No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

sábado, 19 de abril de 2014

Historia mínima del País Vasco de Jon Juaristi, una respuesta intelectual al mito nacionalista.


A estas alturas nadie va a descubrir a Jon Juaristi y sus polémicas, pero en plena ofensiva del nacionalismo periférico encontrar visiones históricas tan claras sobre realidades repetidamente manipuladas y tergiversadas puede ser un ejercicio muy sano; y es que si en su día la visión homogeneizadora de España era la oficial e indiscutible, hoy los nacionalismos y regionalismos en algunos casos han logrado imponer como indiscutibles relatos históricos destinados a justificar y dar soporte al mito nacionalista correspondiente.
Este Historia mínima del País Vasco de Jon Juaristi (ed. Turner) si de algo puede presumir es de concretar y posicionarse desde el prólogo: “… no creo que exista ni haya existido nunca la nación vasca (…) A lo largo de la historia, las gentes que han vivido  en el País Vasco se han sentido pertenecientes a diversas comunidades imaginadas. La historia del País Vasco se ha caracterizado siempre por lo que Juan Pablo Fusi llama pluralismo…” (de Fusi encontrarán en El Polemista su Historia mínima de España : http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/01/historia-minima-de-espana-de-juan-pablo.html ). Y es que Jon Juaristi, y es fundamental para comprender el conjunto del texto, sostiene como Renan que la nación es una comunidad forjada por la historia sostenida por la voluntad de sus miembros de seguir perteneciendo a ella, y utilizando la tesis de Benedict Anderson que apunta que toda nación es una “comunidad imaginada”, concluye que sin embargo no toda comunidad imaginada es una nación, y lo sostiene con ejemplos como la familia ampliada, el clan medieval, los partidos políticos, la umma…
Punto por punto este catedrático desmonta el relato histórico del nacionalismo vasco, lo que hace que este libro tenga un carácter que supera ampliamente lo histórico para ser un ensayo de marcado carácter político.
Lo que constituye el rasgo distintivo más saliente de la identidad vasca es el hoy tan minoritario eusquera; rechazando las teorías del vascoiberismo y quitándole el brillo mítico con el que a veces se le barniza:
“La época de formación de la lengua no debió de ser muy anterior a la Edad Media. En efecto, el eusquera parece un producto más de la turbulenta fragmentación lingüística de la Romania: un caso liminar, como el rumano, en el que la lengua de los colonizadores estuvo en contacto con otra u otras de diferente familia.”
El análisis es profundo, en él además de la historia del País Vasco se abordan cuestiones que van desde el clima a la vegetación, donde el roble a pesar de su peso simbólico cede al haya el título de más abundante.
La mitografía ha distorsionado  la realidad histórica, y si para la prehistoria se reserva el mito de la formación de la etnia vasca en continuidad con las poblaciones cazadoras-recolectoras del Paleolítico, en la Antigüedad se impone el de la resistencia y conservación de una independencia y cultura propia frente a la romanización; Juaristi es rotundo, no existió tal aislamiento de Vasconia respecto a la romanización, como la también mitificada belicosidad vascona en el periodo visigodo responde a circunstancias diversas muy alejadas de explicaciones étnicas o de “comunidades imaginadas”. Sirvan estos como ejemplos del trato de la historia vasca en este Historia del País Vasco, detallada y erudita, no tiene sentido recorrerla en una reseña como esta, pero sorprenderá al lector la conjunción de “puntería” e “ironía” en un texto tan breve, sin duda culpable de la agilidad y facilidad con la que se lee este libro.
Resulta muy clarificador el viaje por la “contrailustración” y el carlismo vasco, el movimiento fuerista, y como no, el nacionalismo vasco y Sabino Arana:
“Sabino pretendía haberse convertido en nacionalista vasco un día de 1882, en que su hermano Luis le reveló que los vascos no eran españoles, pero es más que probable que su deriva hacia un nacionalismo abiertamente separatista comenzase en 1888, año en que el carlismo sufrió la escisión de los integristas. Arana Goiri reconocía haber simpatizado con estos desde entonces y, en parte, su nacionalismo supone una respuesta al vacío político en que quedó el integrismo tras su ruptura con la dinastía carlista.”
Si bien la relación entre nacionalismo e intereses de clase vinculados a la burguesía industrial podía haber tenido más protagonismo en el análisis de la evolución del PNV, tampoco Jon Juaristi renuncia a sus sesgo ideológico para analizar los años previos y la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera; pierde, a mi juicio el autor, la oportunidad de explicar la evolución de los nacionalismos periféricos en España con la coyuntura económica del siglo XX y de manera determinante con la Gran Guerra de la que celebramos centenario.
La cuestión que Juaristi llama “cultura y conflicto” deja este texto que pidiendo de antemano disculpas por su extensión me ha resultado especialmente significativo por retrospectivo en la historia vasca para explicar conflictos actuales:
“Desde la época romana, como vimos, hay una dicotomía que condiciona la vida del país: la oposición ager /saltus. En la baja Edad Media, se reemplaza por otra, la de ciudad /campo, o si se prefiere, villas /tierra llana, que seguían siendo aún determinante en el siglo XIX. Tales oposiciones imponen una dualidad, configuran dos sociedades diferentes y a menudo enfrentadas. Y por supuesto, culturas distintas. Sobre ellas se establece otra serie de oposiciones: progreso /tradición o revolución / reacción, por ejemplo. Lo que sucede con la modernidad industrial es que la dualidad se complica: la cultura urbana penetra en el campo a través de la producción industrial y destruye la cultura tradicional, pero, a la vez, hace emerger otra serie de culturas nuevas, no necesariamente opuestas. En el caso de Vasconia, a comienzos del siglo XX encontramos un panorama cultural complejo. No es ya una sociedad dual lo que percibimos, sino un conjunto de culturas superpuestas.” Jon Juaristi considera que en España, el Estado de la Restauración  no supo convertir la pluralidad vasca en pluralismo.
Del relato vasco en la II República, la Guerra Civil y el Franquismo, el autor pide la revisión de lo que considera otro mito como es la persecución del euskera en este último periodo, afirma un descenso del entusiasmo tradicionalista respecto a la cultura eusquérica, pero demuestra la publicación de gramáticas y vocabularios de dialectos vascos. Resultará muy sorprendente al lector esta última parte del libro por débil, el siglo XX merecía una mayor relevancia en el conjunto, también las últimas décadas, y la contextualización del momento presente claramente deficitaria, muy decepcionante, quizá Juaristi no se sienta cómodo en ella por su trayectoria, aunque termina con un mito discutible aunque posible:
“Y como algunos tópicos resultan verdaderos, también lo es que en Vasconia se come mejor que en ninguna parte del mundo”.

Historia mínima del País Vasco es un sano ejercicio de revisión histórica cuando el discurso particularista manda en determinados sectores; son necesarias las “historias” alternativas, el debate sobre el mito, la conclusión alcanzada a través de los hechos frente a la historia a la carta de nacionalismos que en estos días alcanzan su paroxismo.
Ya se trató en El Polemista la cuestión con Para entender la cultura vasca de Bruno Camus Bergareche: http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/06/para-entender-la-cultura-vasca-de-bruno.html o Allí donde ETA asesinó de Willy Uribe: http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/04/alli-donde-eta-asesino-de-willy-uribe-y.html  y las entradas dedicadas al nacionalismo son numerosas, la última respecto al catalán con el recientísimo Paciencia e Independencia de Francesc de Carreras: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/04/paciencia-e-independencia-de-francesc.html , o antes en términos generales con Breve historia de los nacionalismos europeos de Javier López Facal: http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/02/breve-historia-de-los-nacionalismos.html y es que en efecto, cualquier nacionalismo es un mal que en la mitografía encuentra un valiosísimo aliado.


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