No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

miércoles, 28 de marzo de 2012

Europa al borde del abismo de Economistas Aterrados, Más allá del Crash de Santiago Niño-Becerra, y la crisis insondable.

Dos panfletos, y no serán los últimos, pero hay que reconocer que el género da unas inmejorables condiciones para vivir desde su interior las diversas reacciones que genera una crisis que aunque como todas, no lo es, parece interminable.

Los Economistas Aterrados vuelven. Ya comenté en El Polemista en su día su Manifiesto (http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/manifiesto-de-economistas-aterrados.html) igualmente editado en Pasos Perdidos-Barataria como este Europa al borde del abismo. Se trata en este caso de cuatro artículos agrupados en este librito introducido por Thomas Coutrot que ya anuncia el tono general para el conjunto:
“Los mercados financieros no son ni eficientes ni racionales y, por consiguiente, es una aberración confiarles la tutela de las políticas económicas de los Estados.” Más claro agua, pero no solo de entelequias vive este libro, Coutrot también propone además de liberar a los Estados de los mercados financieros, la recompra de su deuda soberana por el BCE cuando sea necesaria y trasladar el coste de la recesión a bancos y ricos desarmando la especulación que sigue cebándose con varios países europeos además de instaurar un espíritu cooperativo en Europa capaz de presionar a las políticas neoliberales lideradas por Alemania.
Más de la mitad de este libro está ocupado por el ensayo de Henri Sterdyniak, Crisis de la zona euro: es urgente cambiar Europa. Antes de la crisis el autor apunta a las disparidades entre dos grupos de países con estrategias macroeconómicas insostenibles. El primero de ellos, el Norte, (Alemania, Austria, Países Bajos y Finlandia) a través del neomercantilismo contenían salarios y gastos sociales a fin de acumular superávit. La debilidad consiguiente en la demanda interior de estos países como sus incrementos de competitividad han pesado sobre el crecimiento del conjunto de sus socios europeos.
El segundo, los periféricos, (España, Grecia, Irlanda –no cita a Portugal-) que han gozado de gran crecimiento impulsado por los tipos de interés bajos en comparación con sus tasas de crecimiento, burbujas inmobiliarias y dumping fiscal en Irlanda. La consecuencia ha sido la acumulación de déficit exteriores.
Y estos desequilibrios se han mostrado insostenibles con la crisis, entre otras cosas porque lejos de incrementar el gasto público y dado que la UE no ha desarrollado una política de armonización fiscal, la mayoría de los países europeos han bajado impuestos en una estrategia de competencia fiscal. El resultado ha sido el creciente endeudamiento de las Administraciones Públicas con los particulares que contaban con mayores ingresos para financiarlos y que al mismo tiempo se beneficiaban de las políticas antes mencionadas. Es así como las carencias de la construcción europea y su mala concepción inicial han hecho imposible evitar la ola insolidaria que agrava el problema y que se apoya en tres elementos:
La puesta en práctica de planes de austeridad presupuestaria que conllevará una fuerte caída de la actividad y que ponen en cuestión el modelo social europeo además de pasar por alto que la deuda pública es la consecuencia y no la causa de la crisis financiera, la reforma de la gobernanza de la zona euro que pone en cuestión la autonomía de los países miembros y les obliga a un respeto estricto de reglas sin ninguna lógica económica y que en ningún caso sanciona la política de búsqueda desenfrenada de competitividad de los países del norte de Europa, y por último, la instauración de un mecanismo de solidaridad financiera limitada que incrementa el riesgo de control de las cuentas públicas por los mercados financieros en los años venideros.
En fin, Henri Sterdniak, poniendo distancia entre los economistas por él definidos de derecha e izquierda sentencia en nombre de los Economistas Aterrados: “Nosotros, por nuestra parte, consideramos lo contrario, que las deudas públicas deben seguir siendo activos sin riesgo, débilmente remuneradas pero totalmente garantizadas (por la solidaridad europea y, fundamentalmente, por la posibilidad de emisión de moneda por el BCE), de tal forma que la deuda de ningún país de la zona euro tenga que soportar primas de riesgo más elevadas que la de aquellos países que han conservado su soberanía monetaria, como es el caso de Japón, Estados Unidos o el Reino Unido. Esta es la única vía para mantener la autonomía de las políticas presupuestarias.”
Por último el autor apunta a tres escenarios para la salida de la crisis:
-         Según el escenario de la Comisión todos los países siguen desarrollando políticas presupuestarias restrictivas (recortes) para tranquilizar a los mercados. Tan solo serviría para agravar las circunstancias actuales y en caso de lograr la supervivencia de la zona euro se haría a costa de un largo periodo de recesión y de una degradación de la democracia en Europa. No solo sería peligroso para los pueblos del sur, además lo sería para la construcción europea.
-         Suspensión de pagos de los países del sur y salida de estos del euro. Los mercados se verían incitados a especular contra Italia, Bélgica y Francia que habrían sufrido una fuerte pérdida de competitividad. Rompería la zona euro e iniciaría una carrera de competencia salarial, social y fiscal a la que se añadiría la competencia por los tipos de cambio.
-         Y el tercer escenario, el que los Economistas Aterrados preconizan: “Europa no debe dirigirse hacia la austeridad, sino a revalorizar un modelo específico de sociedad que debe evolucionar hacia un crecimiento sostenible.” Para ello, 10 medidas: 1- Garantizar la recompra de deuda pública por el BCE. 2- Los países de la zona euro deberán garantizar la deuda de los demás Estados de la zona. 3- Bajar los tipos de interés exorbitantes de los bonos emitidos por países con dificultades de financiación desde la crisis. 4- Obligar a sus acreedores y accionistas a asumir las pérdidas de los bancos en quiebra y establecer impuestos a la banca. 5- Establecer en Europa un impuesto excepcional sobre las grandes fortunas. 6- Desarrollar un sistema financiero público que pueda financiar las deudas e inversiones públicas a un interés razonable. 7- Regular la actividad de las agencias de calificación financiera para que dejen de influir de manera arbitraria sobre los tipos de interés en los mercados de bonos. 8- Asegurar una verdadera coordinación de las políticas macroeconómicas en Europa. 9- Reconversión ecológica de la economía europea financiada por los superávit de los países del norte y reducción de los déficit del Sur a través de la subida de impuestos y la no disminución del gasto social. 10- Lucha contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales y aumento de la imposición sobre los ingresos financieros.
Economía y política en la reestructuración de la deuda islandesa es el artículo de Benjamin Coriat y Christopher Lantenois. Tras analizar que las analogías que el caso de Islandia tiene con el irlandés porque en ambos casos la prosperidad creció sobre montañas de deuda a las que ninguno de los dos han podido hacer frente. Igualmente ambos han sufrido las políticas del FMI y de la UE que han convertido las deudas privadas en públicas para así obligar “a los países a pagar los platos rotos de los banqueros”. Sin embargo los autores defienden la diferencia islandesa al hacer pagar a los acreedores el riesgo asumido. Este artículo es de una demagogia asombrosa, y lamento decirlo con tanta rotundidad, pero es que los Economistas Aterrados es la segunda vez que defienden un caso tan lamentable e inaceptable como el de un país que ha decidido estafar a sus acreedores después de vivir a un altísimo nivel el conjunto de su ciudadanía y después manifestarse como irresponsables de las decisiones que sus dirigentes -elegidos por ellos- tomaban. El simple hecho de que Islandia se haya puesto como garante de los depósitos que muchos inversores que van desde pensionistas, ahorradores a entidades financieras de toda índole depositaron en sus bancos y que una vez llegado el desastre se haya escondido en las ventajas de su pequeño tamaño y en un tipo de cambio bajo para no cumplir con sus obligaciones es indefendible en cualquier sistema de crédito que necesariamente se basa en la confianza. Lo peor es que estas tesis han calado en determinadas posiciones populistas de izquierda. Imaginemos tan solo por un momento las consecuencias de una solución similar a la islandesa en el interior de la zona euro.
Dominique Plihon y Nathalie Rey firman, España, doce años de ceguera:
“A España le ha salido caro su puesto de mejor alumno de la Europa neoliberal: su Estado del bienestar va a la zaga de la mayoría de los países de la UE. Entre 1995 y 2005, la parte del PIB español correspondiente al gasto social se redujo (pasando del 23,8% al 21,1%) y se alejó del nivel medio de la zona euro (estable en torno al 29%). El retraso de España es considerable en materia de política familiar y equipamiento escolar. En 2006, el 19,9% de la población española subsistía con una renta inferior al umbral de la pobreza (19,6% en Italia, 12,5% en Alemania y 13,2% en Francia).”
Si bien, entre 1997 y 2005 España fue capaz de generar más de un tercio del empleo creado en Europa, el 90% de este se dividía entre los sectores construcción y servicios, y si el crecimiento fue tan rico en términos de empleo fue porque la productividad del trabajo había disminuido más rápidamente que en el resto de Europa. El proceso de privatización de empresas públicas emprendido en 1993 ha acentuado otra característica del desarrollo español caracterizado por grandes empresas que si bien han tenido gran actividad nacional la han gozado aun mayor a nivel internacional. Este éxito esconde la debilidad del tejido industrial español, en 2009 el país alcanza su nivel más bajo de producción industrial desde 1996.
Al pinchazo de la burbuja inmobiliaria creada al calor de los fenómenos anteriores se suma su crisis bancaria muy vinculada a ella, ya que al ser los bancos españoles esencialmente minoristas resistieron bien la crisis de las subprimes pero tenían sus propios activos tóxicos inmobiliarios. En junio de 2011 el 16% de los activos de los bancos españoles eran de esta naturaleza por no contar el 7,3% de activos en deuda europea (casi toda española). Y si bien la tasa de endeudamiento público español está por debajo de la media de la zona euro, su situación financiera, su alto déficit exterior, y sus debilidades estructurales le han convertido en uno de los socios que más desconfianzas genera.
Este libro está escrito antes de la llegada al poder del Partido Popular, así que viendo las críticas a las reformas laborales y financieras por neoliberales que realizó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no quiero imaginarme que pensarán sus autores de las brutales medidas que está adoptando el de Mariano Rajoy y que como él pronosticó ya le ha costado su primera Huelga General a los tres meses de llegar al poder. La conclusión: “Solo una recuperación coordinada a escala de la Unión Europea, que tenga en cuenta la situación específica de cada país, que financie la reindustrialización de los países del sur y les ayude a iniciar el giro ecológico, permitirá a Europa y a España escapar de la espiral deflacionista que les acecha.”
Cierra el panfleto Dominique Plihon preguntándose si ¿Hay que reestructurar las deudas soberanas europeas? Y responde que dado que las políticas que se están siguiendo son manifiestamente insostenibles e injustas la reestructuración de las deudas es inevitable y deseable. En primer lugar por ser ilegítimas al tener su origen en la crisis financiera y por tanto ser responsabilidades de los agentes que en ellas operan. En segundo lugar la experiencia en el tratamiento de la deuda soberana de los países en desarrollo durante los años 80 demuestra que las políticas de austeridad agravan los problemas, y tercero, la recapitalización con fondos públicos y nacionalización de los bancos afectados por la reestructuración y la intervención del BCE evitarían daños mayores en el sistema financiero europeo.
En suma, proponen financiar parte de la deuda pública por el BCE, “desarmar” a los mercados (calmarlos por su propia naturaleza es imposible), y la transformación de la lógica y el marco de las políticas económicas en la UE para sentar las bases de una nueva Europa, ecológica y verdaderamente solidaria.

En fin, este Europa al borde del abismo es todo un ejercicio de voluntarismo donde abundan los prejuicios –especialmente la maldad intrínseca que se le atribuye a toda forma de capitalismo- y cierto aire populista que propone superar la legalidad a favor de una “justicia superior” de carácter social, pero visto el panorama y la absoluta “tiranía” del discurso dominante también resulta refrescante y estimulador saber que frente a la evidente catástrofe a la que nos han llevado determinadas prácticas favorecidas y alentadas por el neoliberalismo imperante hay propuestas que aportan y argumentan vías necesarias y diferentes. Que al menos tengan visibilidad y sean escuchadas.

Ya han pasado algunos meses desde la publicación de Más allá del Crash de Santiago Niño-Becerra, un libro que ha venido a actualizar su anterior y polémico El crash del 2010 igualmente editado en Los libros del lince y que sin duda enriquecerá la ya interesante colección Los panfletos del lince a través de la cual podemos disfrutar de algunos de sus mejores autores anteriormente editados y que también han aparecido en El Polemista.
El libro se divide en una parte dedicada a una batería de preguntas muy concretas donde el autor en un tono completamente didáctico y al alcance de cualquier público desglosa todos los aspectos de la crisis que plantean dudas. La segunda parte del panfleto servirá para que Niño-Becerra nos responda a ¿donde estamos?, ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? y ahora, ¿qué?, la tercer la dedicará a España y por último una muy interesante cronología comentada que hará las delicias de quienes quieran guardar para la historia un documento explicativo de este tiempo que aunque es deseable que pase rápido no debería olvidarse en mucho tiempo.
El autor parte de la premisa de que no estamos ante una recesión, sino ante una crisis sistémica, es decir, el agotamiento del modelo capitalista salido de la II Guerra Mundial basado en consumo a crédito, endeudamiento. Y así se deduce que la culpa de lo que está sucediendo no la tiene “nadie”, simplemente el agotamiento del sistema vigente. Si bien las entidades financieras habrían tenido el papel de “suministrar el combustible a la actividad económica” con una acción de estas “más convencional” la crisis no se hubiera producido pero tampoco se hubiera generado el crecimiento que dio paso a los años de bonanza. Tampoco las agencias internacionales de calificación de riesgos son más responsables que las anteriores, simplemente son parte del sistema. El paro es consecuencia del cambio histórico-tecnológico, y de igual modo, “el boom de estos años detuvo el aumento del paro, pero a costa de endeudamiento.” Y lo peor es que Niño asegura que no volveremos a ver las tasas de empleo anteriores, uno porque la razón del crecimiento económico que se ha producido ha sido el exceso de capacidad productiva que se ha generado, y segundo porque el factor trabajo será cada vez menos necesario en la nueva etapa de ahorro de recursos. Tampoco es viable el reparto del trabajo, al menos en España. Así que ya podemos olvidarnos, advierte el autor, de los niveles de bienestar social disfrutados.
Como casi todos los economistas en estos días Santiago Niño-Becerra sufrirá la velocidad de los acontecimientos, porque atribuye a los rescates financieros de países de la zona euro algunas virtudes como la salvación del sistema bancario europeo que todavía queda por ver, aunque ya advierte que para lo que no servirán es para el crecimiento de los rescatados. Y es que este libro es un auténtico desafío a su tiempo aunque probablemente cuando pueda leerse con perspectiva histórica se podrá valorar su grado de acierto.
Y ojo, le ve algún mejor futuro a Japón por el equipamiento de su economía y su financiación interior, pero con EEUU no lo tiene tan claro y con Europa mucho menos.
También anuncia un nuevo sistema político que superará la democracia actual aunque no dice cual, y después de la crisis su previsión es esta: “Caída en el estándar de vida, exceso demográfico, escasez de recursos, no son elementos propios de un decorado expansivo, sino que definen un universo de estancamiento y empobrecimiento excepto para una exigua minoría de profesionales y técnicos verdaderamente necesarios.”
La lista de propuestas que ofrece el autor es larga aunque muchas de ellas caen en la generalidad más absoluta cuando no en el voluntarismo impracticable (algunas de las medidas hablan de impuestos idénticos a nivel planetario), pero del conjunto se deduce una profundísima revisión del modo de relación económica vigente.
Antes de la utilísima cronología comentada dedica unas páginas a España. Y no se hagan ilusiones, llegados a este punto era previsible que no lo tenemos nada bien:
“España, productivamente, tiene una estructura anticuada y genera un relativamente bajo valor añadido, y depende del exterior para colocar su producción y sus servicios, y del crédito para producir y consumir.”
Para mayor preocupación el autor analiza con escepticismo los compromisos de reducción de déficit a los que llegó el gobierno anterior (-2,1% para 2014), así que es imaginable lo que opina del compromiso actual. Aun así daría igual: “Pero los que consigan los compromisos de cumplimiento de los saldos públicos no ayuda en nada porque, aunque no se gaste, tampoco se ingresará debido a la caída de la actividad, y como las necesidades sociales crecerán, la pobreza irá aumentando y el desempleo creciendo, lo que realimentará el círculo de decrecimiento y postración.”

En definitiva, Más allá del Crash es una visión alternativa y original, muy diferente de las propuestas al uso de economistas conservadores o progresistas, pero en su virtud, que lo hace un libro divertido y sencillo está el abuso de la generalidad, la consideración de la historia como una sucesión lineal y no como un sistema de avance y retroceso mucho más complejo que el que Santiago Niño-Becerra presenta en este texto. De todas formas, si quieren guardar un recuerdo de cómo se respira en estos días, este panfleto es ideal, y además bien editado, Los libros del lince son un referente al respecto.



TEMAS RELACIONADOS TRATADOS EN EL POLEMISTA:


Manifiesto de economistas aterrados (VVAA), Las voces del 15M (VVAA), y el otoño indignado.



Los españoles ante el cambio de José Ignacio Wert, y la transformación de lo mediático en poder.

http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/02/los-espanoles-ante-el-cambio-de-jose.html


El gentil monstruo de Bruselas de Hans Magnus Enzensberger, y la deriva europea.

http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/02/el-gentil-monstruo-de-bruselas-de-hans.html


http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/01/el-declive-de-occidente-en-vanguardia.html


El estado del mundo 2012 (Anuario Akal), y como entender el mundo actual.

http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/01/el-estado-del-mundo-2012-anuario-akal-y.html


La próxima década de George Friedman y el futuro inmediato del mundo.



EN EL POLEMISTA HASTA 2012. (ÍNDICE COMPLETO 2011)






domingo, 25 de marzo de 2012

Corea del Sur. El pequeño gigante, en Vanguardia Dossier (nº43), y el empuje asiático.

El monográfico Vanguardia Dossier dedica su último número a Corea del Sur. Y es de agradecer, porque a veces procesos de gran importancia para el desarrollo de las relaciones internacionales y la economía mundial ocupan menos espacio en los medios del que deberían, y ciertamente, países como Corea merecerían una mayor atención más allá de su permanente conflicto con su vecino del norte.
Scott A. Snyder y Seukhoon Paul Choi se preguntan si estamos ante el nuevo Japón. Partiendo de la premisa de que los coreanos son competidores directos de los japoneses en la fabricación de artículos electrónicos y que el desarrollo común a ambos ha estado presidido por las exportaciones y las mismas políticas y estructuras industriales, la cuestión que se plantea es hasta que punto Corea podrá hacer frente  a la competencia china y poder sustituir así al gigante nipón. Para ello los autores ven ventajas en los coreanos referidas a las políticas seguidas por sus gobernantes frente a las llevadas a cabo por los líderes japoneses: “La fuerte autoridad ejecutiva del gobierno surcoreano refleja las cualidades que han permitido a los presidentes de ese país movilizar las burocracias públicas, en contraste con el sistema burocrático japonés basado en el consenso.” Pero el haber seguido diferentes caminos políticos no garantiza que Corea no acabe sufriendo el estancamiento de sus rivales. No olvidemos que las expectativas en 1991 situaban a Japón como primera potencia económica del planeta en 2010 y que fueron entre otros factores los demográficos, a los que ahora tendrán que hacer frente los coreanos, los que dieron al traste con su crecimiento entonces espectacular. Y un factor aun más determinante será la incertidumbre con respecto a Corea del Norte: “Cualquier inestabilidad o colapso político súbitos en Corea del Norte tendría ramificaciones directas en las prioridades de política económica de Corea del Sur y podría dar lugar a una redirección masiva de fondos públicos (presumiblemente junto con flujos de ayuda internacional) que de modo inevitable trasladarían la atención de Corea del Sur hacia la estabilización interna y la integración política en detrimento de la actual orientación internacional.” Por supuesto el caso contrario, el de una integración del Norte no problemática supondría el incremento en la mitad el tamaño demográfico del Sur, que combinado con las ventajas de trabajo y coste sí podría resultar determinante para el desarrollo final de los coreanos.
En definitiva, sortear los importantes problemas planteados por el auge chino, evitar el estancamiento japonés y desde luego, sortear la inestabilidad potencial de Corea del Norte son las claves que pueden responder a la pregunta inicial.
Muy interesante la reflexión de Sunhyuk Kim sobre el estado de la democracia coreana. Desde 1988 los surcoreanos han tenido cinco gobiernos, una Constitución democrática, elecciones libres, múltiples partidos políticos, libertades civiles, control civil del ejército, equilibrio entre instituciones… en fin, todo lo que podríamos considerar una democracia moderna. Sin embargo el camino no ha sido fácil y la naturaleza de esta joven democracia ha estado siempre en cuestión por diferentes motivos y a día de hoy el descrédito de los principales partidos políticos y su previsible pérdida absoluta de poder en el momento actual (elecciones este mismo año con previsible victoria de candidatos independientes) hace preguntarse por la viabilidad del sistema sin estos. Sunhyuk Kim responde: “Nos encontramos con una fascinante forma de democracia, una democracia no intermediada y contenciosa (…), los asuntos públicos más importantes se discuten y deciden por medio de un conflicto y enfrentamiento directo entre la sociedad civil y el Estado, sin la intermediación de los partidos políticos, como es el caso de muchas democracias representativas.”
Como se puede ver, tanto en este artículo como en el anterior hay elementos de optimismo muy discutibles que sin duda residen en una concepción de auge oriental frente a la decadencia occidental. Desgraciadamente para Corea sus problemas regionales pasan por decisiones foráneas para su solución – especialmente chinas y norteamericanas- y la calidad democrática de su sistema estará directamente vinculada con ello.
En una línea similar Young-Chan Kim defiende que los desastrosos efectos de la crisis asiática de 1997 sirvieron también de motor para la segunda oleada de crecimiento del país y defiende la creación de un sistema financiero fuerte capaz de diversificar su cartera industrial para no depender tanto de industrias pesadas y de gran escala como la tecnología de la información, el hierro, acero y los automóviles.
La forma predominante de las empresas de negocios en Corea es el chaebol, un conglomerado empresarial basado en la diversificación de la producción. Ejemplos de éxito en estos son Samsung, LG o Hyundai, empresas capaces de reinventarse y liderar mercados diferentes según apunten las circunstancias. Su gran capital está en lo aprendido de los desequilibrios de 1997, las lecciones de aquella crisis han servido para escapar de la actual. “Se hicieron más ágiles y eficaces a la hora de adaptarse a los cambios en diversos entornos económicos como el sector de las tecnologías, competencia en los mercados y reglas globales de juego. (…) Sin embargo, la creación y mantenimiento de las nuevas tecnologías seguirán representando un desafío para los chaebols coreanos, porque el entorno económico mundial está cambiando rápidamente y es difícil predecir el desarrollo futuro.”
Trasnformaciones del Estado de bienestar es el título del artículo que firma Huck-ju Kwon. Las políticas públicas destinadas a la protección social han sido una constante desde los años 60 logrando que incluso sectores de población rural hayan logrado niveles educativos capaces de contribuir al desarrollo industrial de Corea. El autor se pregunta y se responde: “¿Puede Corea permitirse un Estado de bienestar tan grande? Mi respuesta es un sí rotundo. El tamaño del gasto público coreano (29,3% del PIB) sigue siendo bajo entre los países de la OCDE, y los ingresos pueden ampliarse elevando gradualmente los tipos a lo largo de la base disponible. Disponer de un Estado de bienestar como inversión social será en el futuro para la economía coreana una opción más barata que carecer de él.”
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son esenciales en uno de los países más conectados digitalmente del mundo. Florence Lowe-Lee y Ahn Alan analizan su impacto en la educación del país para asegurar que esa relación entre esta y las TIC consolidarán a Corea como líder mundial en estas áreas.
Sin duda los artículos que este número de Vanguardia Dossier dedica a la las relaciones entre las dos Coreas tienen un especial interés:
Hyung Gu Lynn anuncia que no se producirán grandes cambios en este sentido aunque es probable que se avance en el campo de la cooperación. Y es que las relaciones entre ambos países han estado siempre marcadas por ciclos regulares de distensión y crisis en el marco del auge económico del Sur y el declive económico del Norte. Y esto de momento no va a cambiar. Sin duda, el contexto regional, donde China, Rusia y EEUU están interesadas por la estabilidad regional tiene su punto más problemático en la preocupación japonesa por el poder militar del Norte. La cuestión de la unificación sostiene Gu Lynn que resulta indiferente para una parte importante de la población surcoreana. Pero si llegara a producirse, “no constituiría una automática panacea para todos los males de Corea del Norte, pues vendría precedida de una abundancia de nuevos desafíos y situaciones de desigualdad. De ello, podrían dar fe las dificultades de la reunificación alemana.”
Es curiosa esta mención a la reunificación alemana en la que insistirá Un-Chul Yang, el Director de los estudios sobre la estrategia de la reunificación alemana. Y lo digo porque aunque ambos casos puedan tener algunos puntos en común, los contextos son completamente diferentes.  Un-Chul Yang no cree que eso sea así, ya que sostiene que la privatización, es decir, la transición de una economía de planificación central a una economía de mercado, los salarios altos y la baja productividad, la financiación de las necesidades económicas y la unificación de costes son algunos de los principales aspectos de la política alemana aplicables al sur. Me sorprende aun más como el autor cree que Corea del Sur debe estar preparada para una probable caída repentina del régimen norcoreano y para una “unificación por absorción” a la alemana. Ignora en este punto que la comparación entre los niveles de cualificación e industrialización de Corea del Norte no pueden ser en ningún caso comparables a los de la extinta RDA como tampoco pueden serlo ambos regímenes políticos por mucho que el apellido “comunista” de ambos pueda llevar a error.
El aspecto de las relaciones internacionales continúa siendo fundamental en los tres últimos textos de este Corea del Sur. El pequeño gigante.
Con respecto a Japón será Kongdan Oh quien las trate advirtiendo de la dificultad que supone explicar las buenas relaciones que mantienen después del brutal dominio colonial que los japoneses practicaron en la península coreana. El autor lo explica por el gran crecimiento coreano y como este ha hecho que los nipones dejen de sentirse superiores a los coreanos y estos inferiores. Sin embargo desde la época de la Guerra fría ambos países han mantenido sólidas alianzas con EEUU pero no entre ellos, y para el futuro Kongdan Oh prevé un acercamiento mayor a una prometedora China que a un decadente Japón.
Desde el realismo, Ellen Kim advierte: “En el contexto regional y mundial, los crecientes desacuerdos y tensiones entre China y EEUU, así como la tendencia emergente de su rivalidad bipolar no resulta de buen agüero en la región. Y siempre y cuando la estructura de la alianza actual siga presente, será difícil destejer la división de la región propiamente dicha”. Y es que ciertamente, harían falta décadas para superar las heridas que dejó la guerra.
Del futuro de la relación con China Edward N. Luttwak sostiene que Corea buscará ampliarla tanto por intereses comerciales como estratégicos con respecto a los norcoreanos pero que la hará compatible con su alianza con los norteamericanos.
La revista como es habitual cierra con sus secciones de libros, literatura, cine, viajes y webs y a lo largo de todo el ejemplar aparecen sus clásicos gráficos, esquemas y fotografías que ilustran el que probablemente es el mejor monográfico español en su materia.

Este número 43 de Vanguardia Dossier no dejará indiferente a todos aquellos interesados en el tema, aunque la sensación general que deja es la de cierto optimismo más propio de analistas partícipes del auge coreano que de especialistas imparciales.
Tengo muy serias dudas del futuro de la región que aquí tratamos, no solo por la enorme dificultad que van a sufrir para mantener sus niveles de crecimiento por su dependencia del comercio exterior como por la evolución que sufrirán las relaciones de una China cada vez más arrogante y poderosa frente a unos vecinos que podrían llegar a sentirse gravemente amenazados viéndose abocados a una escalada de tensiones nada prometedora para el futuro de los países implicados. De una forma u otra, las fichas en el tablero asiático en este momento las van a mover chinos y norteamericanos y los demás tendrán que asistir como meros espectadores.


 TEMAS RELACIONADOS TRATADOS EN EL POLEMISTA:


China, poder y fragilidad en Vanguardia Dossier (nº40), y las dudas sobre su futuro.


11-S, El mundo diez años después en Vanguardia Dossier (nº41), y ¿en qué hemos cambiado?


http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/01/el-declive-de-occidente-en-vanguardia.html

2011, La Revuelta árabe en Vanguardia Dossier(nº39) y el estado de la cuestión.


El estado del mundo 2012 (Anuario Akal), y como entender el mundo actual.

http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/01/el-estado-del-mundo-2012-anuario-akal-y.html

La próxima década de George Friedman y el futuro inmediato del mundo.


EN EL POLEMISTA HASTA 2012. (ÍNDICE COMPLETO 2011)




lunes, 19 de marzo de 2012

La Constitución de Cádiz, una mirada crítica de Manuel Moreno Alonso, y las diferentes formas de ver 1812.

A pesar del torrente bibliográfico sobre 1812 al calor de su bicentenario, -y en esto somos afortunados, porque la calidad de muchas de esas publicaciones es excelente-, hay que celebrar la llegada de este La Constitución de Cádiz, una mirada crítica de Manuel Moreno Alonso (Ed. Alfar). Y no solo porque su autor sea uno de los más prolíficos y desde luego de los mejores en la materia, es que a ello se suma que este libro supone la edición de la Constitución de 1812 original con estudio crítico anterior y notas a pie de página al articulado.
Partiendo de los sucesos de 1807 por las desavenencias en el seno de la familia real y la posterior abdicación de Bayona por la cual se produce la primera renuncia en la historia de la Europa Moderna de una dinastía a favor de otro príncipe, Manuel Moreno explica el surgimiento del levantamiento, guerra y revolución que nos llevará a la solución constitucional de Cádiz. Y aunque el autor califica a la misma como un “texto maravilloso” proyecta sobre ella su mirada crítica:
“En una nación en que sus ideas, usos y costumbres era entonces monárquica, erigir en ley fundamental –palabra mágica en aquellos momentos- una Constitución como la de 1812, es natural que pueda llevar a algunos a pensar en nuestros días que esto no significa otra cosa que la encarnación de la democracia. (…) Sin embargo esta deducción lógica realizada desde el pensamiento actual no se corresponde con la realidad histórica, y es preciso señalarlo. (…) aquella ley fundamental, que se presentaba justa y benéfica, habría de convertirse en el motor de enfrentamiento que dividiría violentamente a la sociedad española, causando el derramamiento de sangre.”
Y es que el autor sostiene que lejos de ser causa de la revolución española fue más consecuencia de la guerra contra Francia.
La Constitución de Cádiz se plantea aquí como un texto utópico que “ni siquiera se refería a España, sino a la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios” intentando definir una sola ciudadanía pero hablando de dualidad de espacios y aunque gozó del logro de imponer la representación de las tierras de ultramar cayó en la inconcreción constante. De carácter fantasioso, muy distanciado de la cruda realidad, traza las leyes para un mundo perfecto y un Estado imaginario muy alejado de la realidad en plena guerra napoleónica.
Pueden sorprender en este texto afirmaciones como “Ante la influencia totalizadora del estatismo, la nueva Constitución limita por doquier al individuo, a pesar de que se garantice, los derechos de “todos los individuos”, y es que Moreno la considera una constitución realizada para desmontar el despotismo desde una visión despótica que acaba por ser para el pueblo pero sin él, en el que el Rey tenía todavía un gran poder, y las Cortes un poder infinito. ¡Y además inaplicable! Así visto no es de extrañar que el mayor periodo de vigencia de La Pepa, el Trienio Liberal (1820-1823), sea calificado por el autor como “estado de desobediencia civil” que convirtió al Ejecutivo en un poder débil sometido a la voluntad de una Asamblea poseída por el jacobinismo.
“La Constitución acometió la transformación social de la Monarquía con la proposición de un nuevo orden que implicaba una auténtica revolución liberal.(…)Pero lo hizo sin tener en cuenta la realidad de la sociedad española del momento.(…)La ideología acabó dominando los debates, marcando una ruptura entre una España reformista y una España defensivamente reaccionaria.”
Esta mitificación de la Constitución en el imaginario del nacionalismo decimonónico es extensible a la Guerra de la Independencia de la que es consecuencia. Y esta, no fue “una guerra simplemente contra los invasores o contra sus partidarios como venía sucediendo desde el comienzo del levantamiento, fue una guerra a muerte entre los mismos patriotas, que terminaron escindiéndose entre partidarios o enemigos de la Constitución.” Y no es el único mito que se combate en esta obra, también se pone en cuestión que contra lo que suele decirse la Nación naciera en Cádiz, Manuel Alonso lo sitúa en Madrid el 2 de Mayo de 1808, a Cádiz le atribuye la reglamentación y constitucionalización del nacionalismo español.
Las influencias de La Pepa, fundamentalmente francesa pero también norteamericana se analizan en profundidad para concluir que en Cádiz se produjo el desplazamiento hacia el sistema asambleario francés vigente entre 1789 y 1792. Y al igual que en el caso francés, la Constitución terminó convirtiéndose en un emblema propicio a la hora de su aplicación en la práctica de la violencia entre sus partidarios y detractores.
Igualmente no se pasa por alto la visión que de ella tuvieron ilustres coetáneos, especialmente José María Blanco White al que el autor ha editado entre otros.
También aquí se acusa de elitistas a los liberales constituyentes a los que se les juzga como firmes partidarios de que solo una minoría formada por varones, blancos, ricos e ilustrados estaba cualificada para gobernar la sociedad y asegurar la aplicación de derechos y libertades. En este sentido se apunta su similitud con la Constitución francesa de 1791 aunque la historiografía liberal dejó patente su obsesión por considerarla una obra popular. A la racionalidad, uniformidad y elitismo también podemos añadirle el centralismo en esta mirada tan crítica: las Cortes rechazaron cualquier posibilidad de autonomía dentro del imperio, incluido el fracaso de los diputados americanos a la hora de lograr la igualdad en la representación.
Y como un tercio de los diputados constituyentes eran eclesiásticos, la impronta católica es enorme aunque el autor advierta del carácter que erróneamente se le ha atribuido de laicidad. Sin embargo fue tras la promulgación cuando la cuestión religiosa emergió con gran violencia. “La enconada disputa sobre la abolición de la Inquisición hizo imposible la alianza entre los tradicionalistas y los liberales, quedando identificado el catolicismo con la contrarrevolución y el antiliberalismo.” Esta ruptura con la Iglesia fue nefasta para la Constitución que comenzó a sufrir una gran contestación en la calle.
¡Y conservadora!: Sobre el revolucionarismo de la Constitución se ha construido un tópico que se sigue repitiendo a pesar del indiscutible carácter conservador de la Constitución gaditana”, lo que explica que el texto sostenga que ante tanta excepcionalidad no es disimulable el miedo constituyente a la igualdad, la libertad, el reconocimiento de derechos en tierras americanas, a la contestación canónica, al Rey, al clero, a los militares y a la opinión pública. De cualquier forma el autor aquí hace una interpretación en clave histórica, en el contexto en el que se presentan los hechos en ningún caso se puede atribuir un carácter conservador al texto constitucional de 1812 ni negar los elementos de cambio radical que introduce en su momento.
En fin, Manuel Alonso en esta mirada más cruel que crítica de 1812 vuelve a atribuir al liberalismo exaltado la responsabilidad del enfrentamiento generalizado en el que se hundió España: “La Constitución se volvió siniestra para quienes la sufrieron. Desde antes de su puesta en práctica se temió que pudiera dar lugar a un sistema arbitrario e injusto. Una cosa era la imaginación de una sociedad ideal y otra su realización por medios políticos…”. Y claro, también el fracaso del Trienio se deberá a sus partidarios.
“El drama de la Constitución gaditana estuvo en que nadie, excepto una minoría de ilusos, confió en su exhibicionismo emotivo y en su falta de aplicabilidad.”
El libro además aporta previo al texto constitucional densamente comentado a través de notas que permiten su inmejorable comprensión, una muy notable bibliografía.

Sin duda este La Constitución de Cádiz, una mirada crítica se convertirá en un libro de referencia sobre el tema, lo cual no puede ser de otra manera por su indiscutible importancia, aunque en él parecen minimizarse elementos imprescindibles para quienes entienden que aquel fue el primer intento de establecer pautas de libertad política, que trajo por primera vez a nuestro país libertades fundamentales como la de imprenta o la división de poderes, y que desde luego, en su fracaso, además de la ingenuidad y el radicalismo de sus partidarios, fue decisiva la reacción brutal y hostil de sus detractores, por otra parte defensores de un régimen a todas luces anacrónico y agotado, y la prueba de ello es que en los momentos  posteriores a sus derogaciones España se sumió en algunas de las etapas más oscuras de su historia contemporánea.
Asistimos a un auge de la revisión de carácter conservador tendente a poner el acento en los aspectos negativos de todo proceso histórico legitimador del progresismo posterior que previsiblemente continurá por algunos años. De ser así, que ojalá se haga al calor de obras de la magnitud de la que he tratado aquí.
De una forma u otra, aquel fue el fracaso de un proyecto que en todo caso pretendía superar algunas de nuestras peores lacras –algunas aun presentes- aunque en efecto fuera incapaz de hacerlo en un contexto viable.

lunes, 12 de marzo de 2012

El arte de vivir ecológico de Wilhem Schmid, de la conciencia planetaria a la ecología inteligente.

Wilhem Schmid lleva varios años reflexionando sobre el arte de vivir. Se refiere al intento de orientar la existencia por medio de la autorreflexión para llevar la vida que nos parezca más correcta aun cuando no coincida con el entorno social. A través de esa forma de vida consciente el individuo se integra en interrelaciones más amplias, de ahí que no podemos pasar el papel de las estructuras e instituciones por alto dada la influencia que ejercen sobre nuestras vidas. Pero en la naturaleza de estas estructuras está la lentitud y dificultad para su transformación y ha de hacerse desde fuera. Cuanto más impulsan con sus propios comportamientos los individuos esos cambios generan un una mayor transformación en la sociedad. Y fue así como el movimiento ecologista a través de los comportamientos de sus miembros comenzaron una revolución ecológica que jamás convocó a nadie pero que ha tenido lugar. Con este El arte de vivir ecológico (Ed. Pre-Textos) el autor pretende contribuir a ello.
Es la visión del Planeta desde el exterior (espacial) la que inicia la conciencia ecológica. Será Alexander von Humboldt en el siglo XIX el que efectuará una descripción de la tierra desde la perspectiva de las estrellas para representar las conexiones vitales, el orden de los seres vivos y de las fuerzas de la naturaleza. Será la ecología pues objeto de estudio de las ciencias hasta la mitad del siglo XX, pero a partir de entonces pasará también a ser objeto de compromiso político y de preocupación para todos los movimientos de defensa del medio ambiente con aportaciones trascendentales como la teoría Gaia de James Lovelock a través de la cual la tierra sería un ser vivo donde los organismos aislados no se conforman con adaptarse a su entorno si no que pasan a construirlo a su medida. Así nace la conciencia ecológica moderna, “la tierra es ahora entendida como el hogar, como un mundo para vivir que el hombre comparte ahora con todos los seres vivos y organismos.” Así Ecología pasa a significar “una cultura de vivir y una comprensión de las interrelaciones de ese vivir tanto en un lugar determinado como en cualquier otro punto del planeta.” Sin embargo la ecología no se agota en su dimensión epistemológica, sino que también tiene una dimensión ético-ascética:
“No solo se debe calificar de ecologista al representante de la ecología como ciencia, sino a aquel que hace de la conciencia ecológica la base de su proyecto de vida y procura integrarse en interrelaciones ecológicas de forma inteligente y sensible (…).”
Wilhem Schmid sitúa como elemento central del planteamiento ecológico la cuestión tecnológica. De cómo empleamos la técnica podremos estimular o amenazar la vida plena, y si bien esta posee una dinámica propia que en su aplicación deciden intereses políticos y económicos que escapan a la influencia directa del individuo, es verdad que cada uno de nosotros decidimos sobre su uso cotidiano en nuestro entorno que siempre dependerá de la forma de verse a uno mismo, y en ello entra en juego la inteligencia ecológica. El primer imperativo ecológico puede ser formulado sobre este principio:
“Actúa de forma que no arruines las bases de tu propia existencia. Reconocer este imperativo es un acto de autolegislación, nada ni nadie puede imponer al individuo que lo reconozca; cumplirlo es solo consecuencia del propio entendimiento. Es posible contravenir el imperativo en cualquier momento, pero un comportamiento tal no puede reclamar inteligencia.” Con ello se rompe el autocentrismo del sujeto para poner el sufrimiento posible o real del resto de los seres vivos en el centro de atención y así reflexionar sobre nuestro propio comportamiento. El buen criterio lo sitúa el autor en la huida de la ignorancia ecológica tanto como el activismo ciego, porque el estilo de vida ecológico no se encuentra en “vivir de acuerdo con la naturaleza” sino en una vida libre regulada por la inteligencia para tomando en consideración las interrelaciones ecológicas integrarse en ellas. Así serán nuestros comportamientos cotidianos en primera instancia los que nos permitirán disfrutar del arte de vivir ecológico.
Schmid sitúa la vivienda como el círculo más íntimo de la persona, punto donde desciende a los elementos más prácticos. El abastecimiento de energía es el problema ecológico central y hace una defensa de las energías limpias, pero no olvida otros usos como el necesario cuidado del agua, el mobiliario respetuoso con el medio, la gestión del hogar, el vestido o los residuos.
La estructuración del espacio urbano y el necesario equilibrio de los intereses económicos y ecológicos, el tráfico, la relación de la ciudad con su región también se plantean en este libro antes de llegar al papel del individuo en la sociedad:
“Cuando la actitud, el comportamiento y la elección del individuo con respecto al hogar, la ciudad y la región se convierten cada vez más en el centro de atención, no es para esperar que las acciones individuales lo resuelvan todo, sino para oponerse a la opinión generalizada de que un solo individuo no puede hacer nada en absoluto.” El papel decisivo en el juego de poder le corresponde a la opinión pública crítica que es formada por individuos capaces de influir en ella con sus comportamientos.
El autor, hace una reflexión igualmente sobre las relaciones internacionales y la necesidad de cambiar estas con el fin de alcanzar el más sostenible de los mundos posibles y concluye:
“Es percibir que la existencia individual depende de estructuras básicas y de conexiones generales que poseen una importancia existencial para el individuo y para los demás a la hora de poder llevar una existencia positiva. (…)A la libertad del hombre, la cual puede amenazar su existencia, se le exige ocuparse de la vida en el planeta si no quiere poner en peligro dicha existencia.”

En fin, este libro es un precioso colofón a lo escrito anteriormente por Wilhem Schmid sobre El arte de vivir igualmente editado en España por Pre-Textos a la que hay que agradecer el buen gusto con el que están editados.
La he citado antes, pero no quiero dejar de hacerlo:
“Actúa de forma que no arruines las bases de tu propia existencia”.


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