Escribo estas líneas pocas horas después del abandono desesperado
de Oriol Junqueras de la manifestación frente a la Cumbre España-Francia en
Barcelona. El hecho, por simbólico, no pierde en absoluto significado de
profundidad: Puigdemont, el president fugado que llamaba a esta movilización,
ya sabe que es lo que queda del independentismo, solo el 4,2% de la ciudadanía
catalana (peor dato desde el inicio del Procés -las mayúsculas son
intencionadas- ) cree que este acabará en independencia, está totalmente
dividido y enfrentado quedando él en tierra de nadie al no representar ya a
nada definido, muy al contrario, se encuentra claramente enfrentado a la
mayoría de ERC ahora en el govern.
Conviene recordar como toda esta historia comenzaba
cuando Artur Mas pedía el referéndum de independencia tras haber querido
imponer el “pacte fiscal”. Fue entonces cuando el nacionalismo catalán de
derechas iniciaba lo que hemos llamado “Procés” y lograba aglutinar en él a
sectores que iban desde los más conservadores de lo que era CIU hasta grupos “anarcoides”
como CUP, los mismos que asaltaban poco antes el Parlament (15 de junio de 2011,
donde el propio Artur Mas fue atacado, su coche golpeado y zarandeado, teniendo
que acceder a la Cámara en helicóptero) y negaban la legitimidad al Estado,
primero español, y después al que pudiera surgir de ese Procés. Fueron las divisiones
delirantes dentro de las coaliciones “imposibles” que se formaron en ese
contexto las que provocaban al grito de “traidores” la Declaración Unilateral
de Independencia (DUI), esos mismos que proferían aquellas acusaciones como
Gabriel Rufián u Oriol Junqueras quienes ahora huyen de las manifestaciones
independentistas al mismo grito y para asombro de cualquiera, reciben los
deseos de prisión de parte de quienes hablan en nombre del fugado Carles
Puigdemont.
Sería largo profundizar en cómo y por qué se ha llegado
aquí, en este blog pueden encontrar desde su inicio, de hecho hay varias
reseñas de libros, artículos y participaciones de personajes de todo tipo,
desde quienes participaron de la “estafa” de la independencia “gratis” con entrada
en la UE casi directa y con futuro de gran riqueza como Germà Bel, podrán aquí
leer comentarios suyos indignado a otros actores importantes en este tema,
algunos que provocan hoy la sonrisa burlona como Antonio Baños con el que El
Polemista presentaba con él su Posteconomía cuando Baños era un
activista más próximo al 15M que al “procesismo”.
Escribo estas líneas “de emergencia” porque creo que el día de hoy marca un antes y un después que va a precipitar acontecimientos que tendrán repercusión no solo en la política catalana, también en la española y porque ante el mundo, y mientras Emmanuel Macron y Pedro Sánchez firmaban su acuerdo, el independentismo catalán se despedazaba y Carles Puigdemont veía antes de lo que se esperaba como su historia está condenada al patetismo, y cómo ERC comprueba con tristeza el absoluto fracaso de compaginar el juego institucional con la emoción movilizadora.
¿Y qué viene ahora? Es de difícil respuesta, la destrucción del organigrama político y de partidos imprescindibles en democracia en la Generalitat es de tal magnitud que solo ante un periodo de recomposición -forzosamente moderado y de lealtad institucional con la legalidad- podría servir para ello. Sin duda, partidos como ERC o el PSC serán claves en ello desde Cataluña, desde Madrid tendrán que colaborar quienes aspiren a gobernar España con una visión pragmática incompatible con la revancha o el “ajuste de cuentas”. Y lamentar que España sea un país tan polarizado como para no entender que la victoria común, la del Estado de Derecho, corresponde a todos los españoles y que haber utilizado esta historia como arma política desmerece a quienes lo han hecho.
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