No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

martes, 5 de septiembre de 2023

“Antes de la tormenta”, Rubiales como desastroso ejemplo, por Jorge Navarro Cañada.

Déjenme utilizar la rabiosa actualidad para hacer una reflexión.

Hemos visto en el caso Rubiales como continuidad del título de Campeonas del Mundo de la Selección de Fútbol de España en los últimos días un ejemplo de cómo una noticia sustituye a otra hasta el punto de transformarla; ello a una gran velocidad e inmediatez, al final la mente nos hace la mala jugada de plantarnos ante nosotros la desagradable figura del demencial presidente de la RFEF cuando pensamos en el fútbol femenino español. ¡En tiempo récord! O en su defecto una de sus víctimas, Jennifer Hermoso. Pero no quiero ir al tema en concreto, quiero usarlo como ejemplo del análisis que debemos hacernos sobre cuál hubiera sido nuestra reacción o la de la sociedad en su conjunto si las noticias al respecto las hubiéramos recibido por otros canales diferentes, entre otras, a las redes sociales o a la velocidad de los móviles como receptores de titulares como complemento a otros. El beso de Rubiales a Hermoso en primera instancia pasó casi desapercibido, en minutos se convirtió en noticia en sí mismo, en algunos más en juicios y en solo horas opinión y debate. Tanto que la sociedad pasó de no darle importancia a verlo un gesto de machismo inaceptable y días después asistir a una reacción propia de las guerras culturales por la cual una parte de la sociedad veía cómo se ponía en cuestión la relación entre hombres y mujeres. Más allá de la opinión que nos genere lo sucedido – no entro en ello- en incuestionable que nuestra reacción hubiera sido diferente si como hace unos años cada versión o percepción hubiera tardado días o semanas en llegarnos, tanto en prensa escrita diaria o semanal, o quizá quincenales, revistas mensuales, incluso panfletos o libros. ¿Sería más acertada por pausada y sosegada nuestra conclusión?

Estos días aparecía en España Antes de la tormenta (Ed. Crítica), libro de Gal Beckerman que justamente plantea que la digitalización nos lleva a una aceleración ex­cesiva que degrada el debate. Nos pone el ejemplo tras la llegada de la Imprenta a nuestras vidas el abrumador avance en el cambio social para bien. Esa revolución científica la sitúa como prueba de progreso de los movimientos sociales cuando se les da el tiempo y el espacio para gestarse antes de difundirse ampliamente. La velocidad de la difusión es clave, necesitamos tiempo para pensar la noticia, el análisis o el mensaje. Asistimos hoy a delirios que comienzan con la denuncia de un abuso y en horas se transforman en la desaparición de una organización o institución entera perdiéndose la intención inicial del mensaje. Eso nos demuestra que si la imprenta difundió y transmitió progreso, el wasap, el tuit, el SMS… lo pueden corromper o hacer retroceder en tiempo récord. ¡Es la velocidad! Esa es la conclusión de Gal Beckerman y en su Antes de la tormenta aparecen análisis de ecosistemas comunicativos de varios siglos que hicieron posibles avances como el abolicionismo de la esclavitud o el sufragio femenino de forma lenta pero segura, lo hacían a través de cartas, panfletos, diarios locales… que dejaban abiertas las reflexiones y debates sociales que nos hicieron avanzar. Como crítica a la tesis, solo añadir que no todo progreso es “progresista” -creo que se entiende- porque a veces esos recursos han servido para el retroceso.

¡Más que recomendable su lectura!



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