El Procés entendido como la operación política que
iniciaba Artur Mas en 2012 (“Hem pujat a les barques i hem posat rum a Ítaca”) tras
reclamar el Pacte Fiscal y que suponía una hoja de ruta que acabaría en la
independencia de Cataluña por la vía unilateral ha tocado a su fin, justo este
último de la unilateralidad que daba sentido a las políticas y movilizaciones
que se han realizado ya es dado por imposible incluso en el caso de la ex
presidenta de la Mesa del Parlament, Carme Forcadell ante el Tribunal Supremo
de España. Incluso sus actores más radicales como pueden ser Oriol Junqueras o
el mismo Carles Puigdemont admiten que no estaban preparados para semejante
reto, aun así continuarán en política y aspiran a seguir ostentado cargos
públicos emanados de ella.
Escribo estas líneas a un mes de las elecciones
autonómicas catalanas el 21 de diciembre y tras la aplicación del art 155 de la
Constitución. En el camino en estos cinco años se han quedado elementos
esenciales de la calidad democrática y la convivencia social en lo que ha supuesto
la fragmentación de Cataluña, su perjuicio económico incluida la salida de
miles de empresas de la comunidad catalana o la caída del turismo aun siendo
demoledor lo es menos que el daño social y de convivencia que el Procés ha
provocado en su deslealtad democrática.
Hasta aquí el fin del “Procés” en la opinión de El
Polemista como fenómeno de actualidad, no el del PROCESO al que se refiere
Martín Alonso en El catalanismo, del
éxito al éxtasis (Ed. El Viejo Topo) compuesto por tres tomos desde 2015 a
este 2017.
Del primer libro con subtítulo La génesis de un problema social:
“… la historia natural del proceso son treinta años de
ingeniería social de un proyecto, intensiva y extensivamente desplegado con una
generosidad de medios que no se compadece con los lamentos del maltrato de la
balanza fiscal(…) Pujol dejó bien preparado el terreno, con una sociedad
penetrada por la sensibilidad del espíritu nacional. Mas abrió la fase de la
reivindicación política. Pero ahí se encontró con su rival de antaño: el
nacionalismo independentista. Y se inició entonces una rivalidad entre los
adalides de la catalanidad. Con la cooperación de una sociedad civil ella misma
producto de la lluvia fina pujolista.”
Este Proceso sería la culminación del pujolismo, de ahí
el título del libro, este nunca pensó que llegaría tan lejos a todos los
niveles, también de autogobierno, jamás lo logró el nacionalismo catalán, (“Yo
soy Cataluña, quien me ataca a mí ataca a Cataluña”), Pujol hombre orquesta que
encarnaba el partido (CIU), el pueblo y el país, se había culminado la
nacionalización de las instituciones y
la socialización del catalanismo en su versión a través de un proceso de arriba
a abajo, de la acumulación de poder por parte de una élite que dedica todos los
recursos materiales (institucionales, dinero…) e inmateriales (ideología, información…) a la
creación de una identidad nacional subjetiva y de grupo siempre definida como
antagonismo entre “nosotros” y “ellos”. Estos últimos obviamente quedan
excluidos en una dinámica claramente étnica que se pretende ocultar en lo
social.
En el segundo libro, de subtítulo La intelectualidad del “proceso”:
“En cuanto se designa a los críticos como otros ya están desautorizados. Y hay dos
tipos de otros, los foráneos y los
traidores. El marco identitario es centrifugador: los que están en el lado de
los fieles son expulsados de la casa común.”
Pujol, líder arrogante, narcisista, autoritario,
fanático… había logrado convertir un delito de corrupción como el caso Banca
Catalana en una excusa de la victimización permanente y en una demostración que
al espíritu creativo catalán se oponía el destructivo español.
El papel desproporcionado que el sistema electoral
español otorga a los nacionalismos periféricos permitió a Jordi Pujol a través
del apoyo a la investidura de José María Aznar ganar además de la batalla de la
lengua seguir con las grandes privatizaciones, la extensión de redes
clientelares y de corrupción sin el menor límite, el absoluto control de los
medios de comunicación alcanzando un nacionalismo orgánico, una democracia
étnica, el fet diferencial que tan
fácilmente ha acabado en el populismo plebiscitario posterior.
Hay comparaciones internacionales múltiples, por ejemplo
en el tercer libro de sobretítulo Impostura,
impunidad y desistimiento:
Para el nacionalismo catalán “el modelo israelí, como
democracia ejemplar, como exponente del poder blando, frente a la realidad de
ocupación hacia fuera y la discriminación hacia dentro, o la visión de la pureza de armas, la idea de que el
ejército es moral; lo último en el caso catalán es el salto del Rubicón para
eludir afrontar la disonancia cognitiva entre las caras clara –única conocida-
y oscura e invisibilizada del oasis. Por eso no está de más observar que la
deriva identitaria, capitaneada por los señores
de la tierra, ha convertido a Israel en una etnocracia, donde los derechos
vienen establecidos por la pertenencia y no por la ciudadanía.”
La claudicación de la izquierda con respecto al proceso
viene desde Tarradellas, se aceptó la legitimidad histórica sobre la electoral
y así después se vivió el vergonzoso apoyo posterior del PSUC, incluso de
viejos antifranquistas como lo eran los fiscales que acusaban a Pujol en el
caso Banca Catalana, así llegó lo que Martín Alonso llama la izquierda
soberanista sobrevenida (ISS). El éxtasis del absurdo llega con el Procés (el de Artur Mas posterior al 2012) cuando
asombrosamente la izquierda da por buena la idea de una España corrupta del
Gran Capital que aplasta a una Cataluña negada de su derecho de
autodeterminación (dret a decidir) y la movilización masiva, el referéndum, el
hiperliderazgo, la negación de la Transición, la relativización de la ley y la
Constitución,… como ejemplos de un ideario que deslegitima al sistema
democrático en favor de una causa superior etnicista.
“… en la peripecia de la reforma de Estatut, que el
asunto sale adelante como en una comedia de enredo, a resultas de un acuerdo
del gobierno central con la oposición al gobierno autonómico para negociar un texto promovido por el mismo gobierno
autonómico que el acuerdo ningunea. Un texto, que una vez más, no interesa más
allá de los círculos de ciertas élites. No acaba aquí el enredo, el tripartito
presidio por el PSC ´la alternativa de izquierdas- se incorporó a la cuadrícula
de la oposición presumiendo de músculo de soberanía para declarar caduco el
autonomismo de antaño. Y la espiral de los dislates estos políticos
amplificados por columnistas
acomodaticios, algunos vinculados con el gobierno o las formaciones que lo
integraban, convirtieron el referéndum con una abstención superior al 50% en un
éxito plebiscitario y clamoroso. Los materiales cambian, los procesos y las
funciones de la impostura acaso no tanto.”
Me permito desde El Polemista reclamar aquí cierta
ventaja de Martín Alonso por aquello de “a toro pasado”, aquel episodio además
de la impostura en algunos casos también contiene el de la ingenuidad, una
deslealtad como la que posteriormente ha protagonizado el nacionalismo catalán
no podía estar prevista. Tampoco las consecuencias de la irresponsable campaña
contra el Estatut de la derecha española.
A estas alturas el lector ya habrá caído en la cuenta que
El catalanismo, del éxito al éxtasis
es mucho más que un ensayo, es un libro de carácter científico entre la ciencia
política y la sociología, la impresionante recopilación de citas, textos
ajenos, tablas y cuadros, siglas, referencias, bibliografía, índices, lo
confirman como una obra que será referencia en adelante en lo cualitativo y lo
cuantitativo; y quizá, en vista de los acontecimientos, asistamos con fortuna a
secuelas, el autor no debe dejarlo aquí.
Un reciente acto político conjunto de ERC, CUP y Podem
Catalunya tiene como eslogan: “Que la prùdencia no ens faci traïdors” :
“Los últimos años no son los que contempla este libro
pero la observación no ha perdido vigencia. Porque la parte negadora de la
impostura, la insonorización o adiabasis, tiene tres piezas relacionadas:
ocultar la vinculación del nacionalismo catalán con el nacionalcatolicismo,
disolver la cuestión estratificacional (elitista y clasista) y enmascarar
prácticas autoritarias e intolerantes impropias de una sociedad pluralista.”
La edición de El Viejo Topo ideal para este tipo de
libro.
Lo dicho, El
catalanismo del éxito al éxtasis será un referente indiscutible de estos
años donde un proceso tan antidemocrático y demencial como lo que ha sido el
Procés ha dominado la vida política de España, un país que presenta problemas
pospuestos y agravados por este, sin paliativos vodevil que ha sido
protagonista incluso en estos días que se disuelve de manera infame con el “no
estábamos preparados”, “no era el momento” o la asombrosa afirmación de Oriol
Junqueras de ERC desde prisión, “no había mayoría social”.
En Juan de Mairena (1936) de Antonio Machado ya había
definido maravillosamente lo que hoy llamamos la posverdad y que es de lo que
se nutre todo populismo, especialmente el nacionalista. (La cita es una de
tantas en la obra reseñada)
"Un acto de fe- decía mi maestro- no consiste en creer sin ver o en creer en lo que no se ve, sino en creer que se ve, cualesquiera que sean los ojos con los que se mire, e independientemente de que se vea o de que no se vea."
"Un acto de fe- decía mi maestro- no consiste en creer sin ver o en creer en lo que no se ve, sino en creer que se ve, cualesquiera que sean los ojos con los que se mire, e independientemente de que se vea o de que no se vea."
Entre otros SOBRE
CATALUÑA EN EL POLEMISTA:
Micronacionalismos,
de varios autores, y, siete causas que subyacen: Valle de Arán, el Bierzo,
Olivenza, La Moraleja, Cartagena, Petilla de Aragón y la Isla de los Faisanes.
Dioses útiles,
naciones y nacionalismos de José Álvarez Junco, Breve historia del mundo de
Juan Pablo Fusi, y, necesitados de análisis racional.
¿Cataluña en la
encrucijada? No lo creo. Por Jorge Navarro Cañada
La gran
vergüenza (La gran vergonya), ascenso y caída del mito Jordi Pujol de Lluis
Bassets, Espías de Franco, Josep Pla y Francesc Cambó de Josep Guixà, y,
presente y pasado de un proyecto extractivo.
1714 Cataluña en
la España del siglo XVIII de VVAA, y, la Diada de la frustración.
Paciencia e
Independencia de Francesc de Carreras, y, “avui paciencia, demà independencia”.
Anatomía de un
desencuentro o Anatomia d’un desengany de Germà Bel, y los números de Artur
Mas.
Burgesos
imperfectes de Jordi Gràcia, y, la defensa de la disidencia intelectual.
El nacionalismo
¡vaya timo! de Roberto Augusto, y la trampa nacionalista.
Cataluña ante
España de Albert Balcells, y la necesidad de diálogo entre Cataluña y el resto
de España.
La Catalunya
Soviètica de Ramon Breu y la fascinación revolucionaria de 1917.
Residuals o
independents? de Jordi Pujol, y la desafección calculada.
Noves glòries a
Espanya de Vicent Flor, y, ¿es anticatalana la identidad valenciana?
La mort de
Bèlgica de Marc Gafarot, y en busca de Cataluñistán
Catalunya,
España. Encuentros y desencuentros de José Enrique Ruiz-Domènec, y la
desafección creciente.
La España de los
otros españoles de Carles Bonet y el encaje de Cataluña en España.
España, capital
París de Germá Bel y el debate autonómico
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/01/espana-capital-paris-de-germa-bel-y-el.html
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