Hace unos días Antonio Elorza en El País (https://elpais.com/elpais/2018/02/20/opinion/1519149170_807276.html)
recomendaba la relectura de “Nacionalismo y política lingüística: el caso de
Cataluña” de Thomas Jeffrey Miley (2006); básicamente aquel libro demostraba
con criterios científicos que el resurgimiento del nacionalismo catalán y con él la imposición de la lengua catalana era parte
de un entramado de las élites catalanas y sus intereses económicos y de clase
para a través de políticas promovidas de arriba abajo destruir la diversidad
etnolingüística de Cataluña.
Coincidía ello con una
pequeña charla que tuve la suerte de dar que titulé con cierta ironía,
“Prehistoria del nacionalismo periférico, los casos vasco y catalán” y que
sintetizo a continuación:
Desde la Edad Media, mientras el catalán se convirtió en
una lengua literaria propia de las clases altas, el euskera no salió de los
campesinos y el bajo clero y hasta hace muy poco apenas se hablaba, ha tenido
que sufrir un proceso de absoluta
reorganización artificial y de imposición en la sociedad para “recuperarla”. Y
no es casual que las clases altas vascas a diferencia de las catalanas, no sólo
no han estado enfrentadas a España sino que muy al contrario han sido siempre
especialmente “colaboradoras”.
Es uno de los motivos por los cuales las clases trabajadoras en Cataluña han sido hostiles al nacionalismo catalán históricamente porque este no tiene otra seña identitaria que la lengua y su origen es el que es.
Es uno de los motivos por los cuales las clases trabajadoras en Cataluña han sido hostiles al nacionalismo catalán históricamente porque este no tiene otra seña identitaria que la lengua y su origen es el que es.
Pero ello tiene su extensión
en acontecimientos históricos esenciales para la comprensión de lo que
después sería el nacionalismo periférico; un ejemplo son las revueltas del
siglo XVII catalanas y vasca contra la monarquía hispánica. Si en la Guerra dels Segadors de 1640 fueron
las clases altas quienes apoyaron y sostuvieron el conflicto incluida la
delirante financiación de un ejército francés de 3.000 hombres para conquistar
el Rosellón, que ya nunca volvería a ser catalán, ni por tanto español. No es
casual que el nacionalismo catalán jamás incluya en su relato histórico el
episodio.
Caso muy distinto fue el Motín de la Sal de 1632 en el
País Vasco, mientras las clases altas accedían gustosas a la contribución que
se les reclamaba por encima del privilegio vasco en la exención del pago de
impuestos, fueron las clases humildes las que se rebelaron convirtiéndolo en un
conflicto de clase.
Precisamente será más tarde que la argumentación
histórico-separatista del nacionalismo catalán pone 1714 como el momento clave absolutamente
simbólico en el que Cataluña habría perdido sus privilegios
Y si bien se puede atribuir a Sabino Arana la
materialización del nacionalismo vasco cuando el País Vasco es una de las
regiones más ricas de España y centro del capitalismo español, fue la pequeña
burguesía y el campesinado descontenta con las transformaciones que había
traído el capitalismo quienes se sumaron a la nueva ideología.
Y así mientras el nacionalismo vasco será independentista
por encima de una concepción de beneficio en términos económicos, el
nacionalismo catalán será de inicio federalista, reclamará mayor autonomismo,
pero no independentista, sencillamente porque respondía a los intereses de la
alta burguesía catalana. No obstante, es la diferencia de desarrollo económico
de territorios con el resto del Estado clave para entender el fenómeno de los
nacionalismos periféricos.
También la evolución de ambos nacionalismos será
radicalmente diferente tras la Guerra Civil como es sabido, mientras el catalán
seguirá ocupando espacios de beneficio respecto al Estado, el vasco optará por
la confrontación que tuvo su máxima expresión en la banda terrorista ETA.
Aunque curiosamente el sentimiento nacionalista entre la población vasca será
muy inferior al que gozaba el catalán en Cataluña, será la evolución política
de la década de los setenta del siglo pasado lo que en 1980 ya eran
equiparables.
Y es que podemos explicar ambos nacionalismos a partir de
las diferencias entre el desarrollo capitalista en el País Vasco fundada en
bienes de capital, y en Cataluña en bienes de consumo. Así mientras el
nacionalismo vasco llamaba a formas de organización precapitalista e
identificaciones muy primarias, los catalanes reclamaban desarrollo
capitalista. No obstante, y es extensible a otros nacionalismos periféricos, el
desarrollo del capitalismo y su especialización económica en un territorio y su
interdependencia con el Estado, son decisivos a la hora de perfilarse.
Ello lo mostró magistralmente Juan Díez Medrano en su Naciones divididas (CIS, 1999).
No quiero pasar por alto a pesar de no ser el objeto de
este breve texto un fenómeno como el Procés
y la forma en la que a partir de técnicas propias del tiempo que vivimos en la
política y en la comunicación en general, ha logrado dividir en dos a la
sociedad catalana. Pero se trata sin lugar a dudas de un proceso político que
se impone de “arriba abajo”, se planifica desde las élites con intereses
concretos y logran que el fenómeno arraigue en la ciudadanía.
Quien mejor lo ha explicado es el propio artífice, Artur
Mas, que reconocía el engaño “En política muchas veces un argumento se infla.
¿Esto es engaño? Puede
llegar a serlo”
El Polemista comenzaba su andadura como blog con España,
capital París de Germá Bel (Destino, 2010) http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/01/espana-capital-paris-de-germa-bel-y-el.html ,todo un ejemplo de cómo el montaje
nacionalista ha ido mutando y cambiando desde entonces. Germà Bel, que era ex diputado
socialista y que estaba entonces muy alejado del independentismo es todo un
ejemplo de cómo aproximándose de manera nada desinteresada y generando serias
dudas acabaría siendo, en pocos años y con una argumentación muy burda, un
incondicional del Procés y parte de él, primero por escrito con su delirante Anatomía de un desencuentro o Anatomia d’un
desengany http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/11/anatomia-de-un-desencuentro-o-anatomia.html y
después como diputado que votaría la Declaración Unilateral de Independencia
que el nacionalismo hoy define como “simbólica y engaño”.
En El Polemista se puede a través de los libros sobre la
cuestión, muchos comentados por sus autores, seguir cómo ha evolucionado la
cuestión. Sobre el nacionalismo en general y catalán y vasco en particular,
encontrarán decenas de ellos.
ÍNDICE DEL EL POLEMISTA HASTA 2018: http://elpolemista.blogspot.com.es/2017/12/indice-de-el-polemista-hasta-2018.html
También en El Polemista:
ResponderEliminarEtnicismo y xenofobia; Quim Torra, un President racista en pleno siglo XXI y, los antecedentes en el nacionalismo catalán por Jorge Navarro Cañada.
https://elpolemista.blogspot.com.es/2018/05/etnicismo-y-xenofobia-quim-torra-un.html?showComment=1526654874685#c1984876313861589879