No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 5 de octubre de 2018

El futuro es hoy de José María Aznar, y, la nostalgia del poder.



El Presidente Aznar se considera un gran estadista, las clases que ofrecía en Georgetown le han dado un tono de gran analista de la nueva realidad internacional y en este libro, El futuro es hoy (Ed. Península) la expone abiertamente, obviamente sin dejar de lado la realidad nacional de la que también pondera. Pero una vez realiza un ejercicio de autoafirmación, no pretende aportar nada al lector, se debe a su autoestima.
José María Aznar lo tiene muy claro, aunque este blog y él difícilmente coincidieran, deja la cuestión española donde termina su libro, en esto inicial podríamos estar de acuerdo; me permitirán que empiece por el final:
“He dejado España para el final por varias razones. La primera de ellas es la habitual confusión, sostenida y difundida por los medios, entre el populismo “oficial” u oficioso y el populismo real, mucho más amplio y preocupante que Podemos. Si entendemos por populismo la alternativa presentada por la democracia totalitaria —radicalizada como democracia directa plebiscitaria— a la democracia liberal, Podemos es solo una parte del populismo en versión española. Y es, además, una versión invertebrada, para tomar la expresión orteguiana. Con una dirección universitaria que recuerda superficialmente a la del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) salido del Congreso de Suresnes (pero de una universidad mucho más floja y devaluada intelectualmente que la de entonces), Podemos carece de personalidades carismáticas, y abunda, en cambio, en caracteres descaradamente picarescos. De hecho, han sido mucho más determinantes en la ofensiva contra la democracia liberal en España los partidos y movimientos nacionalistas del País Vasco y Cataluña, que han promovido —y siguen haciéndolo— verdaderas democracias totalitarias en las comunidades autónomas donde son hegemónicos. Sin los nacionalismos secesionistas del País Vasco y Cataluña, el populismo español sería una broma.”
Es toda una provocación, pero hay elementos en ella reales a considerar aunque vengan del que sin duda ninguna en mayor medida es el Presidente de España donde la corrupción formó parte de la identidad de Estado y bate record de ministros y otros cargos encarcelados.
“En el caso de España, creo que la corrupción tiene que ver con tres factores. El primero es la explosión de prosperidad del país, concentrada en muy poco tiempo: España ha pasado de ser una medianía económica a la prosperidad en cuestión de pocos años. Detrás de muchos casos de corrupción, hay algo así como un “síndrome del nuevo rico” (o del que quiere serlo). En segundo lugar, me parece que no es casualidad que la corrupción se encuentre vinculada en su mayor parte con administraciones distintas a la estatal —autonómicas y municipales— que tienen atribuida prácticamente toda la gestión pública, y en las que la cercanía entre la Administración y el administrado no produce siempre los efectos beneficiosos que se le suele atribuir. Por el contrario, en algunos ámbitos esa cercanía ha generado nuevas redes clientelares. Cuanto más se han extendido estas redes, ampliando el círculo de los beneficiados por prácticas corruptas y clientelares, más se ha favorecido que esas prácticas fuesen socialmente aceptadas y que incluso se llegara a considerar la corrupción como un mecanismo informal de redistribución. Como tercer factor, hay que mencionar la relajación de los niveles de responsabilidad individual y de las exigencias éticas.”
Pero es cierto que lo deja para el final porque Aznar plantea con desesperación que el  orden internacional amenaza con fragmentarse y hace un planteamiento global.
Sigo con su visión de España, demoledora en ocasiones en la que se plantea abiertamente que toda visión de ella para los nacionalismos será transitoria.
Considera a Ciudadanos un partido nacido para hacer de bisagra y sustituir así a los nacionalistas en esa tarea, y lo enmarca en un proceso comparable a lo ocurrido con Macron en Francia como una fuerza emergente que aunque ocupa una parte amplia del centroderecha, también recibe de forma significativa votos de la izquierda. Aznar avista una fuerte fragmentación de la política española con una centrifugación de la derecha pero advierte que el PP no es un partido desahuciado. Obviamente este libro está escrito antes de los cambios que se han producido en el Partido Popular tras su salida del poder.
Aznar defiende la Constitución con un argumento defendible para cualquier demócrata, pero cuando afirma la permanente deslealtad de los nacionalismos periféricos en España parece que no recuerda a aquel eufórico Xabier Arzalluz en la primavera de 1996 soltar aquel "He conseguido más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González".
Obviamente Cataluña tiene su sitio en este El futuro es hoy:
«La radicalización del nacionalismo lo lleva, casi de manera inexorable, a recuperar su discurso más etnicista, con el que exhibe sus tendencias supremacistas, absolutamente inasumibles en nuestro ámbito cultural y político. Los escritos de Quim Torra —el presidente “limpio” de la Generalitat—, que no son simples mensajes de Twitter, repiten los excesos más grotescos de hispanofobia racista que se pueden encontrar en la literatura de Sabino Arana. Pero, claro está, escritos en pleno siglo XXI, no a finales del XIX, y por parte de quien fue investido como presidente de la Generalitat en mayo de 2018.”
Propone mantener el orden constitucional sin ambages.
A Mariano Rajoy le sitúa en un plano neutro, lo coloca, como a González, en los dos gobernantes que recibieron un cheque en blanco del electorado. Este libro sería diferente si cuando se escribía se supiera que Pablo Casado era el futuro del PP. (Si es que lo es o sólo supone una resituación temporal, ciertamente con obvios efluvios del aznarismo, del aguirrismo y de otros pasado del partido).
El populismo como mayor peligro de las democracias, según Aznar estas no se convierten súbitamente en dictaduras, son los populismos los que las conducen a ellas. En el caso español los conecta muy directamente con los nacionalismos
En realidad El futuro es hoy empieza por Irán, critica abiertamente la acción del gobierno Obama por dotarle a su país de ventajas para lograr convertirse en potencia casi hegemónica e influyente y apoya sin duda el cambio que al respecto ha realizado la administración de Donald Trump.
Advierte José María Aznar, si las tendencias actuales persisten, en 2023 China tendrá una economía un 50% mayor que la de EEUU. Según él, la guerra entre ellos no es inevitable pero tampoco imposible, no profundiza mucho en el asunto.
En América Latina tenemos un primer grupo en calidad como democracias: Chile, Perú y Uruguay. Obviamente los peores son Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
“Este mundo liberal está en crisis por muchas razones, pero entre ellas destacan especialmente cinco: 1) la creciente asertividad de sus detractores, de las potencias
revisionistas como China, Rusia, Irán y Corea del Norte; 2) el gradual repliegue de Estados Unidos del liderazgo y las responsabilidades globales, y la pasividad de la Unión Europea, que nunca ha sido un actor estratégico; 3) la degradación de las instituciones y de los valores democráticos y liberales; 4) la vulnerabilidad interna que cada país experimenta en su política doméstica, y 5) un cibermundo que abre un nuevo espacio de confrontación ampliamente utilizado por los terroristas, el crimen organizado y los regímenes autoritarios.”
Tiene sus reproches a Francia y Alemania en la guerra en Irak en su supuesta alianza con Rusia, su “autocrítica” consiste en pensar que la caída de Sadam Husein automáticamente cambiaba el régimen del país hacia una democracia liberal. Aznar debe tomar medidas de autocrítica, el cinismo se hace demasiado evidente en su explicación.
Desafíos globales de potencias revisionistas y terrorismos yihadistas, las armas nucleares, Rusia como enemigo íntimo de Occidente y su alianza con China, la creciente división de Europa, la peligrosa pendiente proteccionista de EEUU y la regulación de las nuevas tecnologías son otras de las preocupaciones de un José María Aznar previsible, que sigue siendo el mismo y que tiene claro que posee todas las soluciones a cualquier problema del mundo.

Es interesante sumergirse en el planeta Aznar aunque sea desde la diferencia global de concepto del mundo, pero el que fuera Presidente de España (formalmente conserva el cargo de por vida) quizá ya no pueda recular en su presentación ante el mundo como estadista y no como en realidad es, un político con un vacío abrumador en su legado y la confusión entre ideología y análisis.

La edición de Península como es habitual impecable para el tipo de libro que tratamos.

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