Vuelve Fernando Castillo a El Polemista con este Los años de Madridgrado (Ed. Fórcola),
anteriormente y en la misma editorial lo había hecho con los excelentes Noche y niebla en el París ocupado y De la Ocupación a Mayo del 68, y ahora
deja el universo Modiano para ahondar en el sentimiento antimadrileño durante
la Guerra Civil de los escritores y periodistas del bando nacional. El autor ya
había publicado Capital aborrecida,
Madrid y el arte nuevo 1925-1936 (Ed. Polifemo).
Es a lo largo del siglo XIX cuando, especialmente en la
literatura, aparece un sentimiento antimadrileño y antiurbano que se acentuará
a lo largo de la centuria y que en los años de la Guerra Civil y la posguerra,
convierte a Madrid en una ciudad aborrecida y culpable para los ganadores de la
guerra. En realidad el fenómeno de rechazo a las urbes modernas que también se
ha dado en Europa, coincide con el surgimiento de las sociedades modernas y se
expresa a través de la literatura, el arte y el discurso político en España
entre 1898 al compás de la implantación del régimen liberal y la
industrialización como rechazo de lo urbano en favor del campo, y 1945. En
realidad el fenómeno de la idea de la Arcadia feliz y la prédica antiurbana se
remonta a la Antigüedad.
Se trata de una idealización del campo y del nativismo de
la vida campesina en contraposición a las ciudades de fábricas y masas obreras
con sus reivindicaciones, lo que generó temor y rechazo hacia las nuevas formas
de vida por parte de las clases medias conservadoras españolas; a ello se
sumaba la condición de Madrid como capital de un sistema político desacreditado
a finales del siglo XIX y como la encarnación y la esencia del sistema político
surgido de la Restauración.
Es el caso de los escritores y artistas del 98 que se
mostraron muy críticos con el modelo de ciudad moderna, masificada, tecnificada
e industrializada.
Como corolario el afianzamiento de las actitudes
agraristas y castellanistas que se habían iniciado con el carlismo
anteriormente y a las se sumaría el desarrollo de los nacionalismos vasco y
catalán.
Posteriormente la Generación del 14, a pesar de su
vocación europeísta, criticará de Madrid sus limitaciones como ciudad moderna
en comparación con otras europeas.
La idea de Ortega y Gasset, la modernidad de la sociedad
española pasaba por la superación del tradicional dilema campo-ciudad en todos
los aspectos, también en el literario, en favor de todo lo que significaba la
urbe.
A finales de los años 20 las reivindicaciones obreras y
la creciente intervención de las clases populares alimentaron actitudes
antiurbanas tradicionales que coincidían con otras próximas al fascismo.
La llegada de la II República y el papel que jugó Madrid
en ello confirmaron los temores de los que creían que la ciudad estaba
sufriendo un proceso de plebeyización que revelaba la existencia de una amenaza
revolucionaria. La reacción inmediata fue el fortalecimiento del ruralismo de
raíz castellana que había surgido en el siglo XIX como reacción a la
industrialización y al liberalismo. Y esa antimodernidad se incorporará
rápidamente a grupos de corte autoritario y entre ellos al falangismo.
“En lo que se refiere al sentimiento antimadrileño, la Sanjurjada tiene una importancia
esencial, pues representa la primera de las tres fechas –con el 18 de julio y
el 7 de noviembre de 1936- de otros tantos fracasos de antirepublicanismo que
forman las efemérides del martirologio de los sublevados. La necesidad de
justificación de estos fiascos, cada vez más frustrantes y dolorosos, pasaba
indefectiblemente por la culpabilización de la capital y de sus habitantes, por
la conversión de la urbe en el paradigma de lo odiado, en la metonimia de lo
republicano y, más adelante, de lo comunista, de lo soviético.”
Durante la Guerra Civil el Madrid republicano se
convirtió en una absoluta obsesión para los sublevados que plasmaron una visión de Madrid tan crítica
como reaccionaria que se mantuvo hasta los años inmediatos de posguerra y que
se puede resumir en el término “Madridgrado”, acuñado por Queipo de Llano y
luego convertido en el nombre de una novela de Francisco Camba publicada en
1939. Es la idea de una urbe roja, comunista y extranjera, sucursal de Moscú y
sucesora de Petrogrado creada por periodistas y escritores del bando nacional.
El modelo que se contraponía era el Madrid de finales del siglo XIX idealizada
como ciudad donde vivían patronos y menestrales (no obreros) en un ambiente de
sainete y alegría.
Al mismo tiempo, el castellanismo mencionado de
principios de siglo había evolucionado al falangista antiliberal,
tradicionalista y radical, tendría consecuencias más adelante cuando aún se
creía que se podía vencer a la modernidad: “La oligarquía remolachera y
triguera local vio en 1936 la oportunidad histórica de imponerse tanto a la
capital como a otras regiones de España, orientando al Estado que surgía con la
sublevación alrededor de la idea castellana. Ahora, el intenso nacionalismo de
instituciones como el Ejército o de la mayor parte de las fuerzas políticas
sumadas a la rebelión permitía aspirar a la castellanización del nuevo
régimen.”
Y la imagen de Madridgrado le debe mucho a los huidos de
la capital en plena guerra, desempeñaron un papel trascendente en Burgos o
Salamanca, -modelo ideal históricamente de la urbe hispana por otra parte -“contribuyeron
al desarrollo de una actitud nostálgica hacia Madrid que tenía mucho de romántica
y cuyo objeto era una ciudad inexistente como la de principios de siglo, sino
también la extensión del odio hacia la capital, convirtiéndola en una
referencia esencial entre los sublevados.”
El fin de la guerra trajo planes urbanísticos nuevos en los
que se revelaba una voluntad de transformación encaminada a suprimir los rasgos
esenciales de la ciudad que se consideraba hostil al nuevo régimen. Había que
hacer una capital acorde y se miró a los modelos urbanísticos de la Alemania
nazi y la Italia fascista aunque pasados por el tamiz historicista que situaba
a los Austrias por el máximo momento de gloria.
“En 1939, Giménez Caballero, parangonaba a Franco con
Felipe II, pues si el monarca había instalado en Madrid la capital en 1561, el
general la había redimido mediante su conquista.”
Los planes de ordenación urbanística de Madrid tras la
guerra, como el de Pedro Bigador en 1942, recogen la idea del Madrid azul,
entre ellos destaca la fachada del Manzanares, calificada luego de “imperial” y
ante todo la plaza de Cibeles junto con
el Paseo de la Castellana como respuesta a la apoteosis popular de las zonas
del centro de la ciudad, en un primer momento tenían reservado un destino mayor
que la Plaza de Oriente que en contra de lo previsto acabaría siendo el centro
representativo del franquismo.
Y el primer alcalde del Madrid franquista sobre la
ciudad, Alberto Alcocer: “debe ser puesta sobre la mesa de operaciones”, como
el desfile de la victoria, “primer acto de carácter fascista celebrado en la
capital y el primero de estas características que vieron los madrileños, y que,
años tras año, les fue repetido de manera incansable, como si la guerra hubiese
acabado unos días antes, hasta 1975.”
Y con gran acierto Fernando Castillo cita a Antonio
Elorza en su “La modernización política
de España”, en la que magistralmente explica que el franquismo y la parte
sustancial de las fuerzas políticas que lo apoyaban, más que una revolución
conservadora era una contrarrevolución que, siguiendo la estela del integrismo surgido
a finales del siglo XVIII, pretendía borrar toda huella de la España liberal y
reformista.
O a Santos Juliá, que recuerda que a quienes llegaban a
Madrid la ciudad les parecía una fortaleza sitiada por un anillo de miseria que
la rodeaba por todas partes, una sensación que compartía el propio Franco, los
lugares que recogió Martin Santos en
Tiempos de silencio.
“Durante estos años, las críticas a Madrid eran sobre
todo críticas al franquismo, el régimen que había impulsado la idea de
Madridgrado. Unas críticas que en este caso procedían exclusivamente de los
nacionalismos periféricos, especialmente del catalán y del vasco, empeñados en
identificar la ciudad, otrora símbolo de la revolución, con la dictadura. Para
ellos, Madrid siendo la capital aborrecida.”
Por este Los años
de Madridgrado, y es una de las mayores aportaciones del libro aunque la he
dejado en un segundo plano en esta entrada por la finalidad divulgativa de este
blog y la extensión razonable de la reseña, Fernando Castillo desliza el bisturí
no solo histórico e ideológico de la obra literaria que dándole la razón a
Dionisio Ridruejo sostiene que el testimonio de lo vivido (en este caso de la
guerra) lo recoge antes el novelista que el historiador debido al papel que
juega la imaginación a la hora de ir más allá de los datos y de recrear
ambientes y mentalidades; quizá por eso Fernando Castillo ha demostrado lo que
se puede hacer con el universo Modiano y repite el ejercicio de erudición y de
investigación tanto en lo histórico como en lo literario.
(A ello se suma claro está el contexto, que la literatura
sobre el llamado “Madrid Rojo” constituye un género literario que tuvo notable
éxito entre público y escritores partidarios de los sublevados).
Este libro no es solo un libro de historia, lo es de
literatura y de arquitectura, en realidad engloba todo el universo de Madrid en
el recorrido histórico, justamente el campo en el que Fernando Castillo es
original y brillante, por aquí pasan perfectamente
enmarcados con su obra Agustín de Foxá, Ernesto Giménez Caballero, Concha
Espina, Francisco de Cossío, Wenceslao Fernández Flórez, Rafael López de Haro,
Francisco Camba, Tomás Borras, Jacinto Miquelarena…
Una vez más la edición de Fórcola es impecable, a la
extraordinaria bibliografía se suma el imprescindible en estos casos índice
onomástico y el buen gusto a la hora de editar que pasa por el acierto de la
cubierta con la Puerta de Alcalá con el escudo de la URSS y los retratos de
Maksin Litminov, Iósif Stalin y Kliment Voroshílov en el Madrid de 1937.
Podrán encontrar abundante tema relacionado en Indice completo de EL POLEMISTA: Vuelve Fernando Castillo a El Polemista con este Los años de Madridgrado (Ed. Fórcola) : http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/08/indice-completo-hasta-septiembre-de-2016.html
La obra de Fernando Castillo en El Polemista:
ResponderEliminar-Noche y niebla en el París ocupado (http://elpolemista.blogspot.com.es/2012/10/noche-y-niebla-en-el-paris-ocupado-de.html )
-París-Modiano (http://elpolemista.blogspot.com.es/2015/11/paris-modiano-de-la-ocupacion-mayo-del.html )
-Españoles en París 1940-1944, (http://elpolemista.blogspot.com.es/2017/06/espanoles-en-paris-1940-1944-de.html) -Los años de Madridgrado (http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/11/los-anos-de-madridgrado-de-fernando.html)