No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

lunes, 11 de septiembre de 2023

Hombres de Richard V. Reeves., y la masculinidad descontenta, un libro de alto voltaje.

Decir que un libro va a traer cola es un tópico, pero ciertamente este sitúa al hombre como perdedor de su tiempo en plana oleada de Reacción contra la sociedad woke, queer, feminista… y cala en parte de la sociedad la idea de “hombre perseguido” por desigualdades legales, de cuotas, de consideración social, de derechos civiles… que se traduce en organizaciones sociales y políticas reactivas si no es bien entendido y solo sirve como munición para estas será un problema. Además Hombres (Ed. Deusto) aparece en España en plena polémica como la del caso Rubiales, su actitud machista y la supuesta “cacería” que algunos sectores de la sociedad denuncian contra él, ya dimitido pero con el tema, sumado al victimismo del personaje, está en plena efervescencia. Aquí en El Polemista se trataba hace unos días la cuestión de la Reacción en ¿Dictadura de lo correcto o Reacción? Cultura de la cancelación, por Jorge Navarro Cañada http://elpolemista.blogspot.com/2023/09/dictadura-de-lo-correcto-o-reaccion.html

Quizá por eso Richard V. Reeves, el que fuera en 2017 según Politico Magazine uno de los pensadores más importantes del mundo, consejero principal de Nick Clegg, y hoy tiene papel importante en think tanks relevantes o en medios como The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal… advierte respecto a que sufrimos una crisis de masculinidad que alimenta a la extrema derecha, porque este libro puede ser discutible en las guerras culturales, pero no es un alegato ultraderechista en ningún caso:

“Los conservadores han prestado más atención que los progresistas a los crecientes problemas de los niños y los hombres. Pero su agenda resulta igualmente inútil. Su planteamiento adolece de tres grandes deficiencias. Primera, muchos conservadores alimentan las quejas masculinas para obtener beneficios políticos, lo que, simplemente, genera más ira y descontento. Segunda, sobrevaloran la importancia de las diferencias biológicas entre los sexos en lo que respecta a los roles de género (una imagen especular de la tendencia progresista a descartarlas por completo). Tercera, consideran que la solución a los problemas de los hombres está en el pasado y no en el futuro, a través del restablecimiento de las relaciones económicas tradicionales entre el hombre proveedor y la mujer cuidadora. En lugar de ayudar a los hombres a adaptarse al nuevo mundo, los conservadores los seducen con promesas del viejo (…) En todo el mundo, los hombres han sido más proclives que las mujeres a apoyar a partidos de derechas o de protesta. En Suecia, por ejemplo, uno de cada cuatro hombres apoyó a los ultraderechistas Demócratas de Suecia en un sondeo de 2015, el doble de apoyo que entre las mujeres. En Alemania, sobre todo en el este, los hombres han virado bruscamente hacia la derecha política. En 2017, un tercio de los hombres sajones votaron al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania.”

No ayuda el prólogo de Juan Soto Ivars, a estas alturas nadie se puede sorprender del personaje, probablemente la última persona recomendable aquí, quizá sí de su alegato por excesivo, que se mete en algún charco cuando menos discutible o de muy necesaria matización: “Y no se habla de brecha de género en todos estos ámbitos porque siempre es el sexo “privilegiado” el que se lleva la peor parte (…) En algunos casos incluso se retuercen las estadísticas para borrar el padecimiento masculino. Es lo que pasa con la violencia de pareja.”

Pero dicho esto, Reeves muestra como mientras la vida de la mujer se ha transformado, la de los hombres no. Sería así falso el mito feminista de la “masculinidad tóxica”, el varón se encuentra sumido en un pronunciado declive económico, psicológico, social y educativo en todos los países industrializados siendo el principal damnificado de los cambios socioeconómicos de las últimas décadas. Mientras la mujer no ha dejado de incorporarse al mercado laboral por la feminización de algunas profesiones, el hombre ha salido de él.

Influye en ello los cambios educativos en favor de la mujer de las últimas cinco décadas, en EEUU en 2019, la brecha de género respecto de las licenciaturas era quince puntos mayor que en 1972 en favor de ellas. Y es que sistema educativo estaría perjudicando a los chicos que en los países de la OCDE fracasan un 50% más en tres materias escolares clave: matemáticas, lectura y ciencias.

Por si fuera poco y en parte consecuencia de ello, la trayectoria del hombre va a la baja en adquisición de competencias, tasas de empleo, categoría profesional y niveles salariales reales: “Las máquinas suponen una amenaza mayor para los trabajadores que para las trabajadoras por dos razones. En primer lugar, las ocupaciones más expuestas a la automatización tienen más probabilidades de emplear a hombres. (…) Las mujeres, en cambio, son mayoría en profesiones relativamente seguras de cara a la automatización, como la atención sanitaria, los servicios personales y la educación. En segundo lugar, los hombres carecen a menudo de las competencias que requiere un mundo automatizado”.

Así nos encontramos según el autor con que los salarios de las mujeres han aumentado de forma generalizada en las últimas cuatro décadas frente al estancamiento de los hombres, incluso “hay escasas evidencias de que las mujeres cobren menos que los hombres por hacer el mismo trabajo de la misma manera. Las mujeres cobran menos porque hacen un trabajo diferente o trabajan de forma diferente, o ambas cosas.” Se matiza respecto a la maternidad, esta deja rezagada a la madre. Sin embargo el papel del hombre que culturalmente se asoció a proveedor se ha desmantelado por la independencia económica de las mujeres, pero la cultura y la política están estancadas en un modelo obsoleto de paternidad, muy alejado de la realidad económica dando lugar a un “déficit de padres”, con hombres cada vez más incapaces de desempeñar el papel tradicional de sostén de la familia y que aún no han dado el paso hacia uno nuevo. Estaríamos ante un fenómeno de sufrimiento en el hombre multiplicando por tres las tasas de suicidio de este respecto al femenino.

“En la dinámica centrífuga de la política de guerra cultural, cuanto más se incline la derecha hacia un extremo, más lo hará la izquierda hacia el otro, y viceversa. La izquierda descarta la biología, la derecha se apoya demasiado en ella. La izquierda ve una guerra contra las niñas y las mujeres; la derecha ve una guerra contra los niños y los hombres. La izquierda patologiza la masculinidad; la derecha patologiza el feminismo.”

Algún detalle del libro que ilustra lo documentado que está (ayuda la riqueza de notas, citas, la edición y sus gráficos) y que se trata de un libro diferente, capítulos como el dedicado a los niños y hombres negros sorprenderá al lector español:

“Creo que los prejuicios estadounidenses más profundos tienen su origen en el racismo contra los negros (…) La idea de que todas las personas que no son blancas están en la misma situación y moralmente ofensiva y empíricamente errónea. El racismo contra los negros es el principal desafío, y es cuando menos tan grande para los hombres negros como las mujeres negras.” Sin embargo fuera de esa categoría el autor añade el “racismo de género que afronta el varón negro”.

También hay su análisis al hombre pobre, el refugio en el nacionalismo blanco, la religión, los opiáceos…

Tienen su apartado destacado las propuestas de Richard V. Reeves:

1-Retrasar un año la escolarización de los chicos (trata también la cuestión biológica ente sexos. 2-Más hombres profesores (hay evidencias de que los profesores varones mejoran los resultados de los chicos). 3-Aumento de la formación profesional frente a la obsesión universitaria. (Países como Islandia (el más igualitario del mundo) o Escocia ya estarían tomando medidas en este sentido, los escoceses estarían aumentando la representación masculina en las universidades).

En materia laboral aumento por cuota de presencia masculina ahora mermada, y en cuanto a la paternidad: “Primero, el derecho a permisos remunerados iguales e independientes. Segundo, un sistema reformado de ayudas a la infancia. Tercero, oportunidades de empleo favorables a los padres (…) la custodia legal por defecto debería ser la compartida, una custodia en la que, siempre que sea posible, los hijos pasen el mismo tiempo con cada uno de sus progenitores”.

Como ven estamos ante un libro llamado a generar polémica, probablemente muy discutible por tratarse de temas muy líquidos en los cuales las estadísticas y las conclusiones son fácilmente variables dependiendo de dónde se ponga el acento, pero no está mal acercarse a posiciones que difícilmente se ven plasmadas de forma abierta y que desgraciadamente habitan en una parte de la población, reflejándose en comportamientos sociales, económicos, morales y políticos. Y no olvidemos que en plena era de la identidad y la posverdad, las cosas son como se sienten y perciben, no como realmente son.

Encontrarán El Polemista numerosas entradas que tocan directa o indirectamente la cuestión, especialmente la femenina. Su índice general http://elpolemista.blogspot.com/2022/12/indice-de-el-polemista-hasta-2023.html.



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