ni electricidad en la más completa
pobreza hasta convertirse en una super empresaria que supera con mucho su
faceta de artista que lo mismo realiza una función solidaria impresionante que
cofinancia la vacuna de Moderna contra la Covid. En realidad tengo mis dudas
del nivel de comprensión que ha logrado Beatriz Navarro de la artista,
simplifica vinculándola al Partido Republicano en el pasado (olvida que el
mundo del country y sus instituciones no siempre definen a sus miembros) y
abusa de su imagen como si esta hubiera sido uniforme a lo largo de su carrera
en cuanto al estereotipo. Este aspecto lo comento más adelante. Y aunque no se
quede en el tópico, la autora tiene una visión del country, del mundo que lo
rodea y de sus artistas más propia de Washington que de cualquier territorio
donde este sea predominante. (Me acaba de impactar ver hoy en La Vanguardia una
entrevista en la que acepta la comparación en el efecto sociológico de ella en
EEUU con Lola Flores en su tiempo en España). Y es que es ahí, en ese espacio,
donde hay que buscar el pensamiento y el contexto de la autora de Jolene,
porque es donde se hace más descomunal su personalidad de un aplastante
feminismo y valiente en cuestiones muy polémicas en su entorno. La lucha en
favor de colectivos LGTBI sí le ha generado problemas importantes con grupos de
extrema derecha y sería muy matizable que Dolly Parton sea comprendida por
determinantes sectores de EEUU; por ejemplo, en el lado ¿contrario?, Bob Dylan
se negó no hace tanto a toda colaboración con ella, a nivel europeo lo ha hecho
Mick Jagger no participando en el esperadísimo Rockstar de versiones y
colaboraciones con clásicos del rock que aparecerá en noviembre. Ya pueden
disfrutar de versiones muy sugerentes como Let it Be con Paul McCartney
y Ringo Starr.
Volviendo
a la política, Parton siempre la ha evitado hasta donde ha sido posible, en su
caso y el uso que se ha hecho de la música popular americana en todos sus
estilos era difícil, pero los plantones que le ha dado a Donald Trump y su
intento por no hacer política -pero haciéndola y justamente no la línea
Republicana es un hecho-. La propia Beatriz Navarro lo recoge cuando Trump,
viéndola como uno de los pocos iconos compartidos por las “dos américas”, le ofreció
la medalla presidencial de la libertad a la cantante en dos ocasiones. En
ambas, esta la rechazó. “Ahora tengo la sensación de que, si la acepto, estaría
metiéndome en política. No estoy segura. Pero yo no trabajo por los premios.
Estaría bien, pero no estoy segura de que lo merezca, aunque es un halago que
haya gente que piense que sí”.
Dolly
Parton, Un retrato americano de Beatriz Navarro es una biografía
puramente periodística, ideal para un público que quiera saber quien es Dolly
Parton, lo cual es mucho porque se trata de un personaje que como aquí queda
retratado “ Antes la adoraban en el llamado Sur Profundo de EEUU, en especial
la clase obrera, los rednecks y las mujeres que bien podrían ser las
protagonistas de sus canciones sobre dramas como embarazos no deseados, alcoholismo
o infidelidades, y a las que sutilmente animaba a tomar las riendas de su vida.
Ahora la idolatran también los progres de clase media alta, las jóvenes urbanas
y los millennials en particular, que la reivindican como referente feminista
(…) La aman desde siempre los gais, mientras que la derecha religiosa la ve
como uno de los suyos, como una persona espiritual y creyente. Todos saben que
hay muchas Dollys, que representa diferentes cosas para diferentes personas,
pero todas se perciben como auténticas.”
Ciertamente
el fenómeno Dolly superan con mucho lo artístico, (medio centenar de disco,
series, películas, libros…) pasa por lo empresarial -incluido crear todo un
negocio como el parque temático de atracciones Dollywood para sus paisanos de
una de las zonas más pobres de los Apalaches (Tennessee)- por una labor
filantrópica impresionante y una muestra de humanidad, talento, laboriosidad y
honestidad que la hacen un absoluto referente que va mucho más allá de la
música country.
El
libro incluye cronología, bibliografía, discografía… aunque carece del mínimo
soporte fotográfico imprescindible para comprender buena parte del fenómeno que
ha utilizado -en el mejor de los sentidos- su imagen como forma de transmitir
sus momentos personales y artísticos, incluso sociales.
En el índice de El Polemista encontrarán numerosas reseñas y artículos, incluidos música y cultura americana http://elpolemista.blogspot.com/2022/12/indice-de-el-polemista-hasta-2023.html
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