En la reseña anterior de El Polemista se trataba la
invención de la identidad nacional a través de un libro como Dioses útiles de José Álvarez Junco (http://elpolemista.blogspot.com.es/2016/04/dioses-utiles-naciones-y-nacionalismos.html ), todo un resumen de su ya extenso e
imprescindible trabajo en la cuestión, y aunque este de Felipe Maíllo Salgado
no trata la misma cuestión sí se enmarca en un momento de revisión de las
identidades y que en el caso de la izquierda española durante el siglo XIX y XX
fundamentalmente se centraron en varios mitos que aún perduran: la tolerancia, la
pluralidad y la convivencia pacífica de identidades en Al Andalus frente a la
intransigencia católica, los ideales de libertad representados por los fueros y
personalizada en los Comuneros frente a la imposición monárquica unidos para
desmantelar el monopolio de la identidad nacional que pretendían los
conservadores y que además explicaban los exilios liberales de aquellos años.
Y traigo todo esto porque Acerca de la conquista árabe en Hispania. Imprecisiones, equívocos y
patrañas (Ed. Abada) va en la dirección de desmontar el mito: “La moderna
fascinación por la España de las tres culturas y el sueño de la pacífica
convivencia medieval –otro malentendido, puesto que el concepto de convivencia
puede estar asociado, bien a un clima de relaciones en conflicto- no pasó de
una problemática coexistencia.”
El lector se va a encontrar con un sorprendente prólogo que
a más de uno le resultará que desmerece del resto del libro y resulta bastante
inexplicable en un texto tan técnico y dedicado a un tema concreto como este en
uno de sus grandes especialistas:
“Me molesta que a los ciudadanos de la comunidad nacional
más antigua de Europa se los haga
víctimas de las deformaciones y los falseamientos del pasado; en el fondo estas
prácticas encubren una forma de reacción. Pues no creo que haya algo más
reaccionario que propugnar esos regionalismos ahistóricos y xenófobos, tan de
moda hoy en España, en esa búsqueda del “hecho diferencial”, hijo de
reivindicaciones románticas y míticas…” o sobre los musulmanes en la
actualidad: “… buen número de los musulmanes no suelen entender la
reciprocidad. Vienen a Europa y pueden entrar en nuestras iglesias sin ningún
tipo de restricción, y, venido el caso, se les da dinero de los cristianos para
que construyan sus mezquitas aquí; mientras que para un cristiano entrar en una
mezquita, en Marruecos sin ir más lejos, resulta imposible, y no digamos
procurarle dinero…” también hay reflexiones sobre el yihadismo y termina el
prólogo con un refrán un tanto inquietante para todo emigrante: “Al país que
fueres, haz lo que vieres.”
De forma crítica y siempre poniéndolas en cuestión por
quienes fueron y a quien iban destinadas Maíllo Salgado analiza las fuentes
narrativas de la conquista árabe de Hispania, de donde se obtienen conclusiones
como los diferentes arreglos y componendas que los magnates o notables hispanos
alcanzaron con los invasores y una de las más importantes del libro: “La
conquista de la Península, cuando Musà y Tariq fueron obligados a marcharse de
ella en 714, quedó incompleta. Aun así, se dio un asentamiento de
musulmanes en unos lugares y otros. En
el cuadrante noroeste peninsular hubo, por lo general, una sumisión a distancia
(…) dejó de estar controlado por los musulmanes desde más o menos mediados del
siglo VIII – si es que, como digo, lo estuvo realmente alguna vez.”
Y es que a través de la toponimia que a veces se debe más a
la divulgación de arabismos (tipo aldea, medina, zoco…) prestados por los
cristianos que por dominación alguna, el autor refuerza sus tesis y concluye
que los musulmanes de Al-Andalus, una vez que éste cuajó como entidad
geopolítica diferenciada y reconocida se autolimitaron en sus conquistas,
principalmente por su escasez demográfica, las características orográficas del
territorio, por lo duro y belicoso del clima y de los habitantes de las
regiones de la Meseta Norte y de la orla oceáno-cantábrica: “Ni pudieron
conquistar toda la Península, pues siempre escaparía a su dominio un tercio; ni
en época posterior, en el momento de su máximo poder, se metieron en tal
aventura.”
El episodio de Covadonga, si existió o cualquiera que fuera
su fecha, significó una rebelión contra tributos y arbitrariedades pactadas
antes, las campañas militares con éxito de los primeros reyes astures fueron
posibles y fructíferas gracias a las luchas entre árabes y bereberes a partir
de 741; y la expansión auténtica se daría cuando la ocupación se producía en un
sentido económico y demográfico, eso sí, siguiendo esquemas de la época
visigoda simplificados por la fuerza de las circunstancias, ya Pelayo y los
habitantes del reino astur eran visigodos. Asturias no fue así una sociedad
indígena venida a más y tampoco necesitó el empuje mozárabe para tener una
ideología de Estado y un programa de reconquista, hubo un trasvase decisivo de
gentes meseteñas hacia esa área desde el siglo VIII. Ello no impidió que la
cuenca del Duero durante mucho tiempo fuera una zona de correrías entre unos y
otros.
El Sistema Central en aquella situación se convirtió en la
verdadera frontera entre dos dominios, al sur Al-Andalus y al norte la tierra
de cristianos y lo constatan cronistas y geógrafos de la época como una cadena
de montañas; es una falsedad cartográfica pues representar la Península Ibérica
en un color salvo el enclave asturiano, al menos el Sistema Central se
ajustaría mejor a la línea fronteriza.
Este Acerca de la
conquista árabe de Hispania al no ceñirse a cronología ni orden alguno
dando grandes saltos y al mismo tiempo siendo un libro muy técnico para un público
con conocimientos en el tema aunque por otra parte está escrito de forma amena
y directa , puede desconcertar en algunos momentos porque en cualquier sitio
aparecen datos y conclusiones de interés, y el estudio de la forma de vivir los
bereberes de los que en muchos casos pone en duda su arabización es de un gran
interés, especialmente cuando se refiere a los que habitaban en la Meseta
Norte, y tras analizar también la antroponimia llega a la conclusión que los
que hubiera serían pocos y rápidamente se cristianizaron y asimilaron.
Felipe Maíllo Salgado sentencia: “las características
fisionómicas diferenciadoras de los magrebíes
con respecto a españoles y portugueses saltan a la vista (en general más
oscuros que las gentes de la Península Ibérica, por la fuerte mezcla negroide
desde antiguo, los griegos así lo vieron, por eso los denominaron con el
término mavros, “negros”, de ahí el
latino maurus y el español moro(…) Por tanto, el lugar común de la
influencia racial mora sobre las gentes de la Península se revela una patraña manifiesta, sobre todo
en Andalucía.”
Y el desencuentro entre cristianos y musulmanes tiene su
lógica, todas las ciencias en el mundo medieval estaban estrechamente
vinculadas al medio étnico, lo que para el autor se traduce en la imposibilidad
de encontrar bases comunes de diálogo lo que no impide que las élites pudieran
intercambiar avances tecnológicos o ideas sofisticadas; en ese interés por la
ciencia y la literatura la participación de judíos fue notabilísima, llegan en
torno al 75% de las traducciones científicas. Pero el aprovechamiento técnico
en ningún caso implica reconocimiento a valores morales o religiosos y el
intercambio cultural no implica convivencia ni tolerancia.
¿Y de dónde viene este culto al mito de las tres culturas?:
“La cosa viene de lejos: en la Baja Edad Media el moro
anulado políticamente en la casi totalidad de la Península y en el aspecto
militar reducido al enclave de Granada, ya no significaba un peligro demasiado
serio para los reinos cristianos, y empezó a verse mucho de lo arabo-islámico
con otros ojos. La nobleza y después el pueblo gustó vestirse con ciertas
prendas moras. En los romances fronterizos el moro se convierte en caballero de
pro. Poco a poco, en los siglos XVII y XVIII, se le añade un componente
extravagante que los románticos no harán más que acrecentar.”
La edición de Abada excelente, incluye notable bibliografía
y anexo de mapas muy útil.
Acerca de la conquista
árabe en Hispania. Imprecisiones, equívocos y patrañas de Felipe Maíllo
Salgado se va a convertir en un referente en el tema, pero no descarto que
también un libro sin el menor complejo pueda servir como argumentario de una
islamofobia, o morofobia (“elemento muy consolidado en la psique nacional”) como
diría el autor, no es lo mismo pero hoy todo es posible, que es un peligro real
de nuestro tiempo y que un prólogo tan innecesario como inoportuno puede llevar
al lector a no tomarse este libro como una excelente aunque caótica recolección
de reflexiones con un gran valor.
Sobre la historia de la invasion musulmana de Hispania, en enero de este mismo año, se publicó "Al-Andalus y la cruz" con el subtítulo "La invasion musulmana de Hispania". Su autor es Rafael Sánchez Saus, que trata de desmontar el mito de la tolerancia de las élites árabo-musulmanas hacia los practicantes de otras religiones. Ver link:
ResponderEliminarhttp://librosalamano.com/al-andalus-y-la-cruz-la-invasion-musulmana-de-hispania/