No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

jueves, 29 de septiembre de 2011

Los fascismos españoles de Joan Maria Thomàs, El ocaso de la verdad coordinado por Antonio C. Moreno Cantano, y la particular historia del fascismo español.

No era fácil abarcar un tema como el fascismo español, porque hablar de fascismo propiamente en España supone trabajar sobre una frontera muy difusa, la que separa conceptos como tradicionalismo, extrema derecha, fascismo… que si bien en otros países como Italia, Alemania, Rumanía… si han estado claramente separados en nuestro país no tanto.
Joan Maria Thomàs lo ha hecho con éxito en este Los fascismos españoles (Ed. Planeta):
“Nos encontramos, pues, ante un tema histórico apasionante y complejo: el de un partido fascista -Falange Española de las JONS- débil e incapaz de tomar el poder como sus homólogos italiano y alemán, pero que, gracias a un golpe militar que no había dirigido ni controlado, y a la voluntad de un caudillo, llegará a disfrutar si no de todo, sí de considerables cuotas de poder durante décadas, convirtiéndose en el partido fascista más longevo de la historia”.
El autor sitúa el nacimiento del fascismo español en diferentes organizaciones que como respuesta a fenómenos revolucionarios y a la disolución del orden social se ofrecerán en colaboración con el Estado a combatirlos. La primera de ellas sería la Liga Patriótica española (1919), grupo ultraviolento creado para la represión del nacionalismo catalán. Después otras como el Somatén, nacida como respuesta de organizaciones económicas y patronales catalanas a huelgas y desórdenes tendrá un papel instigador y entusiasta del golpe de Estado que el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera diera en 1923. Otras, como Camisa Negra o La Traza, Unión Patriótica… con mayor o menor grado de elementos propiamente fascistas colaborarán con el nuevo régimen y contribuirán a la extensión del autoritarismo, corporativismo, del centralismo y del antidemocratismo en sectores de la población. Más importante fue la Unión Monárquica Nacional, que en 1930, el año que moría en el exilio el ex dictador, reunía a varias de las organizaciones citadas con ex ministros del régimen anterior para evitar cualquier tipo de avance hacia un sistema parlamentario de partidos en España. José Antonio Primo de Rivera será su subsecretario. Más radical aún, el Partido Nacionalista Español, nacido para abortar el “complot judaico masónico” que amenazaba al país.
Un momento decisivo será la publicación de La Conquista del Estado por parte de Ramiro Ledesma Ramos y sus correligionarios donde se promulgaba una revolución nacionalsindicalista de corte antidemocrática, antiizquierdista y anticonservadora capaz de cambiar el sistema económico. Se trataba de una adaptación de la doctrina fascista a la realidad española. El apoyo de fascistas como Ernesto Giménez Caballero permitió que La Conquista del Estado se convirtiera en semanario de lucha y de información política. El grupo terminó por fundirse en la nueva Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista y en las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica de Onésimo Redondo Ortega. La glorificación de Castilla, la religión y la agricultura, el antisemitismo y el ultranacionalismo estarán presentes en su ideario.
Serán gente como José Antonio Primo de Rivera, Sánchez Mazas, Ruiz de Alda los que crearían el Movimiento Español Sindicalista, recabaron apoyos en incluso en 1933 Primo se entrevistó con Mussolini recibiendo cierto impacto mediático y protagonismo personal. El movimiento no tardó en convertirse en Falange Española (nombre proveniente de la antigua unidad de combate macedónica) para fusionarse posteriormente con las JONS y crear así Falange Española de las JONS, un partido con vocación de milicia con honores, saludos, castigos, arrestos… Varias vicisitudes e incluso deserciones no evitaron que la colaboración de sus militantes asturianos con el ejército en la represión de la Revolución de Octubre de 1934 les dieran suficiente protagonismo como para ser recibido y felicitado por Lerroux. El año antes José Antonio había logrado un escaño parlamentario, pero no puedo evitar que las divisiones y divergencias dividieran al Partido y le dejarán sin apoyos económicos. En 1936 concurrirían a las elecciones no obteniendo ninguna representación pero curiosamente el movimiento comenzó a crecer gracias a elementos decepcionados de la CEDA de Gil Robles. La colaboración directa en el golpe del 17 de julio convirtió a los falangistas en un partido de masas.
Una vez pasadas las tres primeras partes del libro donde el autor analiza la génesis del fascismo español y su desarrollo hasta alcanzar el poder, este Los fascismos españoles entra en una fase más interpretativa pero probablemente más interesante:
“La paradoja fue que cuando Falange había comenzado a ser un auténtico partido de masas fue absorbido en uno nuevo creado por el Caudillo, quien además se autodesignó su jefe nacional”. Se refiera Joan Maria Thomas a la unificación con la Comunión Tradicionalista para disgusto de la gran parte de los carlistas que terminarían alejándose del ella. Y la cosa no fue bien en un principio hasta el punto que provocó la rebelión de personajes como Hedilla, por cierto tema muy bien tratado en el libro como la etapa de partido único del Régimen que dejará a Ramón Serrano Suñer como referente absoluto gracias a la simpatía que fue capaz de generar en los falangistas legitimistas comandados por la familia de José Antonio Primo de Rivera. Los abusos en la Guerra de los falangistas junto con cedistas y carlistas no pasan desapercibidos en la obra, en una etapa que supondrá un gran cambio, ya que la Falange se planteará abiertamente la “falangización-fascistización del Estado” con Serrano como punta de lanza. Pero otros sectores del franquismo no lo permitirían y la fascistización del Estado solo abarcó el periodo que transcurre entre el final de la Guerra y el fracaso de Serrano a la hora de intentar la hegemonía del Partido por encima de estos incluida la entrada en la Guerra Mundial. Fue en estos años en los que se creó un gran número de organizaciones asistenciales, sindicales… dependientes del Partido, pero la realidad es que la FET en 1942 cuando cesa a Serrano Suñer no es más un elemento absolutamente domesticado y sometido al Generalísimo con su sector legitimista completamente al servicio de Franco.
Los enfrentamientos entre falangistas y monárquicos (tanto carlistas como partidarios de Juan de Borbón) en la etapa Arrese, las “desgermanización” de la posición española en el conflicto europeo, anteceden al aletargamiento del falangismo en las altas instituciones del Estado.
“Pero lo verdaderamente crucial fue que FET y de las JONS-Movimiento Nacional no fue suprimido. Demostró así Franco, su jefe nacional, la voluntad de no prescindir de un aparato y tendencia política al que le debía su existencia, le era extremadamente fiel y dotaba a su régimen de mecanismos de movilización, encuadramiento y asistencia popular que le resultaban extremadamente útiles a la hora de ejercer su poder y mantener el juego de equilibrios en el seno del bloque político y social que dirigía”.
La llegada del desarrollismo económico dio un papel muy relevante a los sectores del Gobierno controlados por el Opus Dei y encabezados por López Rodó, hombre fuerte de Carrero Blanco. Durante los sesenta los tecnócratas ocuparán grandes cuotas de poder sumándose a esta lucha entre “opusdeistas” y falangistas la que libraban los aperturistas contra los inmovilistas.
El declive del Régimen, la conflictividad social y la muerte de Carrero si bien sacará a los tecnócratas del poder traerá reformas políticas de importancia que comenzarán con la creación de varias asociaciones políticas, que aunque nutridas por el Movimiento, no impedirán que uno de sus más importantes dirigentes, Adolfo Suarez fuera el que por un decreto del 1 de abril 1977 declarara extinguido el Movimiento Nacional e integrara sus organizaciones dependientes  en distintos ministerios.
El último capítulo está dedicado a otras organizaciones fascistas de los últimos años del franquismo donde la extrema derecha y el fascismo quedarán muy difuminados como en el caso de Fuerza Nueva o la neonazi CEDADE y que son muestra de la dificultad que en nuestro país la extrema derecha ha tenido para articular un discurso moderno que no se alimente de la nostalgia del pasado.
La obra, cierra con las obligadas notas, una bien seleccionada bibliografía y un útil diccionario onomástico.
Este es un buen ensayo, donde su autor consigue recorrer la historia y la lógica del fascismo español además de detallar su historia en un texto muy asequible que además goza de una lectura muy fluida. Si alguna pega hubiera que ponerle sería la dificultad a la hora de delimitar lo que es el fascismo como movimiento, pero ciertamente la adaptación al caso español lo hace complicado porque muchos de los elementos del modernismo fascista no se dan en el caso español o quedan muy difuminados por diferentes circunstancias.

El ocaso de la verdad, Propaganda y prensa exterior en la España franquista (1936-1945) (Ed. Trea), es una propuesta interesante. Una decena de historiadores coordinados por Antonio César Moreno Cantano, no siempre con idéntico resultado en lo cualitativo analizan el lenguaje propagandístico franquista en el exterior. Este libro solamente por el hecho de lo poco publicado que hay sobre el tema ya tiene su importancia, aunque supone una oportunidad perdida por cuanto carece de un buen análisis de la comunicación y el lenguaje en términos ideológicos, no así el aspecto puramente histórico donde sin duda aporta de manera notable. Tampoco ayuda la edición en un formato más propio de una revista monográfica que de un libro temático si por ello entendemos un estudio profundo que incluya génesis, desarrollo y final del objeto tratado.
Distintos especialistas analizan desde el lenguaje deshumanizador y sesgado del franquismo para desacreditar al enemigo republicano, hasta hechos muy concretos como la Exposición Internacional de Artes y Técnicas de la Vida Moderna (París, 1937) donde ambos bandos, uno, el republicano, en el Pabellón Español, y el otro, el franquista, instalado en el de la Santa Sede, van a realizar un combate simbólico donde habrá duelos desiguales en materia artística como los desempeñados por Picasso en el primero y José María Sert en el segundo.
Más discutible parece el estudio de la imagen que según su Hugo García, el bando autodenominado nacional pretende transmitir en el exterior: “… marcado contraste entre el intento de los sublevados de aprovechar  las oportunidades abiertas por la formación del eje ítaloalemán y sus esfuerzos para mantener una apariencia de continuidad respecto a la tradición española en materia de política exterior, oscilante entre la neutralidad y la subordinación a la entente anglofrancesa”.
Interesante aunque muy marcado en el plano ideológico, es también el análisis del asunto en EEUU que concluye demostrando que frente al apoyo popular a la causa republicana las clases dirigentes prefirieron seguir los pasos de la diplomacia británica y mantenerse en la no injerencia.
De interés me ha resultado el capítulo de María Gómez Martín sobre la hispanidad como cauce propagandista del franquismo:
“En el caso nacionalista, la estrategia a seguir dividida en varios planos – diplomacia, ideología falangista y cultura- había convertido a Hispanoamérica en una especie de laboratorio donde poder ensayar sus experimentos. El proyecto de futuro que España quería exportar, bajo el pretexto de la hispanidad, a latinoamérica comprometía la participación de una ávida Falange que ambicionaba extender su ideología y concepción del Estado…Es decir, aspiraba a simular el vetusto Imperio español”.
Muy relacionado con el desarrollo de los acontecimientos en las pugnas interiores del primer franquismo y del artículo anterior está la interesante tesis de Eduardo González:
“…el nacionalismo de Falange, profundamente anclado en la mitología del Imperio, resultaba irreconciliable  con el formulado desde los populismos autóctonos, cuya idea de patria seguía íntimamente ligado al mito histórico de la lucha por la independencia contra España”.
La sintonía ideológica y política, entre España y los países del Eje son objeto de estudio en los capítulos finales del libro. La censura de autores judíos, la descarada propaganda a favor de Alemania, se enmarca en el proyecto de Serrano Suñer de alinear a España en el nuevo proyecto de orden europeo que preparaba el nacionalsocialismo alemán y sus aliados. El papel de la prensa española en la publicidad de estas cuestiones anteceden al capítulo final de libro, en el que Antonio César Cantano, el coordinador de la obra, analiza los diferentes modelos y organismos de prensa en los países del Eje durante la II Guerra Mundial:
“El principal rasgo distintivo del régimen español en cuanto al control de la prensa y que lo alejaba del sistema imperante en Alemania e Italia era la censura previa, tanto en la Italia de Mussolini como en la Alemania de Hitler, obedecía al deseo de evitar el carácter monótono de la prensa, incompatible con la que concebían como la misión primordial de la propaganda: atrapar persuasivamente al lector”.



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