Dos libros que perfectamente se complementan a pesar de
dejar en el lector sensaciones muy diferentes, uno induce al pesimismo, el otro
a lo contrario: de Scheidel se deduce que la desigualdad es desde la Edad de
Piedra hasta hoy un mal intrínseco a la humanidad que sólo se ha podido paliar
por la violencia o las catástrofes.
Muy al
contrario el mensaje de Johan Norberg es complaciente, vivimos el mejor momento
de nuestra historia, y somos
testigos de una mejora sin precedentes en los niveles de vida de la población
mundial.
El gran Nivelador, violencia e historia de la
desigualdad desde la Edad de Piedra hasta el siglo XXI (Ed. Crítica), muy influido por Thomas
Piketty como indica su autor, plantea la evolución de la desigualdad demostrando
que los momentos en los que han aparecido estos cuatro factores: guerra,
revolución, colapso de los estados y grandes epidemias, han sido los únicos
momentos en los que ha disminuido la desigualdad, pero es que hoy “… la
desigualdad no solo la crean los multimillonarios. El 1 % de las familias más
ricas del mundo actualmente poseen algo más de la mitad de la riqueza privada
global neta. Incluir los activos que algunos de ellos poseen en paraísos
fiscales inclinaría aún más la balanza. Esas disparidades no solo obedecen a
las enormes diferencias en ingresos netos entre las economías avanzadas y las
economías en vías de desarrollo. Dentro de las sociedades se dan desequilibrios
similares. En la actualidad, los veinte estadounidenses más ricos tienen tanto
como la mitad de las familias más pobres juntas, y el 1 % de los ingresos más
altos supone una quinta parte del total del país.”
Fundamentalmente por medio del coeficiente de Gini y los
porcentajes de ingresos o riquezas totales, Scheidel calcula la desigualdad
aunque no pasa por alto que su libro no alcanza otras fuentes de desigualdad
como el género y la orientación sexual; en la raza y la etnicidad; y en la
edad, la habilidad y las creencias, al igual que las desigualdades en la
educación, la sanidad, la voz política y las oportunidades de vida.
El gran nivelador
es un libro inquietante porque explica que todo orden humano, incluido el
Estado, contribuye a la desigualdad, de ahí que acontecimientos como la caída
del Imperio Romano, la epidemia de Peste Negra en la Europa medieval del siglo XIV
que cuando empezó a amainar en Europa, las travesías españolas por el Atlántico
desataron en el Nuevo Mundo una serie de pandemias igual de masivas y puede que
aún más catastróficas, las grandes revoluciones del siglo XX como la rusa o la
china (más que la francesa del siglo XVIII aunque esta provocó un incremento
relativo del 70 % en los ingresos del 40 % más pobre tuvo que suponer una
mejora importante para los elementos más desfavorecidos de la sociedad francesa)
o las dos guerras mundiales del siglo XX redujeron, pero sólo temporalmente, la
desigualdad. Algo curioso para el lector español: si las guerras civiles
contribuyen a disminuirla, la española no: “Pese a las similitudes
superficiales en cuanto a la caída de los porcentajes de ingresos más elevados
y la compresión de los salarios, la desigualdad en España se desarrolló de
manera bastante diferente a otros países europeos de la época.
A diferencia de los contendientes de la segunda guerra
mundial y de algunos de los países tangenciales, no hubo impuestos progresivos
y la desigualdad de ingresos general no disminuyó. Coincido con Prados de la Escosura en que la distinción entre España, donde la
guerra civil tuvo un efecto divisivo de la sociedad, y la mayoría de los países
occidentales, donde las guerras mundiales normalmente aumentaron la cohesión
social, puede ser relevante para comprender la etapa de posguerra.”
No obstante, en términos generales a lo largo de la
historia, cuanta más violencia había, ya fuese por una guerra o una revolución,
más eficaz podía ser el igualitarismo.
Ya se habrá dado cuenta el lector del nivel de
documentación del libro que además en la edición de Crítica tiene gran riqueza
en figuras, tablas, notas, apéndices…
Una reflexión importante sobre la actualidad se hace
Scheidel que puede enlazar con Progreso
de Norberg: si hoy estamos en cuanto a bienestar material en el mejor momento
de nuestra historia, ¿cómo es posible que vivamos una era del descontento donde
las sociedades denuncian tanta injusticia? La respuesta está en que medimos
nuestro estado en comparación con los demás, no en nosotros mismos.
“Durante miles de años, la historia ha alternado largos
periodos de desigualdad crecientes, alta y estables con compresiones violentas
(…) Si hemos de guiarnos por la historia, una reforma política pacífica podría
ser desigual para los desafíos cada vez
mayores que se avecinan. Pero ¿qué hay de las alternativas? Todos aquellos que
valoramos una mayor igualdad económica haríamos bien en recordar que, con las
más raras excepciones, siempre ha venido acompañada de tristeza. Cuidado con lo
que deseas.”
Lo dicho, un libro esencial que deja pensando.
Progreso: 10 razones para mirar al futuro con
optimismo (Ed. Deusto con
la colaboración del Instituto Juan de Mariana y Value School), es todo un canto
neoliberal a la Globalización, no en vano el prólogo de Juan Ramón Rallo apunta
en esa dirección:
“La globalización
sí es uno de los factores que explican el progreso social que está
experimentando la mayor parte del planeta durante las últimas décadas. La
existencia de un bazar global ha permitido extender hasta todos los confines del
planeta la división del trabajo y la división del capital.”
Y es que Johan
Norberg lo tiene claro, “La gran noticia de nuestro tiempo es que somos
testigos de una mejora sin precedentes en los niveles de vida de la población
mundial”.
Diez baremos, cito
algunos ejemplos que aparecen, también hablamos de un libro que suma a una
impresionante documentación una edición excelente para plasmarla:
Alimentación: la
desnutrición en 1950 había caído hasta el 50% y hoy afecta 10% de la población.
Saneamiento: el
porcentaje de la población mundial con acceso a fuentes de agua potable ha aumentado
del 52% en 1980 hasta el 91% en 2015.
Esperanza de vida: de los 30 años a finales del siglo XIX hasta los más de 70 años en la
actualidad.
Pobreza: a principios
del siglo XIX el 94% de la población mundial vivía con menos de de 1,9 dólares
al día (de hoy). En 1980 la población en condiciones de pobreza extrema se había
reducido hasta el 44%. Hoy por primera vez en la Historia es el 10%, y ello pese a que la población mundial ha aumentado
en dos mil millones de personas durante los últimos 25 años.
Violencia: el siglo XXI sería un siglo netamente pacífico
en comparación con cualquier otro
Medio ambiente: las sociedades a medida que se enriquecen
protegen más el medio, en el mundo hoy se vierte menos petróleo, se ha frenado
la deforestación…
Alfabetización: el analfabetismo estaba en el 90% a principios del siglo XIX y hoy está por
debajo del 10%.
Libertad: se ha reducido a casi cero la esclavitud cuando
dos siglos atrás era del 60%.
Igualdad: Minorías
étnicas, mujeres u homosexuales, el mundo ha avanzado más durante las últimas
décadas que en toda la historia. De hecho, según Norberg la prosperidad llega
como consecuencia de la extensión de las libertades individuales y los derechos
de propiedad.
Y la próxima generación: todos los factores así lo
demostrarían porque para el autor cuanto más sabemos al respecto más incidimos
en ello.
“Este progreso empieza a desarrollarse con la Ilustración
y sus grandes avances intelectuales, que se dan entre los siglos XVII y XVIII y
nos ayudan a examinar el mundo a través de las herramientas del empirismo. Poco
a poco aumenta el escepticismo ante las autoridades, las tradiciones y la
superstición. El corolario político de este cambio es el liberalismo clásico,
que rompió las cadenas del autoritarismo, la esclavitud y los privilegios. Y,
no lo olvidemos, la Revolución Industrial transformó la economía a lo largo del
siglo XIX y ayudó decisivamente a vencer la incidencia del hambre y la pobreza.
Estas sucesivas revoluciones bastaron para liberar a gran parte de la humanidad
de las duras condiciones de vida que, hasta entonces, eran habituales. Más
recientemente, en las últimas décadas del siglo XX, la globalización ha
contribuido a que estas ideas, libertades y avances tecnológicos se extiendan
por todo el mundo, ampliando y acelerando el alcance del progreso”.
Progreso es
también un libro necesario hoy, pero se debe tomar con cautela, porque es previa
la tesis a su documentación y Norberg ha incurrido en una práctica habitual que
es la de adaptar los datos a ella, y no como debería ser en el paradigma
científico, llegar a la tesis a través de los datos. Pero ciertamente estos
están ahí y hacen de este libro un excelente ejemplo de lo que son lo que hoy llaman
“nuevos optimistas” y que exhiben el triunfo de la Globalización.
Lo malo es que la realidad es cambiante y la historia
demuestra que no necesariamente lineal, tampoco las ambiciones humanas; además
todo lo que se ha quedado por el camino.
Encontrarán numerosas reseñas de libros relacionados con temas similares en el Índice de El Polemista hasta enero de 2018 http://elpolemista.blogspot.com.es/2017/12/indice-de-el-polemista-hasta-2018.html
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