Un
año después de la victoria de Donald Trump y en plena exhibición obscena de sus
“poderes absolutos” la realidad electoral evidencia el descontento a sus
políticas, la reacción Demócrata, y le da un serio aviso de cara a las elecciones
de medio mandato.
Pero
mientras el mundo, y especialmente el propio Donald Trump, pone el foco sobre
la victoria de Zohran Mamdani en Nueva York, se daban los resultados que
realmente preocupan a Trump por ser los que suponen una amenaza global en EEUU
más allá de fenómenos concretos y llenos de particularidad como el neoyorkino.
En
Virginia, Abigail
Spanberger y en New Jersey, Mikie Sherrill, dos Demócratas de perfil
pragmático adaptable a la realidad nacional del país, se proclamaban gobernadoras
de sus respectivos Estados de forma muy holgada rompiendo dinámicas electorales
que han sido clave en la victoria de Donald Trump en 2024. Mientras, en
California, la iniciativa del gobernador Gavin Newsom de modificar el mapa
electoral del Estado en respuesta a la manipulación de distritos republicana en
Texas, obtuvo también una gran victoria. En Pensilvania, los tres demócratas
candidatos al Supremo estatal ganaron sus comicios y mantienen la mayoría.
Semejante
derrota el mandatario en la Casa Blanca decía al respecto que “el cierre de
gobierno fue un gran factor negativo” y al fácil “yo no estaba en las papeletas”.
En
realidad muchos norteamericanos estaban diciendo no a la degradación autoritaria
que impone Trump, sus delirios proteccionistas que ya muestran un claro
encarecimiento de la vida y abren el camino a la incertidumbre, las políticas
discriminatorias con claro sesgo de gratuidad e ilegalidad… y una aprobación
bajo mínimos de su mandato que según las encuestas no pasa del 37%. A pesar de
ello, el Republicanismo se negaba a aceptar la derrota, sirva como ejemplo Mike
Johnson, presidente de la Cámara de Representantes: “Lo que pasó anoche es que
estados y ciudades demócratas votaron demócrata”. No es cierto, hay que
insistir en que dinámicas de voto que habían sido clave en la victoria
Republicana un año antes se estaban revirtiendo.
El
fenómeno que más atención recibe de lo sucedido lo ha protagonizado Zohran
Mamdani en Nueva York.
Juventud,
novedad, frescura, originalidad, simpatía, alegría, ilusión, ruptura… como propuesta
política lo tenía todo si conseguía vender un programa disparatado por irrealizable,
no sólo en contexto, también en forma, por carecer de realismo no tiene ni viabilidad
competencial, pero ciertamente es un revulsivo que si logra “aterrizar” y
conformarse con lo posible aunque alejado de la propuesta inicial y el ideal,
habrá sido mucho. En caso contrario las consecuencias serán justamente las
opuestas a lo que persigue.
N.Y.
es una ciudad Demócrata: Kamala Harris había obtenido más del 68% de los votos un
año antes, y a pesar de ser una clara victoria lo era aun menos de lo habitual
donde los candidatos Demócratas arrasan normalmente. Y sin embargo Mamdani
obtenía más de un millón de votos, algo inédito desde 1969 en el que lo logró
John Lindsay. Como la participación electoral, la más alta en medio siglo,
fueron a votar 2,4 millones de neoyorkinos.
Originario
de Uganda, socialista, musulmán, defensor de la Globalidad, de los inmigrantes,
de las causas “justas”, amigo de las minorías, rapero (antes Young Cardamon, en
su hit Kanda decía: “me gustas tanto que quiero comprarte un vaca”),
propalestino (en una ciudad con una gran comunidad judía, desde Israel se le
acusa de ser “candidato de Hamas”) , antidesahucios con experiencia activista
en ello… es todo un ejemplo de aquello que puede odiar la Derecha
antiglobalista, todo un ejemplo de aquello que engloban en la etiqueta “Woke”.
Con
una jefa de campaña de 27 años casi toda ella ha girado en torno a 100.000
voluntarios y sus videos en redes sociales. Todo un ejemplo de la deriva
antitecnicista y de negación de la información y la comunicación profesional,
reglada y regulada, ha logrado llegar a todos los sectores de la sociedad a la
que se dirigía. Toda una exhibición de la política espectáculo con una estética
a medio camino entre el pop y la comedia televisiva adaptada al teléfono móvil donde
los colores, la diversión y la ilusión ha calado en un electorado necesitado de
ella para movilizarse en todo un gesto de resistencia al Sistema. Nada tan
alternativo desde que la alt-Right hiciera lo propio con movimientos como MAGA
desde el lado opuesto pero también sobrepasando las formas políticas tradicionales,
tanto como para fagocitar al Partido Republicano. ¿Logrará esta Izquierda
alternativa controlar el Partido Demócrata? Bernie Sanders, ¿habrá encontrado
su candidato perfecto?
Quienes
creen que lo sería son los Republicanos y Donald Trump; un modelo tan antagónico
a la visión del mundo de la mayoría de los norteamericanos podría ser una
garantía de victoria, de hecho en su comparecencia el Presidente se centraba en
Mamdani e intentaba ignorar el resto de victorias Demócratas.
Mientras el neoyorkino prometía superar problemas como la vivienda, sanidad, transporte, educación… garantizándolas para todos desde el ayuntamiento de Nueva York, las candidatas vencedoras en Virginia o New Jersey hacían declaraciones del tipo “no se respeta a los electores si les hablamos solo con titulares y tampoco si les hacemos promesas imposibles (…) Está bien hablar de identidad y valores democráticos pero lo más importante es que hablemos de economía, del encarecimiento de la vida, de la inflación y de cómo mantener el poder adquisitivo”. Coinciden Spanberger y Sherrill respecto a las prioridades en vivienda, sanidad y demás servicios públicos: “no tengo una varita mágica". A estas declaraciones de Spanberger, la flamante vencedora en Virginia pide "No decir cosas raras porque somos profesionales de la política obligadas a comunicar con claridad y respeto”.
Ciertamente su perfil, 46 años y tres hijos, ex agente
de la CIA, diputada electa en 2019 como en la cámara de representantes, o el de
Mikie Sherrill, piloto de helicópteros y también un perfil profesional, son un
problema para Donald Trump.
La democracia necesita estímulos, pero se nutre de
pragmatismo y del arte de lo posible, no del artificio. La respuesta a la revolución
Reaccionaria que estamos sufriendo tiene que hacerse desde la realidad y con
personas capaces de llegar a toda la ciudadanía. Convencer desde aquello que se
puede contrastar, sin ruido y con respeto y claridad implica a un programa
político definible y contrastable con lo posible, en fondo y forma
competencial, presupuestaria, cuantificable.
Estoy convencido que revertir esta oleada de Derecha autoritaria en casi todo el mundo requiere de una vuelta a la senda de la Democracia Liberal en los Estados Unidos de América, y eso sólo es posible a través de un Partido Demócrata asentado en la realidad y las posibilidades de los norteamericanos, no en la ficción de las redes sociales o el delirio deseable pero imposible.
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Imagen: Nick Anderson Editorial Cartoons II: “Ass kicking
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