No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

jueves, 13 de diciembre de 2012

Una Europa alemana de Ulrich Beck, y, la nueva dominación alemana.

Ulrich Beck, uno de los sociólogos europeos de más prestigio, creó el concepto de sociedad de riesgo según el cual la expectativa de catástrofes globales que alcanza el núcleo de nuestra vida es la principal fuente de movilización en nuestra época. A través de esta amenaza experimentamos las relaciones con los habitantes de otras regiones de la Tierra. Es sin embargo esta sociedad del “podría” dominada por su catastrófica condicionalidad, (podrían hundirse los mercados, podrían producirse guerras…) la que “hace caso omiso de las constituciones y de las reglas de la democracia, está cargado de un explosivo no saber y se lleva por delante cualquier referencia orientativa. Estas difusas amenazas engendran a la par un sentimiento de comunidad.”
Beck, para llegar al planteamiento central de Una Europa alemana (Ed. Paidós)  lo explica con el ejemplo del euro, el temor a su ruptura hace que sociedades enteras se vean forzadas a “entrar en un ascensor que las conduce al piso de abajo.” En este contexto la perspectiva económica es y nos hace políticamente ciegos dejándonos a expensas de las recetas de los economistas, y ello se debe a que estos contemplan el mundo a través de un modelo que cuando no es el adecuado genera graves problemas, y lo ilustra desmontando la posición de los economistas alemanes respecto a Grecia.
Impera un conflicto en Europa entre lógica de riesgo y lógica de democracia cuando justamente el adelanto histórico de la Unión Europea se basa en haber logrado que términos como Europa y democracia sean sinónimos después de un pasado imperial, colonial y nacional. Y es la retórica del peligro que siempre es una retórica de autorización la que a través del riesgo del fin de esta Europa puede engendrar un monstruo político. La Unión Europea se encuentra pues ante dos alternativas: o avanzar en la cooperación democrática frenando la belicosa tendencia de sus Estados nacionales o dejar que las reacciones tecnocráticas de la crisis de la democracia “puesto que las medidas presuntamente necesarias se legitiman apelando a la inminente catástrofe, declaran ilícita cualquier oposición y, en este sentido, se gobierna de un modo absolutista.”
Cuatro puntos de conflicto:
-Más Europa versus más Estado nacional; los arquitectos de Europa lidian con el problema de que los bancos tienen una vida transnacional pero mueren nacionalmente. La solución es avanzar hacia la unión bancaria.
-Exigido por el peligro versus prohibido por las leyes; la política de la urgencia es ilegal en la medida en que contribuye a socavar la democracia nacional, pero la inminencia de la catástrofe autoriza a la tergiversación legal para hacer posible lo propiamente prohibido.
-Lógica de la amenaza de guerra versus lógica del riesgo; la primera implica rearme y tiene un enemigo concreto e identificable, la segunda siempre es cooperación y no requiere actores concretos. Y sin embargo la lógica de la guerra ha cambiado y empezamos a vislumbrar como en tiempos de paz  también se ciernen peligros y basta esa noción de peligro para colocar a la Unión Europea al borde del abismo sin necesidad de armamento alguno. El sociólogo alemán reclama una mayor conciencia europea en oposición a la abstracta Europa de Bruselas como a la ortodoxia estado-nacional.
-Capitalismo global versus política nacional; iniciativas para parar al “desenfrenado capitalismo financiero” (impuestos a las transacciones financieras, eurobonos…) se encuentran con que aun en el supuesto que los arquitectos de Europa las consideraran una solución se encontrarían con el miedo de los Gobiernos nacionales a no ser reelegidos. Frente a ello se hace muy difícil la necesaria cesión de soberanía.
En Una Europa alemana, Beck analiza el nuevo escenario del poder en la Unión. Se ha producido la escisión entre países del euro y países de la Unión Europea siendo Gran Bretaña quien más dolorosamente la percibe. Esta brecha tiene importantes consecuencias; la unanimidad parcialmente sustituida por decisiones de mayoría cualificada revaloriza a los miembros de la zona euro desde el punto de vista de las relaciones estratégicas de poder. Apunta el autor a la posible entrada en el grupo del euro de naciones como Polonia.
Otra escisión que ha generado la crisis es la que se produce entre países acreedores y deudores: “Y así el horizonte que actualmente avistan tanto España como Italia (Estados, por cierto, en los que los intelectuales se entusiasman y comprometen con la idea de Europa como prácticamente en ningún otro lugar) es el que sigue: ocupar, como países de la zona euro, un puesto en el nuevo centro de poder, y verse simultáneamente abocados a perderlo.” Serían los outsiders interiores (dentro del euro) que junto con los exteriores (en la unión con moneda propia) forman la clase baja de la Unión Europea.
Así vislumbramos la tercera fractura, la Europa de dos velocidades que se salta todas las instancias de legitimación democrática. Las tres rupturas:
“… refuerzan la supremacía de Alemania en la Unión Europea. Asimismo, se hace patente que este incremento de poder está enraizado en la dinámica de la situación política y que se realiza “a espaldas”, por así decirlo, de los actores y de la opinión pública”.
Obviamente, en todo ello tiene un papel determinante la que Ulrich Beck llama Merkiavelo. En efecto, Ángela Merkel como Nicolás Maquiavelo ha sabido forjar un poder por medio del desconcierto y la confusión se su época. Y es que la doble soberanía es un móvil en constante movimiento que genera perpetuamente toda clase de conflictos y aunque esto no es nuevo en la Unión, sí lo es que las estrategias que antes funcionaban para resolverlos la crisis las ha hecho inútiles. El poder de Merkel pues, flota en este caos que ha generado una nueva redistribución de los poderes pero que también amenaza con romper a la propia Unión Europea. Merkiavelo debe su nombre a las cualidades que el autor la atribuye para convertirla en una excelente alumna de Maquiavelo, su capacidad para compatibilizar entre ortodoxia estado-nacional y arquitectura europea, el arte de titubear como estrategia de aleccionamiento, el primado de la competitividad electoral nacional y la cultura alemana de estabilidad y su disposición a infringir las normas democráticas en Europa por imponer los dictados de Alemania. Aun así el sociólogo avisa, el fracaso de sus políticas en Europa podría estar generando un contrapoder.
Una Europa alemana debe su título a la frase de Thomas Mann cuando exhortando a unos estudiantes en 1953 les pedía luchar “no por una Europa alemana sino por una Alemania europea.” Ahora, Beck se pregunta qué significa una Europa alemana y se responde:
“La presunta necesidad de la política de ahorro dictada por Alemania equivale a un abandono bajo mano de la norma de la participación igualitaria y su progresiva sustitución por formas de dependencia jerárquica.” Y es que como sostiene el intelectual alemán en ello se vulneran los cuatro principios irrenunciables de la sociedad europea: juego limpio, equilibrio entre naciones más allá del tamaño o poder, reconciliación e impedimento de toda explotación. La táctica del titubeo y del adiestramiento destruye la confianza recíproca de los ciudadanos y así se crea la imagen de Europa como enemigo.
La propuesta definitiva de Ulrich Beck es más libertad mediante más Europa. La sociedad europea debe comprenderse como “posnacional de las sociedades nacionales”, una forma de asociación europea que con su fuerza común proteja a cada individuo en su sociedad nacional enriqueciendo al conjunto. Su oposición es frontal hacia los ortodoxos del Estado-nación partidario de levantar nuevas fronteras y apuesta por mayor seguridad social para los ciudadanos europeos y menor para sus bancos.
“El nuevo contrato social que quiera ganar a los individuos para Europa debe anunciar el comienzo de una era socialdemócrata a escala transnacional…”
Más democracia mediante más Europa, empatía frente a egoísmo nacional, y aunque él mismo lo define como utópico, apela a una revisión del realismo para salvar a la Unión.
Como afirma este texto Alemania es el país que más se ha beneficiado de Europa y del euro y es el país que más debe aportar al intento, y una advertencia final importante para países como España: “con el fondo de rescate crece el peligro, pues de la crisis del euro surge también –con una voluntad hasta ahora inquebrantable- una Europa alemana.

Una vez más he traído a El Polemista un libro completamente alternativo a las tesis comúnmente aceptadas porque entiendo que la reflexión de esta crisis tiene que tener voces diferentes a las que el establishment de la opinión impone. Ulrich Beck es un intelectual alemán de extraordinaria talla y más allá de que su propuesta caiga como él admite en la utopía su lectura plantea al lector un ejercicio de revisión de la realidad excelente para la salud política de una ciudadanía agotada que asiste desesperada al asalto y violación de todo principio democrático por orden y gracia de una visión de Europa, la alemana de Ángela Merkel, incompatible con la más mínima concepción europeísta y solidaria. Alemania ya no es vista como un aliado si no que ahora la mayoría de los europeos la conciben como un vecino hostil, el mismo, que sigue impunemente beneficiándose de la desgracia de una parte de sus socios, los mismos que financiaron entre otras cosas su unificación y algunos de los que condonaron las deudas por ellos generadas a lo largo de su terrible siglo XX.
Alemania es un grandísimo país y uno de los orgullos de Europa, pero sus políticas hoy son parte esencial de su ruina.


ENTRADAS RELACIONADAS EN EL POLEMISTA:
 

El gentil monstruo de Bruselas de Hans Magnus Enzensberger, y la derivación Europea.


 

La espiral de la austeridad, España intervenida de Economistas aterrados, y, ¿hay alternativas?


 

 Manifiesto de economistas aterrados (VVAA), Las voces del 15M (VVAA), y el otoño indignado.


 

En deuda de David Graeber, Keynes, su tiempo y el nuestro de Luis Ángel Rojo, y, otra forma de entender la realidad económica.


 

¡Acabad ya con esta crisis! de Paul Krugman, y, una propuesta para ello.


 

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