No hay “libertador” que se precie que no alce la voz contra la “dictadura” woke, queer, feminista, neocomunista… que no nos avise del complot de peligrosos malvados como Soros, Gates… montajes destinados a destruir Occidente como la Agenda 2030, la “teoría del reemplazo” …
En
fin, según este mantra reaccionario hoy solo un “imbécil” en su ceguera no
estaría viendo como los elementos identitarios del hombre de bien son puestos
en cuestión y la forma en la que este es sometido y silenciado por la cancelación
y la corrección que evidencia en la evidencia de un pasado mejor en el que había
“más libertad”. Y en esto el mundo se divide en dos, el de los libertadores
frente a la opresión del ente líquido y vaporoso de la dictadura que se
percibe y se intuye, o los malvados que desde la conspiración y el poder
oculto lo ejercen, para ello no hay una sola porción de la experiencia, real o
imaginada, que no tenga su teoría de la conspiración.
El
antídoto está ahí: hiperliderazgos diversos, pueden ser la cumbre del
capitalismo antiestatalista más descarnado en lo económico pero sin recato en
el autoritarismo político que encontraría su culmen en Donald Trump y toda
una plaga de imitadores sectoriales y locales y por temas, desde el “libertad
carajo” del trol Javier Milei al vengador imperturbable Bukele o el
abiertamente asesino Netanyahu, de la extrema Derecha europea “moderna” en ultras
“para todos” como Meloni, Le Pen, Wilders… u otros líderes brutales e
implacables que tienen su punto más alto en Vladimir Putin, criminal
despiadado que lo mismo mata a todo el que le estorba, invade impunemente a
países en nombre del rusismo más supremacista, aplasta a feministas,
homosexuales, librepensadores… y tiene alumnos aventajas en los
países del Este como Orban o en el Oeste como Alice Weidel o tantos partidos
políticos y organizaciones por él financiadas.
Obviamente no olvido en otras latitudes tiranías como la China y su expansión
solo matizada por su fracaso y momentáneo retroceso, sin duda consciente de su
necesidad de un orden global nada compatible con el proteccionismo o la
antiglobalización.
Todos
ellos tienen obsesiones comunes que van desde los emigrantes, ocupan el
lugar de los judíos del siglo XX, los antes citados conspiradores del mal
(Soros, Gates…) que vendrían a sustituir a los “sabios de Sion”, aquí valen según
su uso del comunistas a los que Trump aplastará a los nazis con los que Putin
será implacable o simplemente las democracias débiles y manipulables que
impiden la consecución de la gloria del líder que aúna en él toda la voluntad
del pueblo (ya despojado de su ciudadanía) de tal infausto recuerdo en el siglo
XX.
Y
claro, los recursos son infinitos pero parten de la eliminación de toda discrepancia,
para ello es infalible la creación de
opinión por medio de mensajes y eslóganes simples y directos, la creación de un
lenguaje de la provocación y el impacto moral y visual siempre más propenso
a la indignación de la Derecha a toda vocación humanista o empática, el
sistemático vapuleo del más débil como fuente de subsidio (parásito), o la
creación de identidades que se resisten a disolverse en realidades universales.
Las redes sociales y los medios digitales, los “influencers” liberados de todo
control técnico o cualitativo, o la exaltación de la estupidez como pulsión
natural y propia del hombre libre, son el hábitat natural de este nuevo
revolucionario de la reacción, la exaltación absoluta de la soberana y
arrogante memez como nueva filosofía del siglo XXI. Y no está exenta de ella
la Izquierda en absoluto, fenómenos como el chavismo, el sandinismo, cierta
demagogia en parte de lo que hoy se llama Sur Global, el cinismo respecto al
juicio que reciben unas brutalidades u otras dependiendo de quien las haga
(ejemplo claro el terrorismo más criminal imaginable de Hamas) …
Podemos
mirar a otro lado o quienes seguimos creyendo en los valores de la Ilustración,
en el pensamiento crítico y de valor inquebrantable
e innegociable de la libertad y la razón, esta entendida a través de la ciencia
y la tolerancia, el relativismo político entendido como la aceptación de
diferentes puntos de vista y el respeto a la diferencia sexual, moral,
religiosa, étnica, racial… como motor de la convivencia o levantarnos contra
esta lacra que nos pone en peligro a nosotros y a la forma de vida que ha
logrado para la humanidad sus mayores cotas de progreso y bienestar.
En
este sentido El Polemista en sus más de trece años de vida tiene numerosas
reseñas, análisis y artículos; índice: http://elpolemista.blogspot.com/2023/12/indice-completo-de-el-polemista.html
Foto mural que representa a Vladimir Putin sacar su
máscara de Donald Trump en Brooklyn, New York (Getty Images)
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