El Presidente Aznar se
considera un gran estadista, las clases que ofrecía en Georgetown le han
dado un tono de gran analista de la nueva realidad internacional y en
este libro, El futuro es hoy (Ed.
Península) la expone abiertamente, obviamente sin dejar de lado la
realidad nacional de la que también pondera. Pero una vez realiza un
ejercicio de autoafirmación, no pretende aportar nada al lector, se debe
a su autoestima.
José María Aznar lo
tiene muy claro, aunque este blog y él difícilmente coincidieran, deja la
cuestión española donde termina su libro, en esto inicial podríamos estar
de acuerdo; me permitirán que empiece por el final:
“He dejado España para
el final por varias razones. La primera de ellas es la habitual
confusión, sostenida y difundida por los medios, entre el populismo
“oficial” u oficioso y el populismo real, mucho más amplio y preocupante
que Podemos. Si entendemos por populismo la alternativa presentada por la
democracia totalitaria —radicalizada como democracia directa
plebiscitaria— a la democracia liberal, Podemos es solo una parte del
populismo en versión española. Y es, además, una versión invertebrada,
para tomar la expresión orteguiana. Con una dirección universitaria que
recuerda superficialmente a la del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) salido del Congreso de Suresnes (pero de una universidad mucho más
floja y devaluada intelectualmente que la de entonces), Podemos carece de
personalidades carismáticas, y abunda, en cambio, en caracteres
descaradamente picarescos. De hecho, han sido mucho más determinantes en
la ofensiva contra la democracia liberal en España los partidos y
movimientos nacionalistas del País Vasco y Cataluña, que han promovido —y
siguen haciéndolo— verdaderas democracias totalitarias en las comunidades
autónomas donde son hegemónicos. Sin los nacionalismos secesionistas del
País Vasco y Cataluña, el populismo español sería una broma.”
Es toda una provocación,
pero hay elementos en ella reales a considerar aunque vengan del que sin
duda ninguna en mayor medida es el Presidente de España donde la
corrupción formó parte de la identidad de Estado y bate record de
ministros y otros cargos encarcelados.
“En el caso de España, creo
que la corrupción tiene que ver con tres factores. El primero es la
explosión de prosperidad del país, concentrada en muy poco tiempo: España
ha pasado de ser una medianía económica a la prosperidad en cuestión de
pocos años. Detrás de muchos casos de corrupción, hay algo así como un
“síndrome del nuevo rico” (o del que quiere serlo). En segundo lugar, me
parece que no es casualidad que la corrupción se encuentre vinculada en
su mayor parte con administraciones distintas a la estatal —autonómicas y
municipales— que tienen atribuida prácticamente toda la gestión pública,
y en las que la cercanía entre la Administración y el administrado no
produce siempre los efectos beneficiosos que se le suele atribuir. Por el
contrario, en algunos ámbitos esa cercanía ha generado nuevas redes
clientelares. Cuanto más se han extendido estas redes, ampliando el
círculo de los beneficiados por prácticas corruptas y clientelares, más
se ha favorecido que esas prácticas fuesen socialmente aceptadas y que
incluso se llegara a considerar la corrupción como un mecanismo informal
de redistribución. Como tercer factor, hay que mencionar la relajación de
los niveles de responsabilidad individual y de las exigencias éticas.”
Pero es cierto que lo
deja para el final porque Aznar plantea con desesperación que el orden internacional amenaza con
fragmentarse y hace un planteamiento global.
Sigo con su visión de
España, demoledora en ocasiones en la que se plantea abiertamente que
toda visión de ella para los nacionalismos será transitoria.
Considera a Ciudadanos
un partido nacido para hacer de bisagra y sustituir así a los
nacionalistas en esa tarea, y lo enmarca en un proceso comparable a lo
ocurrido con Macron en Francia como una fuerza emergente que aunque ocupa
una parte amplia del centroderecha, también recibe de forma significativa
votos de la izquierda. Aznar avista una fuerte fragmentación de la
política española con una centrifugación de la derecha pero advierte que
el PP no es un partido desahuciado. Obviamente este libro está escrito
antes de los cambios que se han producido en el Partido Popular tras su salida
del poder.
Aznar defiende la
Constitución con un argumento defendible para cualquier demócrata, pero cuando
afirma la permanente deslealtad de los nacionalismos periféricos en
España parece que no recuerda a aquel eufórico Xabier Arzalluz en la
primavera de 1996 soltar aquel "He conseguido más en 14 días con
Aznar que en 13 años con Felipe González".
Obviamente Cataluña
tiene su sitio en este El futuro es
hoy:
«La radicalización del
nacionalismo lo lleva, casi de manera inexorable, a recuperar su discurso
más etnicista, con el que exhibe sus tendencias supremacistas,
absolutamente inasumibles en nuestro ámbito cultural y político. Los
escritos de Quim Torra —el presidente “limpio” de la Generalitat—, que no
son simples mensajes de Twitter, repiten los excesos más grotescos de
hispanofobia racista que se pueden encontrar en la literatura de Sabino Arana.
Pero, claro está, escritos en pleno siglo XXI, no a finales del XIX, y
por parte de quien fue investido como presidente de la Generalitat en
mayo de 2018.”
Propone mantener el
orden constitucional sin ambages.
A Mariano Rajoy le sitúa
en un plano neutro, lo coloca, como a González, en los dos gobernantes
que recibieron un cheque en blanco del electorado. Este libro sería
diferente si cuando se escribía se supiera que Pablo Casado era el futuro
del PP. (Si es que lo es o sólo supone una resituación temporal, ciertamente
con obvios efluvios del aznarismo, del aguirrismo y de otros pasado del
partido).
El populismo como mayor
peligro de las democracias, según Aznar estas no se convierten súbitamente
en dictaduras, son los populismos los que las conducen a ellas. En el
caso español los conecta muy directamente con los nacionalismos
En realidad El futuro es hoy empieza por Irán,
critica abiertamente la acción del gobierno Obama por dotarle a su país de
ventajas para lograr convertirse en potencia casi hegemónica e influyente
y apoya sin duda el cambio que al respecto ha realizado la administración
de Donald Trump.
Advierte José María
Aznar, si las tendencias actuales persisten, en 2023 China tendrá una economía
un 50% mayor que la de EEUU. Según él, la guerra entre ellos no es
inevitable pero tampoco imposible, no profundiza mucho en el asunto.
En América Latina
tenemos un primer grupo en calidad como democracias: Chile, Perú y
Uruguay. Obviamente los peores son Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
“Este mundo liberal está
en crisis por muchas razones, pero entre ellas destacan especialmente
cinco: 1) la creciente asertividad de sus detractores, de las potencias
revisionistas como
China, Rusia, Irán y Corea del Norte; 2) el gradual repliegue de Estados Unidos
del liderazgo y las responsabilidades globales, y la pasividad de la
Unión Europea, que nunca ha sido un actor estratégico; 3) la degradación
de las instituciones y de los valores democráticos y liberales; 4) la
vulnerabilidad interna que cada país experimenta en su política doméstica,
y 5) un cibermundo que abre un nuevo espacio de confrontación ampliamente
utilizado por los terroristas, el crimen organizado y los regímenes
autoritarios.”
Tiene sus reproches a Francia
y Alemania en la guerra en Irak en su supuesta alianza con Rusia, su “autocrítica”
consiste en pensar que la caída de Sadam Husein automáticamente cambiaba
el régimen del país hacia una democracia liberal. Aznar debe tomar
medidas de autocrítica, el cinismo se hace demasiado evidente en su
explicación.
Desafíos globales de
potencias revisionistas y terrorismos yihadistas, las armas nucleares,
Rusia como enemigo íntimo de Occidente y su alianza con China, la
creciente división de Europa, la peligrosa pendiente proteccionista de
EEUU y la regulación de las nuevas tecnologías son otras de las
preocupaciones de un José María Aznar previsible, que sigue siendo el
mismo y que tiene claro que posee todas las soluciones a cualquier
problema del mundo.
Es interesante
sumergirse en el planeta Aznar aunque sea desde la diferencia global de
concepto del mundo, pero el que fuera Presidente de España (formalmente
conserva el cargo de por vida) quizá ya no pueda recular en su
presentación ante el mundo como estadista y no como en realidad es, un
político con un vacío abrumador en su legado y la confusión entre
ideología y análisis.
La edición de Península
como es habitual impecable para el tipo de libro que tratamos.
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