Nadie se ha inventado lo del cambio climático; sabemos el desarrollo del clima a lo largo de la historia a través de diversas fuentes: el más efectivo lo hacen diversos instrumentos, aunque en este caso tenemos registros del último siglo y medio, pero solo en Norteamérica y Europa. Sin embargo son otros muchos los que nos dan certezas, por ejemplo la documentación de floraciones, registros, informes, anotaciones, diarios… que serían información directa sobre la evolución del clima. Pero obviamente tenemos otras formas que aportan gran cantidad de datos, además de las simulaciones de clima por Inteligencia Artificial u otros tecnológicos, naturales, los testigos de hielo pueden dar datos de más de 400.000 años, en casos como los de Groenlandia o los Andes muy fiables de los de nuestra era. Sabemos la incidencia que han tenido factores inusuales como los volcánicos, de la actividad humana los tenemos desde 1860 por el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Dendocronología (anillos en los árboles que por su grosor permiten ver incidencia climática), registros coralinos y núcleos sedimentarios marinos o lacustres, los equilibrios hidrológicos nos dan cuenta de las sequías pasadas… en suma, podemos afirmar sin ninguna duda qué desarrollo ha tenido el clima en la historia y las consecuencias de este, desde destrucción de civilizaciones a cambios en todas las formas de vida, enfermedades, hambrunas… y las sequías, quizá la mayor de las amenazas que sufre el ser humano. Somos más dependientes que nunca del agua, grandes urbes que dependen por completo de ella en todo el planeta. Lo asombroso es que siendo absolutamente capaces de comprender el cambio climático, lo somos también de comprobar la incidencia de la actividad humana en él. ¡Y aun cómo ante la magnitud del problema existe negacionismo al respecto!
Tiene muy difícil solución, el negacionista
realiza un cóctel de selección de datos, negación y afirmación de expertos a la
carta, existencia de conspiraciones, lógicos errores en todo cálculo o negación
de la ciencia para llegar a toda la realidad, cuando no realidades políticas o
geopolíticas inevitables como la diferente disposición de países o actores
internacionales: “el cambio climático es un montaje chino para urdido para
debilitar la competitividad de la industria estadounidense”. Donald Trump.
En este sentido la experiencia da pocas esperanzas,
porque, y eso es lo peor, el negacionista en más “negacionista” que lo que
niega y cualquier causa encaja en su actitud. Y la cuestión es que el
negacionismo tal y como lo entendemos hoy es un fenómeno posterior a la IIGM,
nace con la puesta en duda de los efectos del tabaco en la salud por parte de
las compañías tabaqueras. Pero es cierto que lograron generar un mecanismo de
posicionamiento en el mundo infalible: la identidad. La gente se posiciona no
por lo que quiere, sino por lo que es. Así politólogos y sociólogos observamos
como cada vez más y con desesperación la información no solo no hace cambiar de
posición, sino que al contrario, genera cerrazón, mayor cuanto más extrema es
la posición. Y esto vale para cualquier negacionismo a Izquierda o Derecha (los
hay en ambas posturas).
Volvamos al cambio climático: en la última década la
aceptación del calentamiento global es unánime, solo posiciones muy irredentas
lo cuestionan. El debate está en el efecto de la actividad humana en él,
mientras en la comunidad científica es casi unánime la certeza al respecto -por
cierto este dato lo desconoce o niega el negacionista- en la población no siempre
y ciertamente hay campañas de intereses políticos y corporativos que van en esa
dirección. Pero no siempre fue así, este problema no existía cuando George H.W.
Bush anunció en 1980 una gran batalla contra el efecto invernadero. Esta
posición por ejemplo en los Republicanos norteamericanos ha estado presente
hasta 2008 de forma velada (hasta el Premio Nobel de la Paz para Al Gore y la
publicación de su libro “Una verdad incómoda” poco antes), ahí cambió todo y
comenzaron las campañas públicas al respecto. Y nos encontramos con el muro de
la desinformación, desgraciadamente infranqueable por parte del mundo
científico y racional. Es que como todo negacionismo se atrinchera en la
desinformación y la distorsión de cualquier razonamiento que tenga origen en la
Ciencia. Sabemos incluso cuáles son las entidades y corporaciones privadas y
estatales que generan las emisiones. Pero no crean, no necesariamente quien más
contamina en más negacionista, EEUU y Australia encabezan la lista, no China,
el mayor emisor de gases de efecto invernadero.
Escribo estas líneas tras los desastres acaecidos en
Hawái o el julio más caluroso de la historia documentada como la temperatura de
los océanos o la reducción de hielo. Es en todo el planeta. En el caso español,
pero obviamente extrapolable, la subida de temperaturas hace estragos en
sectores estratégicos como el turismo, la agricultura, la energía, la salud y
el patrimonio cultural, ya no es una cuestión opinable, simplemente, con los
datos y la información que tenemos es afrontarlo o no.
El negacionismo es un problema en sí mismo de muy difícil
solución, lo hemos visto en cuestiones tan sensibles recientemente como el
coronavirus, algunos negacionismos como el terraplanismo ha pasado al humor,
pero son muchas, y no quiero enumerarlas para no abrir debates, las que están
ahí y las que vendrán.
En El Polemista tendrán reseñas al respecto, algunos ejemplos
La
verdad de la pandemia, quien ha sido y por qué de Cristina Martín Jiménez, y,
la revolución “conspiranoica” : https://elpolemista.blogspot.com/2020/07/la-verdad-de-la-pandemia-quien-ha-sido.html
https://elpolemista.blogspot.com/2020/06/el-antitodismo-la-diarrea-del-populismo.html
ÍNDICE COMPLETO DE EL POLEMISTA: http://elpolemista.blogspot.com/2022/12/indice-de-el-polemista-hasta-2023.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario