No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

lunes, 1 de septiembre de 2014

La cocina de La Moncloa de Julio González de Buitrago, y, en torno a los gustos presidenciales.


Rara vez un libro escrito por quien ha ostentado un “cargo” culinario de poder tiene un carácter tan humilde y carente de toda pompa como este La cocina de la Moncloa (Ed. Espasa). Y es que en efecto, combinando las vivencias propias, y las que se producían a su alrededor, y enriqueciéndolas con un recetario basado en ellas, Julio González de Buitrago va desgranando un cuadro donde entre historias y anécdotas el lector va a sacar alguna información sobre el carácter y las relaciones personales, políticas y familiares de los habitantes del edificio presidencial durante treinta y dos años.
El cocinero comienza narrando sus orígenes humildes y manchegos y lo ilustra con la receta de arrope de calabaza, en toda una declaración de intenciones cuando en este libro aparecen unas setenta recetas, y no se crean, la sencillez y el buen gusto de las mismas también pueden sorprender.
Pero sin duda el aspecto que más interés suscitará de este libro es el de las costumbres alimenticias de las diferentes familias presidenciales:
Los Suárez ya estaban instalados en La Moncloa en 1979 cuando Julio González de Buitrago comienza su trabajo de cocinero en ella. Los califica como muy afectuosos, Amparo Illana, la esposa de Adolfo Suárez, aparece como cariñosa con el personal y atenta a la alimentación, escasa, del Presidente. Las comidas, las normales en cualquier familia de entonces, patatas con carne o con bacalao, lentejas, cocido madrileño, salvo Amparo que era más dada al pescado y al marisco. Una anécdota de aquel periodo de frecuentes visitas del Rey Juan Carlos:
“Su Majestad el Rey quería comer un par de huevos fritos con patatas y vino peleón (…) Regresé a la cocina espantado, porque ¿saben cuál era mi preocupación? No tenía ni idea de si en nuestras bodegas encontraría el dichoso vino peleón”.
Si el recuerdo de los Suárez es afectuoso, no lo es menos el de los Calvo Sotelo y sus ocho hijos. Pilar, la esposa de Leopoldo Calvo Sotelo, se ocupó personalmente de la cocina, de las compras y del jardín. Manteniendo en todo momento la total complicidad con el cocinero. El steak tartar, los arenques alemanes, las pastas y el osobuco aparecen aquí como las preferencias de la familia presidencial, e insisto, el lector podrá disfrutar de estas recetas, y es que este La cocina de la Moncloa, pasa de la cocina más familiar a los menús más protocolarios sin ningún problema.
En 1982 Francia apoyaba el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea y la visita oficial del François Mitterrand se convertía en todo un acontecimiento:
“En aquella ocasión el menú se compuso de ajoblanco con uvas moscatel, merluza en salsa verde con almejas de carril y langostinos, rosbif de solomillo castellano y queso de Burgos con jalea de membrillo. Lo que recuerdo con toda claridad es que el Presidente de República francesa quedó impresionado por el ajoblanco. Tanto es así, que tuve que escribir la receta a toda prisa en el primer papel que encontré para que se la llevara guardada en el bolsillo, como uno de los recuerdos más preciados de su estancia en España”.
Los cambios con la llegada de Felipe González y su familia no solo afectaron al propio edificio que necesitaba reformas; se trataba de un matrimonio mucho más joven, progresista y de origen trabajador, y Carmen Romero una mujer “dinámica y moderna  que pretendía salir a trabajar todos los días”, no pedía nada en especial y daba “poca guerra” para comer. Y para sorpresa del personal, sería el propio Presidente el que se haría cargo de algunas cuestiones domésticas y se dejaría ver con frecuencia en los fogones compartiendo tapa de jamón y vino con los cocineros mientras el cocinaba. Comía abundantemente en sus tres comidas, prefería en los aperitivos el jamón y el lomo, vino de Rioja, y sus platos favoritos serían el rabo de toro estofado y el marmitako de bonito.
Antes de su afición conocida por los bonsái, cultivó un pequeño huerto en La Moncloa que recogía él mismo.
La adaptación de la famosa “bodeguilla” en sala de reuniones personales tiene su espacio en este capítulo, pero sin duda la visita de Helmut Kohl en 1984 deja la anécdota más curiosa en la cena a dos en la citada bodeguilla:
“Tomaron abundantes aperitivos, angulas, que le encantaban al alemán, almejas y cocochas. Después, paletillas de cordero y de postre, leche frita(…) la primera vez que Kohl cenó en La Moncloa, el Presidente se enteró de que, al salir, el coche oficial lo había llevado a Casa Labra a comer un cocido. González aseguró que aquello nunca volvería a pasar.”
Pero no es la única, la visita de la Reina de Inglaterra deja una extravagancia como esta:
“Algunos de los agentes de seguridad de la reina inglesa nos contaron que sus perros corgis comían solomillo de ternera y pechuga de pollo cocinados por un chef y servidos por un camarero real. Pero los canes no osaban tocar las viandas hasta que la propia Reina añadía la salsa a la comida. Entonces, ella, y solo ella, daba la orden para que empezaran a comer”.
La dificultad de atender al Presidente de Israel, Jaim Herzog, que a pesar de la visita relámpago que realizó a Madrid provocó incluso la incomodidad de tener que realizar la comida supervisada al detalle por el hijo de un rabino de Madrid y la cocinera de la casa judía es otra de las historias que cuenta Julio González de Buitrago, que también guarda un muy entrañable recuerdo de la familia González al completo.
Ya empezó mal la entrada de los Aznar en La Moncloa, que obligaron a todo el personal a formar en el hall del palacio con el administrador como maestro de ceremonias presentando uno a uno con nombre y ocupación, en una práctica inédita hasta entonces.
De inmediato Ana Botella dejó claro que las comidas debían ser variadas, su preferencia por los arroces y el churrasco y que había una regla sagrada: el Presidente tomaría todos los días helado de café de la marca Häagen-Dazs para lo que inmediatamente salió el coche de incidencias camino de El Corte Inglés para proveerse de él. Así, ocurriría la anécdota más delirante y muy definitoria de la mentalidad de José María Aznar, su protagonista, esta sucedió en las Fincas de Patrimonio Nacional de Jaén cuando accidentalmente se quedaron sin helado:
“Al conductor se le encargó la misión de encontrar el dichoso postre, costara lo que costara, pero por desgracia, después de recorrer Jaén y sus alrededores, no dio con un solo establecimiento que lo tuviera. Se vendían de otros sabores, pero no de café. Estresado y abatido, regresó el chofer con las manos vacías y, cuando se le comunicó al presidente la noticia, dijo: “¡Joder, vaya desastre!” Les aseguro que el tema se convirtió en tema de estado, de tal manera que, en alguna ocasión, el helado llegó a enviarse desde Madrid por avión para evitar sobresaltos.”
Aznar también era feliz con los huevos fritos con chistorra, aunque nunca tomaba patatas fritas, entre sus guarniciones favoritas estaban las berenjenas, los pimientos de Padrón, y era aficionado igualmente a los fideos chinos con corona de gambas muy picante, era muy aficionado a este sabor.
Ana Botella, la esposa de José María Aznar y actualmente designada como alcaldesa de Madrid por Alberto Ruiz Gallardón también generó algún problema: su lentitud en la decisión en los menús generaba estragos a la hora de comprar a las doce de la mañana y tener la comida lista a las dos, además de como cuenta Julio González de Buitrago en este La cocina de la Moncloa, no hubo ni un solo día en el que se sintiera satisfecha con la comida. Desconfiada con todos y de todos, su ignorancia culinaria también generó algunos problemas, las tortillas las exigía en términos contradictorios “crujientes pero poco hechas” y sus protestas eran habituales.
Uno de los momentos estelares del periodo lo protagonizó Vladimir Putin con Aznar:
“…durante el almuerzo quedó demostrado que entre los dos había surgido la química y escucharon con claridad y repetidamente las risas y carcajadas del presidente español” Con vinos de Rioja y Bierzo, comieron Guisantes tiernos con huevos escalfados  y tacos de bacalao fritos, Carré de ternera de Ávila asada en su jugo y tarta de ciruelas pasas con natillas.
José María Aznar jamás llegó a bajar a la cocina en los ocho años de mandato, y sin duda el cocinero de quien mejor recuerdo conserva de aquella familia es de Ana Aznar Botella.
En 2004 llega José Luis Rodríguez Zapatero a La Moncloa. Su esposa, Sonsoles Espinosa no quería en su dieta diaria ni natas, ni dulces, ni fritos. Los 365 días del año verduras y ensalada, además de absoluta preferencia del pescado sobre la carne. Ello valía para toda la familia, Zapatero cuidaba mucho su alimentación y sus hijas estaban a dieta permanente. Julio González de Buitrago cree en este sentido que el Presidente se sometía a su esposa, aunque teniendo ocasión y no estando ella presente era capaz de pedir un rabo de toro. No tomaba vino, ocasionalmente cerveza Coronita y el resto agua y de manera permanente almendras fritas, a cualquier hora. Parece ser que aunque no le interesaba la cocina, él y su mujer se mostraban muy cercanos al personal de La Moncloa. Eran de actos, copas e invitados los menos posibles.
En febrero de 2011, en plena crisis, llega a Madrid Ángela Merkel:
“Entre los invitados, además de los miembros de los gabinetes ministeriales, habría altos directivos de empresas españolas, dirigentes sindicales y patronales, y responsables de las confederaciones de cajas de ahorros (…) Los cuatrocientos periodistas acreditados comenzaban a recoger sus bártulos, mientras comentaban la anécdota del día: por un fallo en el ceremonial, nadie había estado presente en el aeropuerto de Barajas para recibir a Merkel y a su séquito. Se había adelantado sobre el horario previsto y se vio obligada a esperar a los anfitriones.”
Julio González de Buitrago tenía ya la fecha de su jubilación, pero por petición expresa del presidente Zapatero esperó al final del mandato de este.
Algunas indicaciones sobre copas, vinos, vacaciones… para cerrar este La cocina de La Moncloa, un libro del que se puede extraer muchas más conclusiones, políticas, históricas y culinarias de lo que parece, y que sin duda gustará a la práctica totalidad de sus lectores además de las sesenta recetas que recogen momentos muy concretos en la vida de su autor, de lo vivido en La Moncloa y de sus habitantes.

Lamentar la edición de Espasa, este libro merecía mejor y mayor prólogo, y algo más que un simple índice general y otro de recetas, una auténtica lástima.

Diferentes libros sobre cocina, gastronomía o alimentación se han tratado en El Polemista desde diferentes prismas y temáticas:

200 años de cocina de Isabel González Turmo, y, la gastronomía desde la antropología:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2013/09/200-anos-de-cocina-de-isabel-gonzalez.html

Lo que nos enseñan los sabios gastrónomos de Ismael Díaz Yubero, Recetas para un mundo mejor de Grandes Chefs, y, erudición y solidaridad con buen gusto:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/01/lo-que-nos-ensenan-los-sabios.html

Alimentos bajo sospecha de Gustavo Duch y las alternativas al modelo alimentario y No vamos a tragar de Gustavo Duch:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/12/alimentos-bajo-sospecha-de-gustavo-duch.HTML
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/06/no-vamos-tragar-de-gustavo-duch-el.html

Despilfarro de Tristram Stuart:http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/09/despilfarro-de-tristram-stuart-manual.HTML

Comer animales de J. Safran, Los productos naturales ¡Vaya timo! De J.M Mulet, Lo que hay que tragar de G. Duch, y, ¿Pensamos lo que comemos?:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2011/06/comer-animales-de-j-safran-los.HTML

ÍNDICE COMPLETO DE EL POLEMISTA HASTA SEPTIEMBRE DE 2014:
http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/07/indice-completo-de-el-polemista-hasta.html


 

 

1 comentario:

  1. También en EL POLEMISTA:
    Delizia! La historia épica de la cocina italiana, de John Dickie, y, la necesidad de una gastronomía ilustrada:
    http://elpolemista.blogspot.com.es/2014/10/delizia-la-historia-epica-de-la-cocina.html

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