Nos levantamos hoy con la noticia de la muerte de Henry Kissinger a los 100 años, el personaje más importante de la geopolítica mundial de la segunda mitad del siglo XX, su influencia se alargará hasta nuestros días y será aceptado por la totalidad de la clase dirigente norteamericana como un indiscutible referente. Su muerte genera todo tipo de debates, puede ser recordado como Premio Noble de la Paz o como hombre orgulloso de su responsabilidad en masacres, golpes de Estado, bombardeos descomunales… decididos desde la total voluntad y coherencia con una forma de ver el mundo donde la preminencia de EEUU no podía tener el más mínimo freno, mucho menos éticos o de respeto a la dignidad de seres humanos ajenos a ella. Y es aquí donde se quiera o no se plantea la duda maquiavélica sobre cuál es el límite o si el estadista está disponer de ellos. “Quieres dejar tu país en una situación mejor que la que encontraste. Y no hay nada en la vida privada que puedas hacer que sea tan interesante y satisfactorio”. De una forma u otra podemos concluir en el extraordinario bagaje del personaje a nivel nacional e internacional, hoy ocupa análisis en todo el mundo, amargos y dulces, e inevitablemente a pocos días de celebrarse el cincuenta aniversario de la muerte de Luis Carrero Blanco se hablará en España, no fuera de ella, del papel que EEUU, Nixon y Kissinger tuvieron en ello.
Comienzo diciendo que un análisis desapasionado del
asunto en mi caso deja dos conclusiones: es poco probable que EEUU fuera a
meterse en una aventura que en ese momento desde fuera de España podía
considerarse de riesgo y en segundo lugar, ciertamente no es creíble que una
operación de cierta envergadura como ese magnicidio se pudiera producir sin que
la Inteligencia norteamericana intuyera o supiera algo. Y añado a esto que de
forma mitigada y sin que tuviera gran importancia por no ser en absoluto
determinante, Carreo Blanco era incómodo para EEUU.
Luis Carrero Blanco jura como presidente del gobierno
de España el 9 de junio de 1973 en el palacio de El Pardo ante Francisco Franco
cuando la muerte de este se percibe como algo inmediato; es determinante porque
el personaje defiende la certeza de la continuidad del Régimen y los valores
del 18 de Julio, mantiene una postura férrea en materia religiosa, de represión
a la Oposición, se dominio del resto del gobierno y capacidad de decisión
máxima y que a pesar de su perfil gris y plano no lo será tanto en materia
Internacional que se puede sintetizar en la voluntad de un status español
superior, basado en los Acuerdos con el Vaticano de 1953 pero de explotación
máxima de otros, especialmente de los firmados con EEUU y la presencia militar
de estos en España. Y ello implica cuestiones espinosas, de hecho y quizá
el mayor encontronazo que tuvo con Kissinger y Nixon, la negativa del uso de
las bases estadounidenses en España en la guerra árabe-israelí del Yom Kippur
(1973). En ello es necesario entender las relaciones nulas entre España e Israel
(artículo mío al respecto en El Polemista http://elpolemista.blogspot.com/2023/11/espana-israel-la-historia-de-una.html ) y la clara apuesta en favor de Marruecos (conflictos fronterizos y
sobre todo Sáhara Occidental) y Reino Unido (Gibraltar) en sus litigios con
España. Por si fuera poco Carrero Blanco tenía una posición ideológica muy
reservada de EEUU en su papel histórico, no era precisamente un entusiasta de
estos. Menos podía serlo de Henry Kissinger. Esta opinión probablemente la
compartía Franco, no olvidemos que en el viaje de Ricard Nixon a nuestro país
en 1970 este se quedó sorprendido por la distancia del Dictador, la relación
personal fue nula y solo el ministro de Exteriores Gregorio López Bravo, uno de los pocos
que hablaban inglés, fue personalmente agradable. Por cierto, ministro al que
destituyó Carrero cuando llegó a la presidencia, antes era uno de los
personajes claves del Régimen desde su subsecretaría de Estado.
No obstante la posición de EEUU respecto a España: el régimen de
Franco se acaba, la apuesta por Juan Carlos I es clara (aunque se
desconfiaba de su débil carácter a diferencia del que había tenido el Dictador)
por adecuarse a sus intereses. Consideraban que España era un país menor,
que su evolución de la dictadura a una “democracia de transición” debía ser lo
menos traumática posible – se equiparaba a Grecia y Portugal- y la total
prioridad norteamericana no fue otra que garantizar
por todos los medios la continuidad del acceso de sus fuerzas armadas a las
bases situadas en España.
El 19 de diciembre de 1973 se reúnen
Carrero Blanco y Henry Kissinger. Al día siguiente, el Dogge Dart negro en el
que viajaban el presidente del gobierno junto a su guardaespaldas Juan Antonio
Bueno y su chofer José Luis Pérez Mogena se eleva 40 metros en la calle Claudio
Coello de Madrid matando a sus ocupantes. Los explosivos los ha colocado ETA en
un espectacular atentado que incluye la construcción de una galería subterránea
muy cerca de la embajada de EEUU y en un estrepitoso error de las Fuerzas de
Orden Público (FOP) que han sido incapaces de detectar la operación. Tanto, que
en un primer momento se intenta tapar el atentado y tras la evidencia se
deja caer que la reivindicación de ETA podría ser falsa, insinuando que detrás
de atentado habría un complot, bien de la URSS, de intereses judeo-masónicos o
ya se llega a pensar por algunos sectores en la participación de la CIA,
incluso en confluencia con el propio Régimen.
Justo estos días de conmoción y
tensión en España a cuenta de la Amnistía que aprobará el gobierno de Pedro
Sánchez a los implicados en el Procés catalán es imposible no acordarse de la
aprobación en 1977 de la Ley de Amnistía que acabó con la responsabilidad civil
de los autores del atentado. Igualmente de la pasión en la defensa del Estado
de Israel que ponen los herederos ideológicos del régimen de Franco. Es seguro que aquellos hoy no entenderían nada. No
deja de ser muy buena señal cuánto ha cambiado España.
Desde entonces nunca se ha dejado
de especular sobre lo que realmente sucedió en la muerte de Luis Carrero Blanco y
quedará inconcluso para siempre aunque ciertamente es un episodio del
que en los próximos días de volverá a hablar para después pasar a un plano
menor.
Henry Kissinger D.E.P:
"He tenido la oportunidad de hacer las
cosas en las que creo. He podido expresarme en muchos foros. Y sería
antinatural y probablemente significaría que no he hecho mucho, si no hubiera
otros puntos de vista que se expresaran con cierta vehemencia”.
En El Polemista encontrarán numerosas reseñas y artículos relacionadas con ambos temas: http://elpolemista.blogspot.com/2022/12/indice-de-el-polemista-hasta-2023.html
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