Ya Platón en La República defendía la Sofocracia,
(gobierno de los sabios originalmente llamado "aristocracia",
"gobierno de los mejores"), así que aunque no sea original, la
propuesta de Jason Brennan leído como provocación intelectual es estimulante,
siempre y cuando se tenga claro que la Democracia es el sistema que ha dotado a
la humanidad de sus mayores cotas de libertad y bienestar, y aunque en el plano
teórico podemos clasificar a los ciudadanos y reflexionar sobre ello, “un
hombre un voto” es un principio hoy por hoy irrenunciable.
Jason Brennan en Contra
la democracia (Ed. Deusto) defiende la Epistocracia, “el poder de los que
saben” frente a un votante medio, mal informado, manipulable y fácilmente
engañable por políticos que a menudo son demagogos y fanáticos:
“Contra la
democracia no es una respuesta a Trump o al brexit, aunque ambos resultados
ilustran mis preocupaciones. Mis críticas a la democracia se basan en
tendencias empíricas sostenidas y sistemáticas. Hace unos sesenta y cinco años,
empezamos a medir cuánto saben los votantes. Los resultados fueron deprimentes
entonces y son deprimentes ahora. Desde que lo hemos estado midiendo, el
votante medio, modelo y mediano ha estado mal informado o ha ignorado la
información política básica […] Su ignorancia y desinformación hacen que apoye
medidas políticas y candidatos que no apoyaría si estuviera mejor informado. En
consecuencia, obtenemos resultados políticos subóptimos y a veces bastante
malos.”
No pretende Brennan quitar el voto a nadie, pero propone
que tenga diferente valor en función de los conocimientos, el compromiso con el
bien general y las cualidades del votante.
“… defiendo experimentar con lo que la mayoría de las
personas consideraría la alternativa más ofensiva: la epistocracia. Las formas
epistocráticas de gobierno mantienen la mayor parte de los rasgos habituales de
un gobierno republicano representativo. El poder político está distribuido
ampliamente en lugar de concentrado en manos de unos pocos. Los poderes están
separados. Hay controles y contrapesos. Pero, por ley, las epistocracias no
distribuyen automáticamente el poder político fundamental de una manera
equitativa. En lugar de eso, por ley, de una manera u otra, los ciudadanos más
competentes o con más conocimientos tienen un poco más de poder político que
los ciudadanos menos competentes o con menos conocimientos.”
Y explica los tres modelos de comportamiento del votante:
Los hobbits,
ciudadanos poco informados con escaso interés por la política y bajos índices
de participación.
Los hooligans
fuertemente comprometidos con la política y muy informados.
Y los vulcanianos,
el tipo ideal, pensadores perfectamente racionales y muy informados que no
tienen ninguna lealtad inadecuada a sus creencias.
Alguna forma de epistocracia:
Sufragio
restringido y el voto plural: los votantes potenciales aprueban un examen
de cualificación abierto a todos los ciudadanos, independientemente de sus
características demográficas que descartaría a los ignorantes o desinformados
sobre las elecciones, o que carecen de un conocimiento básico de las ciencias
sociales. En este caso, el gobierno podría ofrecer un premio.
Sufragio Universal
con veto epistocrático: un sistema político híbrido que cuenta con los
mismos cuerpos e instituciones de carácter político que encontramos en las
democracias contemporáneas. Tiene sufragio universal igualitario y sin restricciones.
Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos para presentarse a un cargo y votar,
pero tiene también un “consejo epistocrático”, un cuerpo deliberativo abierto a todos los miembros de la sociedad.
Los ciudadanos pueden formar parte del consejo epistocrático únicamente después
de pasar unos rigurosos exámenes de competencia, en los cuales deben demostrar
un sólido conocimiento de las ciencias sociales y la filosofía política. Este
consejo epistocrático no tendría poder para hacer leyes ni para imponer ninguna
regulación ni regla coercitivas a los ciudadanos. Pero tiene poder para revocar
las leyes.
Es en estos aspectos donde Contra la democracia se hace más controvertido, en ocasiones el
autor cae en la ocurrencia. Y algunas conclusiones muy discutibles:
“La participación política corrompe, argumento que la
participación política tiende a hacernos peores, no mejores. Muchos demócratas
creen que la “democracia deliberativa”, un sistema político en el que los
ciudadanos discuten sobre la política con frecuencia de un modo organizado,
solucionaría muchos de nuestros problemas. Yo mantengo, por el contrario, que
las evidencias demuestran que la deliberación tiende a embrutecernos y a
corrompernos; nos hace peores, no mejores (…) Muchos demócratas deliberativos
se quejan de que todo esto lo que demuestra es que los ciudadanos se equivocan
al no deliberar de la manera correcta. Pero yo sugiero que esta respuesta no
defiende a la democracia de la denuncia de que embrutece y corrompe.”
Brennan sostiene que la democracia no empodera a los
individuos por tener el voto, empodera a los colectivos. Igualmente defiende el
derecho a un gobierno competente consecuente con el consejo epistocrático antes
citado.
El electorado es sistemáticamente incompetente. Existe un
gran número de “factores mediadores” que evitan que el electorado se salga con
la suya.
A modo de epílogo el autor concluye:
“… lo lamentable de la política es que nos convierte en
enemigos de los demás. El problema no es simplemente que seamos parciales y
tribales, que tendamos a odiar a la gente que no está de acuerdo con nosotros
sólo porque discrepa. Más bien, el problema es, en primer lugar, que la
política nos sitúa en relaciones reales de enfrentamiento y, en segundo lugar,
que como la mayoría de nuestros conciudadanos toma decisiones políticas de una
manera incompetente, tenemos motivos para estar resentidos con cómo nos tratan
[…] La razón por la que deberíamos tratar de materializar la esperanza de Adams
no es sólo que idealmente ya no necesitaríamos la política. En lugar de eso,
una razón importante por la que deberíamos tratar de materializarla es que la
política nos da razones genuinas para odiarnos los unos a los otros.”
Como decía, el planteamiento de Jason Brennan es
provocador, lleva a la reflexión, pero no deja de aportar razones en el plano
teórico:
“La democracia es una herramienta. Si encontramos una
herramienta mejor, deberíamos sentirnos libres para usarla. De hecho, tenemos
la obligación de usarla. Las malas decisiones no se convierten en justas
simplemente porque hayan sido decretadas por la política. Las decisiones
políticas son de gran trascendencia. ¿Cómo se atreve alguien a tomar esas
decisiones de manera incompetente?”.
Contra la
democracia es todo un canto al elitismo, insisto en que debe ser leído con
reservas y con distancia, la Democracia todavía no ha sido superada por ningún
sistema y sí, ciertamente ha evolucionado y se ha ido adaptando a las
circunstancias.
Pero no sobrevaloremos el conocimiento, la historia nos
demuestra que los tiranos y los malvados a veces están cualificadísimos e
informadísimos y eso no les ha hecho dejar de ser lo que han sido.
La edición de Deusto excelente y de una gran belleza como
son estos libros de la Colección de Ensayo Político del Instituto Juan de
Mariana, Value School y Deusto, en El Polemista de ella encontrarán también Progreso de Johan Norberg.
Igualmente en este blog encontrarán numerosas reseñas
relacionadas.
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