No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 16 de septiembre de 2011

Despilfarro de Tristram Stuart, Manual para una economía sostenible de Roberto Bermejo, Agua de Julian Caldecott, y la búsqueda de un planeta sostenible.

Tres libros excelentes.
El primero de ellos además necesario. Se trata de Despilfarro (Ed. Alianza), donde Tristram Stuart ya en la introducción nos deja claro:
“La montaña mundial de excedentes de comida representa un riesgo desde el punto de vista medioambiental, pero también ofrece una gran oportunidad. Hay una fantástica capacidad sin utilizar  en los recursos alimentarios del mundo, y con medidas eficientes se podrían generar enormes ahorros de alimentos que contribuyeran a luchar contra el hambre y asegurarán la comida para las generaciones futuras”.
En efecto, el autor recorre el mundo para demostrar que un sistema absolutamente ineficiente y basado en el derroche de recursos resulta completamente insostenible.
La primera parte del libro, Posesiones perecederas, es una descripción demoledora de las consecuencias no solo medioambientales (el uso del suelo la más grave de ellas), si no de puro sentido común en nuestra forma de suministrarnos el alimento. Aquí aparecen desde los millones de toneladas de comida que se tira en el mundo a casos concretos por países y empresas. ¿Sabemos cuantas personas se podrían alimentar con el despilfarro medio de nuestra red de supermercados? Hay casos en los que fábricas de platos precocinados llegan a tirar el 56% de su producción total por sus excesos productivos o es habitual que las cadenas de supermercados exijan a sus productores que desechen una parte de su producción. La cuestión es simplemente desoladora: ¡Si se suma la comida despilfarrada por los consumidores y la industria alimentaria europea habría suficiente para satisfacer las necesidades de todas las personas que pasan hambre en el mundo entre tres y siete veces!
La segunda parte de Despilfarro es Cosechas dilapidadas, donde se analizan los excesos en la agricultura, pesca, producción de carne… Pasen y lean:
“El tipo más grave de despilfarro en la industria de la pesca marítima es el descarte en virtud del cual los peces no deseados, que son demasiado pequeños o de especies que no son el objetivo de la pesca son arrojados al mar. En muchas pesquerías se calcula que en el proceso mueren entre el 70 y el 80 por ciento de los peces”.
En este apartado no solo son estremecedores los datos de derroche en todas nuestras actividades de producción de alimentos, es que además plantea de manera incontestable que el uso de recursos es simplemente insostenible a medio plazo. Por plasmar un ranking de la estupidez (datos 2004), EEUU derrocha el 200% de las necesidades calóricas de su población, seguidos más bien de cerca por naciones como Francia, Bélgica o el Reino Unido, no tanto por otras como Holanda o Finlandia, algo menos por Suecia y Australia, y por debajo del 150% Japón.
La tercera parte, Reducir: La comida es para comer, es la propuesta de Tristram Stuart para mitigar el problema. En ella se reclaman medidas de presión, transparencia, persecución del despilfarro (en Corea del Sur, como ejemplo positivo, es ilegal el depósito de residuo alimentario), reciclado, redistribución…, además de un repaso por cafeterías, consumidores, supermercados… en el plan de acción para frenar la dinámica enloquecida en la que hemos caído. También entre ellas las hay más discutibles y polémicas:
“Cualquier sacrificio en términos de realización personal debido a la limitación del número de hijos por familia está más que compensado por los beneficios de garantizar que las futuras generaciones no se encuentren varadas en un planeta que no puede sostenerlas. Probablemente ello abocaría al estallido de guerras y hambrunas”.
Por si fuera poco el libro goza de una impresionante bibliografía acompañada de infinitud de notas y anexos que contribuirán a convertirlo en un referente.

Manual para una economía sostenible de Roberto Bermejo (Ed. Catarata) es un libro de evidente contenido científico y académico, pero aun así el tono didáctico y sencillo con el que está escrito no plantea problemas al lector no especializado en este tipo de obra. Parte su autor de la premisa siguiente:
“Esta civilización esta entrando en una crisis terminal debido al proceso de agotamiento de los principales recursos y, en especial, los energéticos; tal proceso supone una gran oportunidad de acelerar su transformación, evitando un colapso profundo; y la transformación solo será duradera si se inspira en el comportamiento de la naturaleza, es decir, si es biomimética.”
El rasgo principal de la economía de libre mercado es la mercantilización de la naturaleza. Por primera vez en la historia la tierra se ha convertido en un bien mercantil, y al no ser este un bien producido para la venta el sistema se hace inviable.
Esta sentencia es posterior a la negación del paradigma dominante: La economía tiene que crecer ilimitadamente y el desarrollo científico-técnico podrá eliminar cualquier escasez. Bermejo defiende la tesis de que esto solo sería posible si los recursos del planeta fueran infinitos.
El libro está dividido en cinco partes que partiendo de la denuncia del sistema y posterior desmembramiento del mismo pasa a explicar cual sería la única alternativa posible, la economía sostenible y los instrumentos principales para construirla. Parte esencial de la propuesta es la construcción de una economía solar, y en este apartado se analizan en profundidad todos los procesos energéticos incluidas las consecuencias y previsiones relacionadas con el petróleo. El autor sostiene que hay alternativas y las explica con evidente conocimiento y rigor. Terminará explicando el modelo de hiperconsumo y proponiendo políticas destinadas a su transformación en un consumo sostenible.
Se esté de acuerdo con Roberto Bermejo o no, este Manual para una economía sostenible es una demostración de cómo desde el rigor científico se puede defender que otros modelos son posibles y su debate es necesario. Las circunstancias que vivimos son una evidencia de la necesidad de alternativas. Este libro es un buen instrumento para profundizar en uno de ellos, el ecologismo de corte más solidario.

El tercero de los libros que traigo esta semana a El Polemista, es Agua, de Julian Caldecott (Ed. Libros del Lince). Aunque originariamente publicado en Inglaterra en 2007 esta editorial siempre comprometida ha decidido editarlo hace unos meses. Y con gran acierto, porque desde la procedencia del agua, su composición química, propiedades y comportamiento, hasta los análisis de regadíos, transporte, consumo… son desmenuzados con un torrente de datos y sin duda esta es la parte más estimable de la obra. Desgraciadamente la mayoría de nosotros desconocemos la importancia y la forma en que la distribución del consumo acuífero incide en nuestras vidas y en nuestro desarrollo económico. Un tercio del agua dulce disponible lo utilizamos en usos domésticos o industriales, mientras que el resto lo destinamos a la agricultura. Y sin embargo del total del agua existente solo representa el 3% y no tiene forma de ser sustituido. Es precisamente en la capacidad educativa de este libro en donde radica su mayor interés, porque es necesario hacer entender lo mal que tratamos al elemento que más necesitamos. Y si bien esta Agua nos propone soluciones (como en los libros anteriores algunas de ellas de difícil aplicación) nos sirve para asumir y comprender la necesidad de un cambio de rumbo en la explotación que realizamos del planeta.
“La mayoría de los problemas relacionados con el agua lo están también con decisiones que afectan a ecosistemas locales y al uso que en ellos se hace del agua. La crisis global está ahí, pero extiende sus raíces por decenas de miles de crisis locales causadas por millones de decisiones locales realizadas dentro de estructuras de poder locales, por personas que desean promover sus intereses en competencia con otros.”
Esta cita podría servir para ilustrar todo este artículo.
El epílogo, España y el agua, de esta edición lo ha realizado Juan López de Uralde, ex presidente de Greenpeace y candidato electoral de la ecologista Equo, y aunque no aporta demasiado sí quiero adherirme a su última frase:
“Hablemos, por tanto, del agua con sosiego, pero pensando en la necesidad de actuar sobre su consumo, en vez de seguir pensando en como aumentar su oferta.”
Se agradece el glosario final aunque se echa en falta una buena bibliografía sobre el tema en este libro.

En conclusión, la ecología ha dejado de ser un marco irrealizable e idealista donde no caben las propuestas claras y concretas. El ecologismo abandona su carácter utópico sesentayochesco para convertirse en una alternativa real y discutible que además de cuestionar nuestros modelos de vida nos da alternativas aunque en algunos casos la falta de realismo es palpable. Quizá muchas de ellas hoy son irrealizables pero es evidente que otras tantas son necesarias y merecen un espacio en nuestras lecturas, reflexiones y debates.

Otras entradas en EL POLEMISTA relacionadas con este tema:

El Planeta de los estúpidos de Juan López de Uralde, y el ecologismo que viene.


El espejismo nuclear de Marcel Coderch y Núria Almiron y, ¿Nuclear? No sé, gracias.


Comer animales de J. Safran, Los productos naturales ¡Vaya timo! De J.M Mulet, Lo que hay que tragar de G. Duch, y, ¿Pensamos lo que comemos?


A favor de los toros de Jesús Mosterín, y la tauromaquia.


Toros sí de Salvador Boix, y la defensa de la tauromaquia






4 comentarios:

  1. También en EL POLEMISTA:
    Alimentos bajo sospecha de Gustavo Duch y las alternativas al modelo alimentario: http://elpolemista.blogspot.com/2011/12/alimentos-bajo-sospecha-de-gustavo-duch.html

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  2. También en EL POLEMISTA:
    El arte de vivir ecológico de Wilhem Schmid, de la conciencia planetaria a la ecología inteligente:
    http://elpolemista.blogspot.com/2012/03/el-arte-de-vivir-ecologico-de-wilhem.html

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  3. También en EL POLEMISTA:
    La energía después de Fukushima de Cristina Narbona y Jordi Ortega, y, el debate que no se puede posponer:
    http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/06/la-energia-despues-de-fukushima-de.html

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  4. También en EL POLEMISTA:
    EN DEUDA de David Graeber, KEYNES, SU TIEMPO Y EL NUESTRO de Luis Ángel Rojo, y, otra forma de entender la realidad económica:
    http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/09/en-deuda-de-david-graeber-keynes-su.html

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