El brutal ataque terrorista del 7 de octubre contra un Estado legítimo democrático como Israel que Hamas bautizó como “Tormenta de al-Aqsa” iniciaba la operación de Israel que era mucho más que una respuesta, se trataba de un entramado de acciones que respondían a una visión previa, diseñada y estudiada por Benjamín Netanyahu a realizar sine die pero prevista a medio plazo.
Esta
pasaba por la eliminación de la “amenaza” palestina tanto en Gaza como en
Cisjordania, la neutralización de la libanesa de Hezbolá que permitiera el
movimiento de la frontera de Líbano con fines de Defensa y de ampliación y
consolidación de intereses económicos y territoriales incluida el aumento de
asentamiento de Israel, y la consecución de su status como potencia
regional reconocida y temida en Oriente Medio, definitivamente sociedad
vigilante y Estado en constante alerta y acción militar.
Tres
motivaciones fundamentales del gobierno israelí de Benjamín Netanyahu:
-
Ideológica: Israel como pueblo elegido en su
territorio elimina cualquier traba a su papel como tal, incluye responsabilidad
legal o humanitaria internacional, y para ello la lógica sionista se hace fundamentalmente
militar como única opción de sostenimiento de otras como Estado, prioritariamente
geopolíticas y económicas en su contexto internacional. En ello ocupa un lugar
determinante la necesaria respuesta al cambio de ciclo histórico finalizada la
Globalización y retirada de EEUU como garante omnipresente del poder de Israel.
-
Prácticas: compromisos geoestratégicos que incluyen
las inversiones relacionadas con lo anterior, incluye la reconstrucción de Gaza
como territorio además de ocupado, tutelado y gestionado en mayor o menor
medida, ampliación de explotación del lugar incluido sus recursos híbridos y
energéticos -ello incluye la ampliación de fronteras, también marítimas como
operativo gasístico y ruta energética- y creación aprovechamiento de sus
superioridad militar para la gestión de relaciones estratégicas con terceros.
-
Personales: estas combinadas con las de Estado, en
el caso de Benjamín Netanyahu se confunden y mezclan según su criterio; a día
de hoy el cese del conflicto implica su salida del poder y puesta a disposición
judicial por sus cuentas pendientes por corrupción e intento de subvertir el
orden democrático en Israel, y la liquidación de responsabilidades por la nula
respuesta o simplemente catastrófica de la Defensa de Israel al ataque de
la organización criminal Hamás con centenares de muertos, heridos y rehenes. Ello
incluye reparación a los damnificados.
Como apuntaba anteriormente es necesario
un contexto internacional apto para ello, y el momento de indecisión
norteamericana carente de una planificación de su nuevo papel geoestratégico, el
reposicionamiento de todos los actores al respecto, y la certeza de un enemigo “común”
en el bloque comandado por Irán, China y Rusia, garantizan los apoyos
exteriores de Occidente casi al completo.
La idea de Israel a corto plazo es
liquidar las “emergencias” inmediatas y pasar a un estado de guerra permanente
híbrida de baja intensidad, donde se puedan alternar operaciones militares
concretas con acciones de otra índole como pueden ser la eliminación de
adversarios, apoyo a terceros de distinta naturaleza…
En ese contexto la necesidad de
Occidente en la garantía de estabilidad en Oriente Medio a la hora de asegurar
transporte, comercio, intercambio… aseguraría todos los objetivos, de ahí
que mantener la presencia militar u operaciones permanentes como el control del
Mar Rojo o el Golfo Pérsico en el que obviamente deben verse implicados otras
potencias regionales como las monarquías árabes, Egipto o Turquía entran en la
ecuación.
La posición de EEUU al respecto
requiere mención aparte, sencillamente se encuentra atrapada en la
indecisión, pero también en la incertidumbre, el año electoral en EEUU es
un motor de acción demasiado sensible, pero también podría ser cambiante, lo
que hace que la evolución de los acontecimientos podría no garantizar nada. Es
imposible para ello pasar por alto otras circunstancias:
La situación de Europa hoy igualmente es
variable, la amenaza rusa es real y acuciante, una finalización de su operación
en Ucrania con éxito para Vladimir Putin la agravaría de manera muy
preocupante.
China se retrae económicamente en su crisis y ve como su proyecto Franja-Ruta (coloquialmente
“Nueva Ruta de la seda”) ha fracasado y se hace irrealizable en el nuevo
contexto; por su parte sus conflictos regionales se agravan y sus rivales
(Japón, Corea, Australia, Taiwán…) se rearman y posicionan también ante el
nuevo contexto “postglobalización”.
Caso aparte India, su papel en el Pacífico
y sus rutas marítimas, pero que afectarán de manera determinante. No olvidemos
que se encuentra en año electoral.
Regiones periféricas como África cobran
nueva dimensión, especialmente en su cara al Pacífico, pero países como
Sudáfrica adquieren mayor importancia, también como Estado que reivindica su
papel determinante en el Sur Global y BRICS. No debe pasarse por alto este
continente en el Mediterráneo por el papel estratégico de países como Argelia o
Libia, pueden ser también de suma importancia, podemos relacionarlo con el
Sahel; igualmente África requiere su propio análisis complejo.
En realidad se trata de una realidad de
múltiples aspectos, varios de ellos, incluidos los directamente relacionados
con Israel y la actual crisis, también aspectos determinantes como el análisis
de la naturaleza y composición de sus enemigos (Hamás, Hezbolá, Hutíes…, o
intereses como los que tiene en Líbano, los pueden encontrar en las
publicaciones de estos últimos meses en El Polemista http://elpolemista.blogspot.com/2023/12/indice-completo-de-el-polemista.html
Foto mural de denuncia en las calles de
París.
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