A esta hora es imposible saber cómo va a acabar la guerra
de Ucrania, pero estamos en condiciones de valorar el enorme error geoestratégico
de Vladimir Putin.
Primero no ha sabido comprender que un movimiento de esta
magnitud generaba un elemento de autoconsciencia de la OTAN que no existía
antes. Ello se traduce en un rearme generalizado de países a los que considera
enemigos en sus propios términos, y ello conlleva aislamiento internacional, si
esta guerra no cesa la próxima medida Occidental será la ruptura de relaciones diplomáticas
cerrando así a Rusia elementos esenciales en la Sociedad Internacional.
Segundo, el coste económico de la operación puede ser
descomunal; no solo por la movilización militar, sobre todo porque en este
momento estamos hablando de un riesgo real de Default con la bolsa de Moscú
inoperativa, tipos de interés que superan el 20% y devaluación del rublo de más
del 30% sometiendo a los rusos a una deflación irrespirable.
Tercero, elementos psicológicos y sociológicos de
magnitud; si el ucranio rusófono y quizá rusófilo asiste a la destrucción de su
país y sus conciudadanos adoptará una exaltación de su identidad ucrania en un efecto
de rusofobia inevitable. ¿De verdad a Rusia le interesa destruir aquello que
quiere dominar? Se suma a ello los efectos que esa rusofobia tendrá en todo
Occidente, afecta gravemente a la economía rusa por las consecuencias sobre sus
oligarcas que ya huyen a Rusia sabedores de lo que ocurre. Es simbólico, pero
el ejemplo de Abramovic es ilustrativo. En España estamos asistiendo a una
salida masiva de la costa mediterránea de rusos.
Cuarto y quizá más importante por sus consecuencias a
largo plazo, Rusia en su ruina queda dependiente de China como única forma de
financiación y apoyo internacional, pero este sería -cuanto menos incómodo- en
una potencia que sigue buscando la expansión y que no querrá aparecer como el
aliado del “maldito”.
Quinto, Rusia queda absolutamente descalificada en la
Sociedad Internacional, no solo porque su palabra no vale nada, sino que además
se presenta como un Estado “matón” que amenaza por completo a sus vecinos y que
en el caso de países como Georgia o Moldavia se convierte en insoportable. Es
probable que ni se le ocurra a Putin tocar territorio OTAN, pero también lo es
una tensión total con Suecia y Finlandia, la isla sueca de Gotland es
estratégicamente necesaria para Rusia si tuviera un conflicto con las Bálticas.
Sexto, es difícil creer que aunque Rusia consiga culminar
su operación en Ucrania pueda mantener un clima de estabilidad en el país que
acrecentará el coste de la misma.
Falta mucho por pasar, pero a esta hora -y no es la
filosofía de este blog- es como creo que estamos.
Foto El País.
También en El Polemista: Ucrania
y Rusia: evolución y contexto del conflicto, de Jorge Navarro, Rusia frente a
Ucrania, de Carlos Taibo, y el estado de la cuestión.
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