No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

domingo, 10 de marzo de 2013

Caricaturas y retratos de Julio Camba, y, el cincuentenario oportuno.


Es de agradecer la recuperación de un autor de la talla de Julio Camba tras el cincuentenario de su muerte, máxime cuando hablamos de alguien que ha sufrido la incomprensión casi endémica de un país que vincula la calidad de la producción intelectual a la posición ideológica de su autor. Camba, al que no sé si llamarle periodista porque una gran parte de su obra sobrepasa con mucho todo lo que el término puede englobar, no acabará de entrar en el panteón de la literatura española del siglo XX y probablemente y una vez pasado este oportuno reconocimiento advenido tras su cincuentenario el año pasado, volverá a la incomprensión y quizá, gracias a libros como este y a otros editados en 2012, se salve de cierto olvido que padecía tan injustamente.
Y es que ciertamente, a Julio Camba hay que leerle con la distancia que él mismo pedía para sus escritos. Decía en su primer artículo para ABC desde Berlín el 8 de octubre de 1913:
“Yo necesito saber que el lector me conoce ya, que es indulgente con mis apasionamientos, que, acostumbrado a mis pequeñas paradojas, no va a tomarlas completamente en serio; que va a leerme, en fin, como se lee a un amigo, y que muchas veces, en lugar de enfadarse contra mí, va a sonreír afectuosamente, diciendo:
-Pero ¡que tonterías se le ocurren a este hombre…!”
Y es que efecto, tengo la sensación de que a Camba muchas veces se le critica o se niega por parte de sus detractores y admiradores su marca más personal que está en la calculada superficialidad. Quizá a ello se refería Unamuno cuando lo definía como un “filósofo celta”.
Caricaturas y retratos (Ed. Fórcola), es un libro delicioso. Un especialista en las primeras décadas culturales de nuestro siglo XX como es Francisco Fuster ha realizado una antología de diferentes artículos aparecidos en distintos medios de toda línea ideológica a lo largo de la carrera del periodista pontevedrés, donde, como él destaca, aparece un Camba subjetivo en la semblanza de escritores y pensadores de su época que sirve más para reconocer al articulista que al personaje al que dedica el texto. Divididos en un arriesgadísimo ejercicio intelectual entre escritores y pensadores, por este libro van a desfilar una treintena de autores, unos para bien, como Nietzsche o Heine, al primero le da la razón al proclamar a ambos como los artistas más grandes del idioma alemán, Goethe, del que tan irónicamente dice: “Si Goethe es un dios, como creen los alemanes, que el dios Goethe se los conserve”,  Maxim Gorki, “Tiene los ojos llenos de infinito, preñados con esa melancólica visión de la estepa donde ha dejado errar tantas veces la mirada. Gorki es un vagabundo. Su arte brota por exceso de plenitud, al igual que las flores.” George Bernard Shaw, Honoré de Balzac, Charles Dickens, “es más interesante que casi todos los escritores franceses o españoles que podamos leer, pero, cuando necesitamos buscar en un libro consuelo o distracción para una pena muy íntima, no cojamos nunca un libro de Dickens”, o mejor aún sus amigos Pio Baroja, “No le he admirado, a pesar de sus incongruencias, sino por sus incongruencias, ni a pesar de sus faltas gramaticales, sino por sus faltas gramaticales, ni a pesar de sus ideas absurdas, sino por sus ideas absurdas. Y el día en que Baroja escriba un libro razonable, con ideas sensatas, con buena gramática y con un plan lógico, no será yo quien se gaste tres cincuenta en adquirirlo.” Alejandro Sawa, Emilio Carrere, José María Salaverría…, y otros no tan afortunados como Blasco Ibáñez, “para su gloria, con La barraca le hubiera bastado”, Edmond Rostand, Marcel Prevost, Henri Bergson, “Los filósofos alemanes están en sus libros como las fieras en sus jaulas. Se les ve de lejos, se les oye rugir, pero nadie se acerca.”, “el pelmazo” de Paul Verlaine, Rudyard Kipling, y desde luego Karl Marx, “Era un evangelista de la igualdad social, pero se expresaba en una forma perfectamente pedantesca y no tenía el menor interés en llegar al corazón del pueblo (…) Por instinto, el pueblo sabe que Carlos Marx no es uno de los suyos…”.
En fin, este Caricaturas y retratos es toda una oportunidad para acercarse a un autor y su tiempo que no necesariamente tiene que caer bien, de hecho el lector puede encontrar en una prosa tan chispeante y elocuente ramalazos de arrogancia y elitismo, pero desde luego es indiscutible que el Camba de este libro es mucho más que sus crónicas de la Guerra Civil en ABC (y que no quiero obviar a la hora de citar aquí), donde exhibía racismo, misoginia y memez, “"¡Negrín, negroide! ¡Negrín, hombre tropical y de pelo rizoso! (…) Cualquier extranjera, por poco absurda, estrafalaria y desgarbada que fuese, servía en los comienzos de nuestra República para hacer carrera política”, o el fundamentalista,  "En aquella ocasión memorable [Lepanto] España salvó la civilización occidental, ni más ni menos como la está salvando ahora. Entonces se llamaba Cristiandad a lo que hoy se llama Europa (...) y España salvó a la cristiandad, es decir, el tipo más perfecto de civilización y de cultura conocido hasta la fecha (...) lo que suelen olvidar al increparnos esas milicianas rojas, tan pagadas de la libertad con que se mueven o menean en Barcelona y Madrid".
Aun así tomen distancia, su íntimo amigo Sebastián Miranda decía en ABC una década después de su muerte:
“Era un detractor y odiaba con toda su alma al inventor de la imprenta, alegando que él era el culpable de que por una perra gorda disfrutasen todos los porteros de los esfuerzos que él hacía para escribir sus artículos (…) Odiaba la literatura, y no le oí hablar bien más que de Heine, y a última hora de Valle Inclán.”
Lo dicho, genio y figura.

En fin, descubran si no lo han hecho ya al Julio Camba más delicioso o disfrútenlo si ya lo conocen, Caricaturas y retratos es un excelente vehículo para ello al que si hubiera que ponerle algún pero sería lo que considero una oportunidad perdida de haber profundizado más en la figura del genio gallego, sin duda Francisco Fuster lo hubiera podido hacer en el insuficiente prólogo a la antología, y desde luego tampoco quiero pasar por alto algo que he comentado en anteriores libros editados por Fórcola, se trata de una edición delicatesen que todo amante de los libros no puede más que agradecer.