Tras Noche y niebla en
el París ocupado (http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/10/noche-y-niebla-en-el-paris-ocupado-de.html ) y París-Modiano
(http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/11/paris-modiano-de-la-ocupacion-mayo-del.html)
Fernando Castillo completa su “Trilogía de la Ocupación” con este Españoles en París 1940-1944, todos
ellos editados en Fórcola.
Se trata de un recorrido rápido por la vivencia de los
escritores españoles que se encontraban en París entre 1940, año de la
ocupación alemana y la liberación en 1944. La obra de estos no solo es un testimonio de aquellos años, es
que la intensidad con la que vivieron esos años y el momento histórico la dotan
de particularidades.
El autor ha reunido a más de cuarenta autores de textos de
diferentes características, ya sea de forma testimonial, cronística o
novelística a través de los cuales puede el lector hacerse una idea de quienes formaban esa
constelación literaria y de cómo les
afectó la Ocupación, tanto personal como literariamente.
Y es que el periodo supone un enlace entre dos momentos de
Europa, de Francia y de los escritores
españoles en este país para los que la etapa 1936-1945 supone un cambio
radical, que va del viaje iniciático a la ciudad de la modernidad al exilio
forzado y el peligro.
“Para muchos escritores y artistas españoles del siglo XX,
París ha sido la otra metrópoli, la alternativa a la propia ciudad, casi
siempre un aire provinciano frente a la urbe cosmopolita, la capital universal
de la cultura, el arte y del lujo, de la vida social y mundana (…)”. Era París una urbe que, como le
escribía el poeta José María Quiroga Plá a Pedro Salinas en julio de 1939, en unos momentos sin duda
adversos, estaba hecha para vivir, al igual que Madrid, y al contrario de otras
ciudades como Moscú o Buenos Aires, que –decía- estaban hechas para trabajar.
Todos ellos hacían aquello que luego diría Chaves Nogales de que el hombre
civilizado tiene dos patrias: la suya y Francia.
Por cierto, Chaves Nogales no estuvo presente en la Francia
ocupada, la había abandonado antes en dirección a Inglaterra desde donde contó
el ambiente de la défaite y el éxodo
de la primavera de 1940 en La agonía de
Francia.
En 1940 son distintos los grupos de escritores españoles
en París; estaban los que residían en París antes de 1936 como pueden ser los
periodistas Enrique Meneses y Mariano Daranas (corresponsal de ABC y ferviente
fascista), o el escritor y poeta César González Ruano, además adicto durante
esos años a todo tipo de trapicheos. Todo un personaje que desde el tráfico de
pasaportes a la venta de obras de arte se relacionaría con todos los españoles
en París fueran del signo que fueran. “Con todo, es César González Ruano uno de
los escritores más destacados de esa constelación literaria española que vivió
en algún momento en el París ocupado, y también uno de los que más y mejor
recogieron la realidad de la ciudad en estos años”.
En mi reseña de un libro tan especial y que forma parte
de esta trilogía de la Ocupación Noche y niebla en el París ocupado también
de Fernando Castillo (link arriba), mi impresión del individuo tal y como lo
plasma el autor era esta:
“Otro de los cuatro protagonistas principales del ensayo
será el mucho más que periodista, falsificador, traficante y espía César
González Ruano, otro tipo repugnante que comentará después de participar del
saqueo de la citada vivienda que estaba decorada “muy a la judía”. Insisto en
que una de las claves de este libro está en la magnífica descripción del
entorno en el que se mueven sus personajes y de su contexto histórico, sin duda
fruto de un impresionante trabajo de documentación.”
A estos hay que
añadir los que llegaron al comienzo de la Guerra Civil, la mayoría huyendo del
horror, Gregorio Marañón el más destacado, en su estancia en París finalizó
entre otros libros Tiberio. Historia de
un resentimiento y Luis Vives (un español fuera de España), este último
todo un ejemplo del interés de Marañón por la figura del desterrado.
Y por fin los exiliados tras la derrota republicana, el
grupo más numeroso, entre los que estaban Manuel Azaña, Antonio Machado, que
entró en Francia acompañado de Corpus Barga y del filólogo Tomás Navarro, Rafael
Alberti, María Teresa León, Manuel Altolaguirre… a un campo en Argelia, como
Max Aub, o a una deportación a España como Cipriano Rivas Cherif. A pesar del
ofrecimiento del cónsul mexicano Gilberto Bosques a Max Aub para que abandone
Francia este se quedará para ser detenido por las autoridades de Vichy acusado
de comunista – que no lo era- y enviado al campo de trabajo de Djelfa hasta
1942 donde se dirigirá a Veracruz vía Casablanca.
Para casi todos ellos la ocupación fue un momento muy
difícil, al desarraigo y a la derrota se añadían las dificultades diarias de su
situación.
Los casos son incontables, la erudición ya probada de
Fernando Castillo aporta muchos datos y aunque no pretender ser exhaustiva deja
una muy buena idea de lo que fue aquella constelación literaria.
Personajes como José María Semprún y Gurrea, quien se exilió
en febrero en 1939 procedente de Holanda donde era embajador de la República
junto con su prole que incluía a sus dos hijos Jorge y Carlos, luego célebres
escritores aunque ambos acabaron presos, uno de ellos tras pasar por la
Resistencia.
“Entre los republicanos exiliados en Francia, hay un grupo
cuya situación a partir de junio de 1940 es especialmente complicada porque
carecían de documentación o habían desempeñado cargos de responsabilidad al
servicio de la República. Todos ellos –algunos incluso estaban reclamados por
el Gobierno franquista- se encontraban en una situación comprometida, ya fuera
ante las autoridades francesas de Vichy o ante las alemanas de ocupación, con
lo que el riesgo de deportación a España o de acabar en un campo de
concentración era muy superior al de
otros desterrados.”
Curiosamente en esta situación mayoritariamente eran
mujeres, entre las que destaca Victoria Kent (1898-1987). Había sido directora
general de prisiones desde donde transformó el sistema penitenciario español y
durante la Guerra Civil se encargó en París de labores humanitarias
relacionadas con la infancia española. Fue objetivo prioritario del siniestro
Pedro Urraca, el agregado policial en la Embajada de España que entre otros
detuvo y extraditó a Lluís Companys. Refugiada en la legación mexicana durante
un año, después vivió en un piso de la Cruz Roja cerca del Bois de Boulogne
donde vivió sola como madame Duval hasta la liberación de París; había escrito
en ese periodo Cuatro años de mi vida
(1940-1944). La edición española prologada por Consuelo Berges, otra
escritora perseguida en París.
Otro grupo de escritores exiliados en París distinguible por
su origen es el grupo de catalanes. Su obra está escrita en su lengua materna,
los más importantes serían Sebastià Gasch, Ferrán Canyameres, Just Cabot,
Rafael Tasis, Carles Riba o Mercè Rodoreda. Muy relacionados entre ellos, ante
la llegada de los alemanes el grupo huye.
“A todos estos escritores catalanes coincidentes con el París
ocupado se podría añadir la singular figura de Joan Estelrich (1896-1958), si
no fuera porque, además de no ser catalán sino mallorquín de Felanitx, había
llegado a Francia antes de la Guerra Civil y, sobre todo, porque su condición
de agente del SIFNE –el servicio de inteligencia montado por su amigo Francesc
Cambó y dirigido por José Bertran i Musito al servicio de Franco- le envía al
muy literario grupo de los escritores espías…”. Emilio Herrero, otros
corresponsales José Ramón Alonso, Mariano Daranás (ABC), que denunciaría como
masones a otros periodistas españoles como Felipe de Solms (además de judío) y
Bartolomé Calderón Fonte de Arriba.
“Al llegar la Liberación en agosto de 1944, este universo de
las letras españolas que vivió la Ocupación en París desapareció
definitivamente. Durante la guerra mundial y a causa de las dificultades
económicas y de lo adverso de la situación, sobre todo desde finales de 1941,
ya algunos de sus miembros habían dejado Francia para regresar a España,
incluso a riesgo de sufrir represalias por su pasado republicano.
Es la cuarta vez que El Polemista hace reseña de Fernando
Castillo; su capacidad para introducir al lector en el ambiente que trata es
realmente sorprendente, además de la aportación histórica que en ocasiones roza
la literaria en la descripción de los individuos y su lectura resulta muy
particular, y ello a pesar que en esta “Trilogía de la Ocupación” este Españoles en París 1940-1944 es más
escueto y menos literario. Pero ya el autor es una referencia en la cuestión.
La edición de Fórcola otra vez impecable, al buen gusto
habitual, la excelente bibliografía que aporta el autor y el imprescindible
índice onomástico suma las fotografías de muchos de los autores, de los libros…
De Fernando Castillo también encontrarán en este blog Los años de Madridgrado : http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/11/los-anos-de-madridgrado-de-fernando.html y de temáticas relacionadas numeroso títulos
en el índice de El Polemista http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/12/indice-de-el-polemista-hasta-2017.html
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