No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

jueves, 1 de febrero de 2024

El llamado “producto ecológico” no es más beneficioso para el medio ambiente. Por Jorge Navarro Cañada.

Entre tanto ruido y tantos intereses creados hay que empezar a desmontar mitos solo viables para minorías “muy minoritarias”, y el futuro de la alimentación una vez terminada la Globalización va mucho más allá de políticas concretas que se van a ir superando parches que se puedan poner. Políticas hoy puestas en duda, como en la Unión Europea la Política Agrícola Común (PAC) -en EEUU el funcionamiento del Sistema de Crédito Agrícola- chocan con realidades como los cambios tecnológicos y usos basados en la disponibilidad financiera fácil y barata que ha dominado hasta ahora la producción pasan a ser una nostalgia del pasado. Los costes del endeudamiento aumentarán y sectores tan sensibles como el agrícola y el ganadero lo van a sufrir. Así prácticas minoritarias que se defienden como alternativas de futuro no lo son. Hoy me refiero a una de ellas.

La mal llamada -si por beneficiosa para el medio es- agricultura ecológica frente a la agricultura industrial (la tradicional ya asumida en producto, la común y abrumadoramente mayoritaria en consumo, se suele confundir “tradicional” con “rudimentaria”) está de moda y a día de hoy ni se plantean principios tan obvios y básicos como el rendimiento de la tierra, pero vamos directos a la vuelta a un mundo al respecto como el que dejamos atrás hace décadas y hay realidades que asumiremos de una forma u otra: no volveremos a tener la variedad y el despilfarro que gozamos hoy y chocaremos con la inadaptación a mundo para que el que hace mucho que dejamos de estar preparados.

Pero empecemos por los que hoy llamamos “productos ecológicos”, un eufemismo porque no lo son en términos reales más allá de la buena voluntad.

Sus insumos (mano de obra, tierra, maquinaria…) suben de precio y con la falta de crédito serán más escasos. Ello se suma a la semilla especializada de estos productos, no solo requiere más agua y cuidado, es que además sus costes de transporte, almacenaje… y sobre todo productos químicos (pesticidas, herbicidas…) van también a subir en coste y disponibilidad.

Si algo se había logrado con los productos sintéticos (frente a los orgánicos) ahora tan denostados es que requieren una cuarta parte menos de tratamiento, ello se traduce en mano de obra y sobre todo: combustible (se suponía que iban a ser más ecológicos).

Todo ese aumento en la actividad se traduce en mayor erosión, desgaste, contaminación y de nuevo insumos, (afortunadamente ni nos planteamos un mundo vegetariano donde estos no pudieran ser de origen animal, entonces el daño ecológico si se mantiene la producción para alimentar a poblaciones reales sería inasumible) vuelve a tener un coste económico, medioambiental, humano… y claro, mucha mayor huella de carbono.

En suma, si se busca alimentarse en sintonía con el medio ambiente, estos “lujos de la abundancia” tendrán que seguir siendo exclusivos e irreales para la sociedad en su conjunto.

Índice completo de El Polemista: http://elpolemista.blogspot.com/2023/12/indice-completo-de-el-polemista.html

La muy recomendable producción casera no entra en ninguna categoría anterior :)



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