No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

domingo, 3 de abril de 2011

Yo maté a Sherezade de Joumana Haddad, Las tradiciones que no amaban a las mujeres de Mª. Teresa Gómez-Limón.- La Mujer en mundo árabe y el feminismo que viene.

Traigo esta semana dos libros que aunque vienen al caso por tratar el papel de la mujer en sociedades donde existe una preeminencia absoluta del varón, no comparten en absoluto la misma filosofía.
El primero, Yo maté a Sherezade (Ed. Debate), es un auténtico “puñetazo en la mesa” de su autora la cristiana libanesa Joumana Haddad. En él, expone la situación de la mujer árabe independientemente de su religión sin el más mínimo tapujo. Nos habla de sexo, libros, feminidad, fé… desde una defensa feroz del individualismo frente a una sociedad a la que define en estos términos y que bien podría sintetizar una gran parte del mensaje del libro: “La mentalidad árabe está en crisis, y por eso quiere que todo el mundo esté en crisis también. Quiere cerciorarse de que no se planteará ninguna pregunta que pudiera trastornar el statu quo. La mentalidad árabe no puede hacer frente a las preguntas porque las preguntas pueden perjudicar y alterar la calma turbia de la ciénaga”.
Joumana Haddad recela de todo lo que forma colectividades en el mundo árabe, lo considera cerrado y enconsertado, completamente incapaz de dejar espacio al desarrollo personal en ningún campo vital y se proclama como “avanzadilla” de los cambios necesarios en su entorno. Para ello utiliza el asesinato simbólico de Sherezade, la protagonista de Las mil y una noches, un personaje al que acusa de ser una auténtica conspiración contra la mujer árabe por enseñarla a hacer concesiones y negociar en sus derechos fundamentales. Frente a ella, defiende el mito mesopotámico de Lilith, la primera pareja de Adán (antes de Eva) que abandonó el Edén para vivir con su amante, como mujer inconformista y amante de la libertad.
Este libro tiene también un mensaje para el mundo occidental al que considera igualmente lleno de prejuicios solo capaz de ver colectividades donde hay individuos.
En resumen, (si es que es posible resumir un libro que  tiene tanto de manifiesto personal), Yo maté a Sherezade es un canto a la libertad donde no sale nadie ileso, desde las mujeres con velo a las occidentales que posan desnudas como “trozos de carne”, de los cristianos árabes a los musulmanes, de las feministas salidas del 68 que transformó al hombre en un enemigo de la mujer, al machismo que impide el desarrollo de la feminidad en total libertad e independencia.
Y por cierto, no quiero dejar de mencionar la caligrafía que da portada al libro y que ha sido obtenida de la palabra al-hurriya (libertad), es realmente hermosa.

El segundo libro que quiero comentar, Las tradiciones que no aman a las mujeres (Ed. Akal) es completamente diferente, incluso desde un punto de vista filosófico diría opuesto. A pesar de también reivindicar la individualidad por encima de la pertenencia al grupo se trata de un ataque claro y directo contra todo relativismo y más aun al multiculturalismo al que juzga como “políticas de identidad basadas en las diferencias culturales que han convertido a la cultura en una nueva forma de opresión”. Pero vamos por partes:
Este texto de Mª.Teresa Gómez-Limón con la colaboración de Isabel González (ambas diputadas del Partido Popular, la primera en la Asamblea de Madrid y la segunda en el Congreso) utiliza los casos personales de distintas mujeres para sumergirnos en diferentes tradiciones y usos contrarios a la dignidad femenina y por tanto a los derechos humanos. Casos de mutilación genital, lapidaciones, asesinatos, abortos selectivos, violaciones y agresiones por motivo de sexo en conflictos armados, la fístula obstétrica como consecuencia del uso de la mujer como mero elemento reproductor… aparecen claramente reflejados y posteriormente analizados en profundidad por las páginas del libro centrándose principalmente en el Islam y la India. En ambos casos y desde un punto de vista antropológico desgrana un argumento basado en lo intrínsico de la discriminación que la Mujer sufre en estas tradiciones. Frases como “la constatación de que no existe un Islam moderado, de que el fundamentalismo más atroz es lo que predomina en el Islam, es el hecho de que mujeres que han hecho críticas, que han puesto en cuestión alguno de los preceptos del Islam que violan los derechos humanos, que han tenido la valentía de levantar la voz, han sido amenazadas de muerte” o “en la India, las mujeres sufren un ciclo completo de opresión, en nombre de la religión y las costumbres, que va desde el nacimiento hasta la muerte”, dan  idea del mensaje que intenta transmitir la autora.
No obstante, y a pesar del evidente interés de la parte científica del libro me ha parecido importante el capítulo final en el que ya su título es una verdadera declaración de intenciones: Multiculturalismo frente a universalidad: Los defensores del relativismo cultural promueven la igual legitimidad de las diferentes visiones de la realidad, y frente a ello la autora defiende que no todas las creencias y valores son éticamente aceptables. Contrapone la mentalidad colectivista hegeliana causante del “espíritu de pueblo” a los valores igualitarios y universales de la Ilustración, y es en los primeros en los que sitúa a los multiculturalistas defensores de una identidad cultural inmovilista que está por encima de los individuos que constituyen el grupo. Critica con vehemencia a la asociación que determinados grupos políticos progresistas hacen del multiculturalismo con la tolerancia frente a la universalidad de los derechos humanos para sentenciar que el feminismo es incompatible con estas tendencias por cuanto la defensa de la mujer se debe hacer en tanto que individuos humanos, no colectivos.
En fin, Las tradiciones que no amaban a las mujeres es una buena muestra de las posiciones más conservadoras respecto a las formas de convivencia en nuestras sociedades y una demostración de que la defensa de la mujer ya no es patrimonio de ninguna ideología concreta, aunque también es un libro escrito desde la clara intención de justificar un posicionamiento ideológico utilizando los hechos y no al revés. Hasta ahora, antropólogos como Levi-Strauss habían recibido poca contestación, quizá esto pueda estar cambiando aunque de momento parece imposible avanzar en el conocimiento de otros pueblos sin la aceptación de la diferencia del otro, y al fin y al cabo ese es el inmenso legado de relativistas como el antropólogo francés. Cuando la autora denuncia el relativismo cultural se suma a una cruzada que en los últimos años y desde grupos muy conservadores se ha realizado contra las políticas de tolerancia con “la diferencia” en nuestras sociedades o fuera de ellas, olvidando que estas a veces no son más que la expresión de un principio de no intervención en cuestiones donde no aceptaríamos que nos intervinieran. Abstenerse de intervenir no necesariamente es tolerar ni mucho menos subscribir.
Termino diciendo que el importe íntegro de los derechos de las autoras se ha destinado a los proyectos de desarrollo que lideran las mujeres protagonistas de la obra.

Ambos libros son buenos exponentes del cambio del pensamiento que el siglo XXI aventura: Frente a las identidades nacionales que dejó el XIX y las sociales del XX emergen las individuales, y el feminismo posterior al sesenta y ocho no se está librando de la crisis de las ideologías que ya se ha tratado en este blog (ver http://elpolemista.blogspot.com/2011/03/indignaros-de-stephane-hessel-y-los.html ).




6 comentarios:

  1. “Y porqué matar a Sherezade? A lo mejor acabó realizándose plenamente como mujer al crear una familia y poder educar a sus hijos como los hombres y mujeres del mañana, sin dejar de sentirse libre y guardando su individualismo dentro del colectivismo musulmán. Y ese es el caso de muchas mujeres árabes, que no todas, que, aunque no sean políticas o ejecutivas, son veneradas y valoradas por gran parte de la sociedad donde viven,y no cambiarían su estatus por nada, y además son el motor del núcleo familiar.Por desgracia, en muchas sociedades del tercer mundo son oprimidas y explotadas por culpa de tradiciones ancestrales machistas y manipulaciones equívocas del Corán
    Yo vivo en Amsterdam, ciudad con gran reputación de multiculturalismo y tolerancia y creo realmente que lo es en el mejor sentido.Aquí ves todos los dias mujeres árabes con pañuelo en la cabeza conduciendo tranvías en la ciudad o médicos en los hospitales y creo ver un equilibrio entre tradición y libertad, repecto a la mujer, muy enviadiable para otras sociedades.”

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  2. Desde “occidente” condenamos ciertas costumbres que nos parecen intolerables para la dignidad de la mujer, pero creo que no nos hemos parado a pensar en lo que ven en nosotras. Por eso no debemos tan convencidas de que nuestros valores éticos y morales tienen porqué ser los universales y mucho menos, que éstos sean los “buenos” y universalmente aplicables.
    Creo que lo importante es poder ser una misma se encuentre en el lugar del mundo que se encuentre. El problema me surge cuando tengo que identificar el límite entre costumbre y violación de los derechos humanos y sobre todo, cuando se trata de los derechos de los niños y niñas. No me creo en la razón, pero si pienso que hay determinadas prácticas/costumbres que hay que tratar de eliminar, empezando por nosotras mismas.
    Pienso que está bien defender la individualidad, pero también hay que pensar en el grupo y empezar a ser más solidarias. Si las mujeres no empezamos a hacer autocrítica, difícil va a ser que el resto se convenza de la igualdad.

    SARA

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  3. Pienso que en el Islam, al igual que sucede con la religión católica habrá de todo, quien viva a gusto con sus creencias y no le importe verse relegada a un segundo plano si así se desarrolla como individuo y en colectivo........el problema surge cuando una mujer quiere salirse de ese ambiente "religioso" y desarrollarse por su cuenta, también tan respetable como las anteriores y que en la iglesia catolica (antes al menos) también tenían sus problemas para evadirse..........es cuestión de seguir luchando por los derechos de TOD@S........Un saludo LIBERTARIO......

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  4. EL POLEMISTA: La república islámica de España de Pilar Rahola, Nómada de Ayaan Iris Ali, y el Islam en Occidente. http://elpolemista.blogspot.com/2011/05/la-republica-islamica-de-espana-de.html

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  5. Acabo de leer el libro de "Las tradiciones que no amaban a las mujeres" y la verdad, no me ha gustado. Como opinas tú, el último capítulo es interesante, ya que critica ese relativismo con el que parece que tenemos que tolerar hasta lo intolerable de las otras culturas, y como decía Marc Augé (antropólogo) es mejor ver la cutlura desde el hombre y la mujer, que las culturas sirvan para el ser humano y no al revés. Yo no tolero, ni entiendo, la mutilación genital, por ej.
    De todas formas, el resto del libro parece una caza de brujas, una cruzada contra el Islam y otras culturas, y la verdad, se nota que no son antropólogas, porque no se puede copiar literalmente párrafos del Corán sin ver el contexto ni la metáfora de esos libros tan simbólicos (si harían lo mismo con la Biblia también encontrarían párrafos parecidos o más crueles.)
    En fin, los radicalismos nunca fueron buenos.
    Te paso un link de una entrada de mi blog que está dando mucho que hablar a juzgar por los comentarios, es de un libro de Fatima Mernissi: "El hiyab de las mujeres de occidente: la talla 38"

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  6. También en EL POLEMISTA:
    Gitanas de Claire Auzias, y la sociología de la integración:
    http://elpolemista.blogspot.com/2012/02/gitanas-de-claire-auzias-y-la.html

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