No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

viernes, 29 de junio de 2018

Contra la democracia de Jason Brennan, y, el regreso de la sofocracia.



Ya Platón en La República defendía la Sofocracia, (gobierno de los sabios originalmente llamado "aristocracia", "gobierno de los mejores"), así que aunque no sea original, la propuesta de Jason Brennan leído como provocación intelectual es estimulante, siempre y cuando se tenga claro que la Democracia es el sistema que ha dotado a la humanidad de sus mayores cotas de libertad y bienestar, y aunque en el plano teórico podemos clasificar a los ciudadanos y reflexionar sobre ello, “un hombre un voto” es un principio hoy por hoy irrenunciable.

Jason Brennan en Contra la democracia (Ed. Deusto) defiende la Epistocracia, “el poder de los que saben” frente a un votante medio, mal informado, manipulable y fácilmente engañable por políticos que a menudo son demagogos y fanáticos:
Contra la democracia no es una respuesta a Trump o al brexit, aunque ambos resultados ilustran mis preocupaciones. Mis críticas a la democracia se basan en tendencias empíricas sostenidas y sistemáticas. Hace unos sesenta y cinco años, empezamos a medir cuánto saben los votantes. Los resultados fueron deprimentes entonces y son deprimentes ahora. Desde que lo hemos estado midiendo, el votante medio, modelo y mediano ha estado mal informado o ha ignorado la información política básica […] Su ignorancia y desinformación hacen que apoye medidas políticas y candidatos que no apoyaría si estuviera mejor informado. En consecuencia, obtenemos resultados políticos subóptimos y a veces bastante malos.”
No pretende Brennan quitar el voto a nadie, pero propone que tenga diferente valor en función de los conocimientos, el compromiso con el bien general y las cualidades del votante.
“… defiendo experimentar con lo que la mayoría de las personas consideraría la alternativa más ofensiva: la epistocracia. Las formas epistocráticas de gobierno mantienen la mayor parte de los rasgos habituales de un gobierno republicano representativo. El poder político está distribuido ampliamente en lugar de concentrado en manos de unos pocos. Los poderes están separados. Hay controles y contrapesos. Pero, por ley, las epistocracias no distribuyen automáticamente el poder político fundamental de una manera equitativa. En lugar de eso, por ley, de una manera u otra, los ciudadanos más competentes o con más conocimientos tienen un poco más de poder político que los ciudadanos menos competentes o con menos conocimientos.”
Y explica los tres modelos de comportamiento del votante:
Los hobbits, ciudadanos poco informados con escaso interés por la política y bajos índices de participación.
Los hooligans fuertemente comprometidos con la política y muy informados.
Y los vulcanianos, el tipo ideal, pensadores perfectamente racionales y muy informados que no tienen ninguna lealtad inadecuada a sus creencias.
Alguna forma de epistocracia:
Sufragio restringido y el voto plural: los votantes potenciales aprueban un examen de cualificación abierto a todos los ciudadanos, independientemente de sus características demográficas que descartaría a los ignorantes o desinformados sobre las elecciones, o que carecen de un conocimiento básico de las ciencias sociales. En este caso, el gobierno podría ofrecer un premio.
Sufragio Universal con veto epistocrático: un sistema político híbrido que cuenta con los mismos cuerpos e instituciones de carácter político que encontramos en las democracias contemporáneas. Tiene sufragio universal igualitario y sin restricciones. Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos para presentarse a un cargo y votar, pero tiene también un “consejo epistocrático”, un cuerpo deliberativo  abierto a todos los miembros de la sociedad. Los ciudadanos pueden formar parte del consejo epistocrático únicamente después de pasar unos rigurosos exámenes de competencia, en los cuales deben demostrar un sólido conocimiento de las ciencias sociales y la filosofía política. Este consejo epistocrático no tendría poder para hacer leyes ni para imponer ninguna regulación ni regla coercitivas a los ciudadanos. Pero tiene poder para revocar las leyes.
Es en estos aspectos donde Contra la democracia se hace más controvertido, en ocasiones el autor cae en la ocurrencia. Y algunas conclusiones muy discutibles:
“La participación política corrompe, argumento que la participación política tiende a hacernos peores, no mejores. Muchos demócratas creen que la “democracia deliberativa”, un sistema político en el que los ciudadanos discuten sobre la política con frecuencia de un modo organizado, solucionaría muchos de nuestros problemas. Yo mantengo, por el contrario, que las evidencias demuestran que la deliberación tiende a embrutecernos y a corrompernos; nos hace peores, no mejores (…) Muchos demócratas deliberativos se quejan de que todo esto lo que demuestra es que los ciudadanos se equivocan al no deliberar de la manera correcta. Pero yo sugiero que esta respuesta no defiende a la democracia de la denuncia de que embrutece y corrompe.”
Brennan sostiene que la democracia no empodera a los individuos por tener el voto, empodera a los colectivos. Igualmente defiende el derecho a un gobierno competente consecuente con el consejo epistocrático antes citado.
El electorado es sistemáticamente incompetente. Existe un gran número de “factores mediadores” que evitan que el electorado se salga con la suya.
A modo de epílogo el autor concluye:
“… lo lamentable de la política es que nos convierte en enemigos de los demás. El problema no es simplemente que seamos parciales y tribales, que tendamos a odiar a la gente que no está de acuerdo con nosotros sólo porque discrepa. Más bien, el problema es, en primer lugar, que la política nos sitúa en relaciones reales de enfrentamiento y, en segundo lugar, que como la mayoría de nuestros conciudadanos toma decisiones políticas de una manera incompetente, tenemos motivos para estar resentidos con cómo nos tratan […] La razón por la que deberíamos tratar de materializar la esperanza de Adams no es sólo que idealmente ya no necesitaríamos la política. En lugar de eso, una razón importante por la que deberíamos tratar de materializarla es que la política nos da razones genuinas para odiarnos los unos a los otros.”
Como decía, el planteamiento de Jason Brennan es provocador, lleva a la reflexión, pero no deja de aportar razones en el plano teórico:
“La democracia es una herramienta. Si encontramos una herramienta mejor, deberíamos sentirnos libres para usarla. De hecho, tenemos la obligación de usarla. Las malas decisiones no se convierten en justas simplemente porque hayan sido decretadas por la política. Las decisiones políticas son de gran trascendencia. ¿Cómo se atreve alguien a tomar esas decisiones de manera incompetente?”.

Contra la democracia es todo un canto al elitismo, insisto en que debe ser leído con reservas y con distancia, la Democracia todavía no ha sido superada por ningún sistema y sí, ciertamente ha evolucionado y se ha ido adaptando a las circunstancias.
Pero no sobrevaloremos el conocimiento, la historia nos demuestra que los tiranos y los malvados a veces están cualificadísimos e informadísimos y eso no les ha hecho dejar de ser lo que han sido.

La edición de Deusto excelente y de una gran belleza como son estos libros de la Colección de Ensayo Político del Instituto Juan de Mariana, Value School y Deusto, en El Polemista de ella encontrarán también Progreso de Johan Norberg.
Igualmente en este blog encontrarán numerosas reseñas relacionadas.


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