No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

martes, 8 de marzo de 2016

Negociando con China de Henry M. Paulson, JR, y, ¿el gigante se tambalea?


Un presidente de Goldman Sachs desde 1999 a 2006 y Secretario del Tesoro de Estados Unidos (2006-2009) bajo el mandato de George Bush hijo como Henry Paulson que ha estado tanto en su calidad de banquero como de político negociando con China durante dos décadas y media mientras esta evolucionaba a lo que hoy es, tiene muchas cosas que contar, aunque es probable que este libro escrito hoy tuviera elementos diferentes.
Negociando con China (Ed. Deusto) comienza situándose en la China de 1997 una semana después de la muerte de Deng Xiaoping: “Deng había sido el arquitecto de los extraordinarios cambios que vivía China. Con sentido común, fuerza de voluntad e implacable pragmatismo, había liberado el país de sus cadenas ideológicas y concebido una marca única de «socialismo con características chinas», introducido los principios del mercado y fomentado la empresa individual en la economía, empezando con la agricultura y continuando con la industria y el sector financiero. Los resultados de sus iniciativas de “Reforma y Apertura” iniciadas en 1978, habían sido espectaculares como mínimo. Después del caos político y económico de los últimos años de Mao, el producto interior bruto de China había ascendido con incrementos anuales medios de casi dos dígitos durante dos décadas, sacando de la pobreza a centenares de millones de personas. Abundaban los alimentos básicos, antes escasos.”
Mientras Jiang Zemin tranquilizaba anunciando continuidad en esa línea también había elementos ortodoxos del Partido Comunista Chino que se oponían a que el país abandonara el marxismo o que los trastornos causados por los cambios pudieran desestabilizar la nación, ello a punto de la devolución de Hong Kong para lo que Deng había concebido la fórmula de “un país, dos sistemas”.
Es importante el contexto que señala el autor porque Deng Xiaoping había liderado el periodo histórico conocido como “segunda generación” y que además de la introducción del capitalismo había supuesto la conservación del mando político-militar unido con episodios de gran represión como en 1989 en la plaza de Tiananmen y la “tercera generación” liderada por Jiang Zemin separarán claramente el mando político del militar avanzando en las reformas.
Después vendría el periodo por ellos llamado del “desarrollo científico” liderado por Hu Jintao en que China adelantará a Japón como segunda economía mundial y ahora estamos en el tiempo de Xi Jimping en un momento clave que alcanzará su punto álgido en 2017 cuando cinco delos siete miembros del Comité Permanente del Buró Político deban retirarse debido a su edad en un contexto de incertidumbre económica lo que garantiza una nueva época.
Me permito de momento, aviso al lector, hacer más incidencia en la cuestión política y de actualidad  China interpretada por mí que en el ámbito de los negocios en lo que más incide Henry Paulson, máxime porque aunque el autor avisa, la posición del gigante asiático hoy parece mucho más desfavorable que el año pasado cuando se edita el libro “A pesar de los éxitos de China y de los miedos de muchos ciudadanos de Estados Unidos, el país asiático no es una máquina imparable que ha inventado un modelo económico mejor que el nuestro y acabará dominando pronto el mundo. Más bien al contrario. Su sistema económico necesita una importante remodelación y tiene escasos imitadores. Su sistema político no tiene ninguno. Exagerar la fortaleza de China es tan arriesgado como infravalorar su potencial”
Y es que la evolución del yuan, la fuga de capitales y una deuda que empieza a recordar lo que hemos vivido en Occidente estos años atrás que sufre China comienzan a ser elementos  que plantean serias dudas sobre si se pudiera estar a puertas de una crisis de gran importancia que frenara la que parecía una imparable evolución y parece evidente que del éxito de su imprescindible reconversión industrial dependerá la futura prosperidad.
Henry Paulson en este Negociando con China aborda otra cuestión importante, siempre desde una visión estadounidense de la que ya indica “Una encuesta llevada a cabo por Pew Research Global Attitudes Project publicada a mediados de 2013 mostraba que la aprobación de los norteamericanos con respecto a China había caído catorce puntos en dos años, quedando en un 37 por ciento. La actitud negativa de los chinos respecto a Estados Unidos había aumentado, en cambio, hasta el 53 por ciento, un incremento de siete puntos. Los políticos de ambos países jugaron con estos sentimientos negativos. Las andanadas contra China se convirtieron en una herramienta popular de campaña en Estados Unidos. Los nacionalistas chinos instaron a Pekín a desafiar el orden regional asiático dominado por Estados Unidos. La necesidad de cooperar se transformó en ambos bandos en confrontación(…)China desconfía de las bases militares y las alianzas que Estados Unidos mantiene en su periferia, y no le gusta en absoluto el hecho de que barcos y aviones operen y lleven a cabo labores de vigilancia en la zona. Teniendo todo esto en cuenta, los norteamericanos no deberían llevarse a engaño y pensar que en la próxima década no sólo nos enfrentaremos a una China más asertiva y nacionalista, sino también más potente y capaz, con una armada mucho mayor y más moderna, con armamento avanzado, con una sofisticada capacidad para la guerra cibernética y con la intención de hacer sentir su presencia en Asia y más allá.”
Introduzco esta cita larga porque en la actualidad China realiza la mayor reorganización de sus fuerzas armadas desde 1950 para “ganar guerras” en palabras del propio Xi Jimping, lo cual no solo es un motivo y consecuencia de la intensificación de las demandas territoriales y la escalada armamentística que sufre la región Asia-Pacífico, la presencia de intereses chinos a proteger en todo el mundo o la amenaza terrorista proveniente del oeste chino, también es un intento de Xi Jimping de centralizar más todas las estructuras, también la militar, bajo su tutela.
Ahora sí, el aspecto de los negocios es esencial en este libro, las indicaciones van desde lo puramente práctico, “en China, los mensajes se emiten de maneras que no son siempre directas, ni mucho menos; y, por lo tanto, es imprescindible saber leer e interpretar los signos”, o lo económico “llevan tiempo ansiosos por incrementar su participación e influencia en los bancos tradicionales de desarrollo, pero los actuales accionistas se han mostrado reacios a disminuir su participación. Estados Unidos debería liderar la ayuda para que las instituciones del sistema internacional se adapten a la llegada de nuevos actores como China y conservar la estabilidad que el mundo da por supuesta”, y dos cuestiones a las que el autor da mucha importancia, la preocupación a nivel de seguridad nacional por su capacidad para llevar a cabo la guerra cibernética y el del robo de secretos de empresas norteamericanas afirmando que absolutamente todos los consejeros delegados de empresas estadounidenses que conoce le han hablado de algún que otro intento —a veces exitoso— de origen chino de entrar en el sistema informático de sus firmas. “¿Y qué pasa con las quejas que los norteamericanos tienen con respecto a China? Algunas, como las acusaciones de robo de propiedad intelectual, son legítimas, y deberíamos mostrarnos firmes y decididos en cuanto a buscar una solución. Otros temas, como la pérdida de puestos de trabajo y la gran cantidad de nuestra deuda que está en manos chinas, son complicados, a menudo están distorsionados y se basan, en parte, en cálculos erróneos o en conceptos básicos de economía malentendidos.”
Una advertencia final:
“Pekín ha funcionado muy bien en un sistema económico y de gobernanza global que en gran parte configuró Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Pero no deberíamos hacernos ilusiones y pensar que China se limitará a aceptar eternamente este sistema con la forma que actualmente tiene. De hecho, China ha estado probando alternativas. Un ejemplo de ello es el notorio lanzamiento del New Development Bank por parte de China y los cuatro restantes países del grupo conocido como BRICS, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica.”

En fin, China es evidentemente un foco de atención a todos los niveles, en los últimos años oscila ello entre la admiración y el temor y en mi opinión este segundo unido a la preocupación por la evolución de uno de los países claves en las exportaciones mundiales serán determinantes; y habrá momentos de grave tensión militar, especialmente con sus vecinos, y ello que al mismo tiempo que China necesita sacar músculo militar también requiere un contexto favorable para continuar con su preponderancia asiática.


En el índice de El Polemista encontrarán diversas reseñas sobre China o relacionados: http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/12/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html





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