No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 16 de noviembre de 2018

El preso 198, un perfil de Daniel Ortega de Fabián Medina Sánchez, y, desmontando al tirano




Escribo estas líneas cuando Costa Rica intenta por todos los medios frenar la oleada de 400.000 nicaragüenses buscando refugio tras la brutal represión que el dictador Daniel Ortega ha ejercido en los últimos meses, solo entre el 19 y el 21 de abril de 2018 con la muerte de 450 manifestantes y más de 2.500 heridos. Se suma que este fin de semana se celebra la Cumbre Iberoamericana en Guatemala y si bien Ortega había anunciado su presencia, de momento la ha retrasado y no es segura su presencia; en ella será un completo paria entre los líderes latinoamericanos solo apoyado por el bloque bolivariano ahora en considerable minoría.
El preso 198 (Ed. La Prensa), solo editado de momento en Nicaragua con ataques a las librerías que se atreven a venderlo, es una investigación periodística de 5 años en el que su autor hace toda una radiografía del que para bien o para mal es uno de los personajes más importantes de la historia de Nicaragua.
Daniel Ortega ha sido muchas cosas: Boy Scout, monaguillo a punto de sacerdote, activista violento, revolucionario, asesino, exiliado, preso, guerrillero, caudillo, cuatro veces presidente del gobierno, corrupto… antes de ser el dictador que es hoy.
La cárcel como elemento esencial, “Ortega arrastra con él la cárcel. En toda su vida. Su primera escolta personal incorporó al menos a tres de sus antiguos carceleros. Su seudónimo más usado, “Enrique”, es el nombre de uno de sus guardias con quien hizo amistad en la prisión.
Construyó en su casa y en sus oficinas recreaciones de celdas para aislarse. Sus amigos más cercanos son aquellos con quienes compartió prisión, e hizo de sus hábitos de prisionero su sello personal de gobierno y la forma para interrelacionarse con los demás.” Así entenderán el título y la cubierta (portada) del libro.
Fue Rosario Murillo, esposa de Ortega desde 2005 y vicepresidenta de Nicaragua desde 2017, la que aportó al dictador lo que le faltaba. La compenetración es absoluta.
Los últimos 30 años de Daniel Ortega incluyen la derrota electoral de 1990 que vivió como una traición del pueblo que no pudo comprender. Cuatro años después el infarto, un duro golpe  para alguien que disfrutaba entonces de su comida favorita, el cerdo, los dulces y el helado que gustaba mezclar con Coca Cola, normalmente comía de pie. Añado estos detalles para que el lector se dé cuenta de lo detallado del perfil que es este El preso 198.
“El infarto que sufre en 1994 modifica todos sus hábitos de vida. Ya no puede seguir comiendo como antes ni haciendo ejercicio como lo hacía. El temor a la muerte empieza a apoderarse de él. Fue un ataque pasivo. Visitaba Cuba para un chequeo médico de rutina y es ahí donde le advierten que ha sufrido un infarto. Murillo no lo acompaña porque tiene pánico a los hospitales.”
En 1998 la denuncia por abusos sexuales de Zoilamérica Narváez Murillo, hija de Murillo e hija adoptiva de Ortega (luego exiliada en Costa Rica) estuvo a punto de destruirlo políticamente, fue el apoyo de la madre de la denunciante lo que le salvó.
Esta fue parte de la denuncia que también aporta el libro:
“Daniel Ortega Saavedra me violó en el año de 1982. No recuerdo con exactitud el día, pero sí los hechos. Fue en mi cuarto, tirada en la alfombra por él mismo, donde no solamente me manoseó sino que con agresividad y bruscos movimientos me dañó, sentí mucho dolor y un frío intenso. Lloré y sentí nauseas. Todo aquel acto fue forzado, yo no lo deseé nunca, no fue de mi agrado ni consentimiento (…) Él eyaculó sobre mi cuerpo para no correr riesgos de embarazos, y así continuó haciéndolo durante repetidas veces; mi boca, mis piernas y pechos fueron zonas donde más acostumbró a echar su semen, pese a mi asco y repugnancia.”
En 2001 el Juzgado Primero del Crimen de Managua, a cargo de la ex guerrillera Juana Méndez, de probada lealtad al FSLN, sobreseyó el caso; en su día la juez Méndez en las fiestas sandinistas lucía orgullosa camisetas con la cara de Ortega.
Será la recientísima rebelión de 2018 donde todo el entramado del poder se viene abajo y los nicaragüenses se echan a las calles. Por primera vez Murillo y Ortega pierden el control y solo salvan de momento el gobierno con una brutal represión. Y todo comenzó con una protesta pacífica contra la reforma de la Seguridad Social.
Hasta antes del 18 de abril de 2018 había funcionado más o menos bien, las encuestas le daban entre el 60% y el 70% de simpatía de la población, estableció de facto una especie de apartheid, para los ciudadanos afines todo tipo de ventajas sociales, judiciales… e impuso el discurso de Nicaragua como país más seguro de Centroamérica con mayor crecimiento. Fabián Medina Sánchez lo sintetiza en una frase: “denme sus libertades y les daré paz y prosperidad”.
Y en el epílogo el autor sentencia:
“El orteguismo solo es el somocismo con otro nombre, igual que el somocismo solo fue otra versión del zelayismo. Nicaragua no cambiará solo porque se vaya Daniel Ortega del poder. Cambiará cuando existan leyes e instituciones fuertes y, en consecuencia, deje de haber hombres fuertes.
Con la revolución sandinista en general, y con Daniel Ortega en particular, se perdió una oportunidad histórica para ese cambio.

Será decisivo este El preso 198, un perfil de Daniel Ortega de Fabián Medina Sánchez en los análisis futuros sobre la figura de Daniel Ortega, se trata de un retrato periodístico de extraordinario valor, y estoy seguro que el desenlace pronto de su dictadura lo hará aún más valioso.
Según el Banco Mundial, debido a la crisis política que sufre Nicaragua, el PIB del país se contraerá 4% este año y 1% en 2019, será la única economía que decrecerá en Centroamérica pues debido a la crisis política y social en la que se encuentra el país desde el pasado mes de abril, para 2018 se espera que el Producto Interno Bruto (PIB) disminuya 3,8% respecto a 2017.

La edición es humilde aunque de buen formato para este tipo de libro, además cuenta con numerosas fotografías, se hubiera agradecido el índice onomástico.