Wilhem Schmid lleva varios años reflexionando sobre el arte de vivir. Se refiere al intento de orientar la existencia por medio de la autorreflexión para llevar la vida que nos parezca más correcta aun cuando no coincida con el entorno social. A través de esa forma de vida consciente el individuo se integra en interrelaciones más amplias, de ahí que no podemos pasar el papel de las estructuras e instituciones por alto dada la influencia que ejercen sobre nuestras vidas. Pero en la naturaleza de estas estructuras está la lentitud y dificultad para su transformación y ha de hacerse desde fuera. Cuanto más impulsan con sus propios comportamientos los individuos esos cambios generan un una mayor transformación en la sociedad. Y fue así como el movimiento ecologista a través de los comportamientos de sus miembros comenzaron una revolución ecológica que jamás convocó a nadie pero que ha tenido lugar. Con este El arte de vivir ecológico (Ed. Pre-Textos) el autor pretende contribuir a ello.
Es la visión del Planeta desde el exterior (espacial) la que inicia la conciencia ecológica. Será Alexander von Humboldt en el siglo XIX el que efectuará una descripción de la tierra desde la perspectiva de las estrellas para representar las conexiones vitales, el orden de los seres vivos y de las fuerzas de la naturaleza. Será la ecología pues objeto de estudio de las ciencias hasta la mitad del siglo XX, pero a partir de entonces pasará también a ser objeto de compromiso político y de preocupación para todos los movimientos de defensa del medio ambiente con aportaciones trascendentales como la teoría Gaia de James Lovelock a través de la cual la tierra sería un ser vivo donde los organismos aislados no se conforman con adaptarse a su entorno si no que pasan a construirlo a su medida. Así nace la conciencia ecológica moderna, “la tierra es ahora entendida como el hogar, como un mundo para vivir que el hombre comparte ahora con todos los seres vivos y organismos.” Así Ecología pasa a significar “una cultura de vivir y una comprensión de las interrelaciones de ese vivir tanto en un lugar determinado como en cualquier otro punto del planeta.” Sin embargo la ecología no se agota en su dimensión epistemológica, sino que también tiene una dimensión ético-ascética:
“No solo se debe calificar de ecologista al representante de la ecología como ciencia, sino a aquel que hace de la conciencia ecológica la base de su proyecto de vida y procura integrarse en interrelaciones ecológicas de forma inteligente y sensible (…).”
Wilhem Schmid sitúa como elemento central del planteamiento ecológico la cuestión tecnológica. De cómo empleamos la técnica podremos estimular o amenazar la vida plena, y si bien esta posee una dinámica propia que en su aplicación deciden intereses políticos y económicos que escapan a la influencia directa del individuo, es verdad que cada uno de nosotros decidimos sobre su uso cotidiano en nuestro entorno que siempre dependerá de la forma de verse a uno mismo, y en ello entra en juego la inteligencia ecológica. El primer imperativo ecológico puede ser formulado sobre este principio:
“Actúa de forma que no arruines las bases de tu propia existencia. Reconocer este imperativo es un acto de autolegislación, nada ni nadie puede imponer al individuo que lo reconozca; cumplirlo es solo consecuencia del propio entendimiento. Es posible contravenir el imperativo en cualquier momento, pero un comportamiento tal no puede reclamar inteligencia.” Con ello se rompe el autocentrismo del sujeto para poner el sufrimiento posible o real del resto de los seres vivos en el centro de atención y así reflexionar sobre nuestro propio comportamiento. El buen criterio lo sitúa el autor en la huida de la ignorancia ecológica tanto como el activismo ciego, porque el estilo de vida ecológico no se encuentra en “vivir de acuerdo con la naturaleza” sino en una vida libre regulada por la inteligencia para tomando en consideración las interrelaciones ecológicas integrarse en ellas. Así serán nuestros comportamientos cotidianos en primera instancia los que nos permitirán disfrutar del arte de vivir ecológico.
Schmid sitúa la vivienda como el círculo más íntimo de la persona, punto donde desciende a los elementos más prácticos. El abastecimiento de energía es el problema ecológico central y hace una defensa de las energías limpias, pero no olvida otros usos como el necesario cuidado del agua, el mobiliario respetuoso con el medio, la gestión del hogar, el vestido o los residuos.
La estructuración del espacio urbano y el necesario equilibrio de los intereses económicos y ecológicos, el tráfico, la relación de la ciudad con su región también se plantean en este libro antes de llegar al papel del individuo en la sociedad:
“Cuando la actitud, el comportamiento y la elección del individuo con respecto al hogar, la ciudad y la región se convierten cada vez más en el centro de atención, no es para esperar que las acciones individuales lo resuelvan todo, sino para oponerse a la opinión generalizada de que un solo individuo no puede hacer nada en absoluto.” El papel decisivo en el juego de poder le corresponde a la opinión pública crítica que es formada por individuos capaces de influir en ella con sus comportamientos.
El autor, hace una reflexión igualmente sobre las relaciones internacionales y la necesidad de cambiar estas con el fin de alcanzar el más sostenible de los mundos posibles y concluye:
“Es percibir que la existencia individual depende de estructuras básicas y de conexiones generales que poseen una importancia existencial para el individuo y para los demás a la hora de poder llevar una existencia positiva. (…)A la libertad del hombre, la cual puede amenazar su existencia, se le exige ocuparse de la vida en el planeta si no quiere poner en peligro dicha existencia.”
En fin, este libro es un precioso colofón a lo escrito anteriormente por Wilhem Schmid sobre El arte de vivir igualmente editado en España por Pre-Textos a la que hay que agradecer el buen gusto con el que están editados.
La he citado antes, pero no quiero dejar de hacerlo:
“Actúa de forma que no arruines las bases de tu propia existencia”.
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