La tesis central que defiende Vicent Flor en Noves glòries a Espanya (E, Afers) sería la siguiente:
El conflicto que a causa de la difícil adaptación del tardofranquismo y la transformación profunda de la estructura económica en la Transición, surge entre dos concepciones antagónicas de la valencianidad como son el fusteranismo (basado en el pensamiento de Joan Fuster que propugna abiertamente que la identidad catalana es la misma que la valenciana: «No es que la bandera valenciana sea igual que la catalana. Es que es la misma. Al igual que la lengua, y tantas otras cosas»), y el blaverismo, (reacción a los primeros y defensores de la particularidad valenciana, exaltación de lo español y regional frente a lo catalán). De esta batalla saldrán vencedores los segundos hasta el punto de que hoy, más de tres décadas después, el blaverismo ha impregnado de tal manera la realidad de Valencia que a través de la simbología, los medios de comunicación, los rituales regionales… ha logrado dominar todos los aspectos y ámbitos de realidad valenciana. Y precisamente, al análisis de los orígenes, desarrollo, movimientos y actuales comportamientos del blaverismo es a lo que está dedicado Noves glòries a Espanya.
“El populisme blaver, a més, radiografiarà la societat valenciana amb una visió maniquea i simplista, dualista. D’ una banda, tindríen el poble, la gran majoria de valencians “autèntics”, als quals s’apela a la defensa unitària de la valenciania (…), i, d’una altra, la minoria de “renegats”,”enemics de València” i al servei de l’ “imperialisme català”.
Traducido: “El populismo blavero, además, radiografiará la sociedad valenciana con una visión maniquea y simplista, dualista. Por un lado, tendrían el pueblo, la gran mayoría de valencianos “auténticos”, a los que se apela a la defensa unitaria de la valencianidad (…), y, por el otro, la minoría de “renegados”, “enemigos de Valencia” y al servicio del “imperialismo catalán”.”
Y es que en efecto, Vincent Flor considera que este populismo regionalista se nutre de la intransigencia, el victimismo, la manipulación… para anular por completo el elemento modernizador y progresista implícito en el fusteranismo.
Es sin duda la parte documental de la obra su punto más fuerte. La profusión de datos, nombres, citas… hacen de este libro un probable referente para el estudio de la realidad valenciana de hoy en día aunque habrá que tomarlo con calma porque la crítica, a veces con nombres y apellidos es verdaderamente brutal. En este sentido no tiene desperdicio el capítulo Els “cabdills” carismàtics: Lizondo, Rita i Sentandreu. El título lo dice todo, seguro que a los aludidos no les ha gustado.
Hay elementos del libro de gran interés y quizá por ello especialmente discutibles. Por ejemplo, en el análisis del origen de la nacionalización española en Valencia (como comunidad imaginaria adherida al concepto de estado-nación):
“El procés de nacionalitzacio espanyola, doncs- malgrat l’altíssim nivell d’analfabetisme al Pais Valencià: 46% de masculí i 70% de femení el 1867 (…), s’anava produint sense entrar en conflicte amb la creació d’ una identitat regional i ho feia mitjanÇant la pràctica de la lectura en veu alta (en casinos, tallers i llars), els programes escolars i diverses pràctques de la cultura popular com las aficions de masses (la festa “nacional” dels bous o la zarzuela, per exemple), per la qual cosa l’espanyolitat no es produí nomes per l’accio nacionalitzadora de l’estat (mes o menys “dèbil” segons quins punts de mira) sinó també, ens agrade o no, per l’acció d’una parte significativa de la societat civil valenciana”
Traducido: “El proceso de nacionalización española, pues –a pesar del altísimo nivel de analfabetismo en el País Valenciano: 46% del masculino y 70% del femenino en 1867 (…)-, se iba produciendo sin entrar en conflicto con la creación de una identidad regional y lo hacía mediante la práctica de la lectura en voz alta (en casinos, talleres e hogares), los programas escolares y varias prácticas de la cultura popular como las aficiones de masas (la fiesta “nacional” de los toros o la zarzuela, por ejemplo), por lo que la españolidad no se produjo sólo por la acción nacionalizadora del estado (más o menos “débil” según qué puntos de vista) sino también, nos guste o no, por la acción de una parte significativa de la sociedad civil valenciana.”
La cita es larga pero ilustrativa de cierto simplismo a la hora de analizar los antecedentes históricos del objeto de análisis. Igualmente al fechar el origen de la “anticatalanidad” en el siglo XX ignora que desde el siglo XIV ya hay intentos diferenciadores desde Valencia con respecto a lo catalán cuando no abiertamente enfrentados a partir del XV coincidiendo con el auge económico de los valencianos (en este sentido el propio Joan Fuster tiene obra de gran interés).
En fin, Noves glòries a Espanya es un excelente medio para acercarse al estado actual del fusteranismo y la problemática a la que se enfrenta en una Comunidad valenciana donde efectivamente hay elementos muy preocupantes de consolidación de un sentimiento regional anclado en premisas claramente artificiales relacionadas con la lengua, la invención de la historia o símbolos que mezclados con la situación política que hoy vive Valencia pueden formar un cóctel explosivo. Quizá en ese contexto se pueda entender algo tan lamentable y condenable como el salvaje ataque que sufrió la presentación de este libro hace unos días en una conocida librería de la capital valenciana por parte de elementos de extrema derecha. La sola imagen de individuos destruyendo libros y agrediendo a quienes asisten a sus presentaciones nos retrotae a lo más repugnante de nuestro pasado y por ello merece condenarlo sin medias tintas.
Destacar por otra parte la magnífica edición realizada por la editorial Afers donde no faltan los imprescindibles en este tipo de libros (aunque no siempre presentes) anexos, índices onomásticos, cronologías o la magnífica bibliografía reseñada.
Hace algunos años, al acercarme por primera vez a los textos de Joan Fuster sentí la sensación de que el autor negando la filosofía de Ortega y Gasset la estaba reivindicando sin darse cuenta. A pesar de la teórica contradicción entre las tesis del sabio madrileño y el intelectual valenciano al final todo el fusteranismo acaba denunciando la intrínseca anticatalanidad que subyace en la identidad valenciana mayoritaria. Es más o menos la misma denuncia que en su día Ortega realizara de la identidad catalana con respecto a lo castellano.
En El Polemista se han tratado anteriormente cuestiones relacionadas con las identidades y nacionalismos en España:
Catalunya, España: Encuentros y desencuentros de José Enrique Ruiz-Domènec y la desafección creciente: http://elpolemista.blogspot.com/2011/04/catalunya-espana-encuentros-y.html
La España e los otros españoles de Carles Bonet y el encaje de Cataluña en España: http://elpolemista.blogspot.com/2011/02/la-espana-de-los-otros-espanoles-de.html
La nación inventada de Arsenio e Ignacio Escolar, y los mitos nacionales: http://elpolemista.blogspot.com/2011/01/la-nacion-inventada-de-arsenio-y.html
También en El Polemista: Residuals o indepndents de Jordi Pujol: http://elpolemista.blogspot.com/2011/09/residuals-o-independents-de-jordi-pujol_08.html
ResponderEliminarTambién en EL POLEMISTA:
ResponderEliminarCataluña ante España de Albert Balcells, y la necesidad de diálogo entre Cataluña y el resto de España: http://www.elpolemista.blogspot.com/2012/02/cataluna-ante-espana-de-albert-balcells.html
También en El Polemista ante el 1-O
ResponderEliminarEspaña contra Cataluña: la falacia del nacionalismo catalán, de Jorge Navarro Cañada:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2017/09/espana-contra-cataluna-la-falacia-del.html