“Es necesario que Rusia, Irán y Siria tomen medidas más efectivas contra esa situación, que representa la mayor amenaza a la integridad territorial de Siria. (…) Por lo tanto, dados los esfuerzos de Israel por extender la guerra a toda la región, por un lado, y las actividades divisivas y destructivas de las organizaciones terroristas, debemos salvar la región con solidaridad”.
Erdogan
mantiene una distancia prudente ante lo que viene tras la invasión israelí de
Líbano, pero es plenamente consciente de lo que se juega de forma inminente; un
cambio de orden en la región que le afecta a todos los niveles geopolíticos y militares,
una variación sustancial de su papel en la producción y venta de gas si los
planes de Netanyahu salen adelante, y el agravamiento de la crisis migratoria desde
Siria que ya comienza a ser muy preocupante en Turquía.
Erdogan
tras ocupar militarmente zonas de Siria, condenar al régimen al que definía como
“terrorista” a su desaparición, intuye el cambio de alianzas y llama al antes
innombrable Bashar Al-Assad al diálogo y a la negociación. Y es que al
autócrata turco no se le pasa por alto que su posición equidistante le permite
ser un miembro de la OTAN especialmente bien situado, mantiene la tercera
vía en la guerra de Ucrania, y se dispone a situarse como actor secundario con
momentos de protagonismo en la de Israel contra el “Eje de la Resistencia”
iraní.
“Creemos
que es beneficioso abrir los puños cerrados. Queremos que las disputas se
resuelvan mediante el diálogo mutuo en la mesa de negociaciones”. "Ya
hemos manifestado nuestra disposición de reunirnos con Bashar Asad para
normalizar las relaciones entre Turquía y Siria. Estamos esperando una
respuesta de la parte siria (…) Creo que con esta reunión se iniciará una nueva
etapa en las relaciones entre ambos países”. Claro está, de momento Al-Assad
exige la retirada de tropas turcas de su territorio para empezar a hablar. Pero
ambos saben que están condenados a entenderse, Turquía puede dotar a Siria de un
soporte sólido si Rusia participa de él, y los sirios pueden contribuir
seriamente en paliar la crisis migratoria que sufre Turquía y que empieza a inquietar
a nivel interno a Erdogan.
Antes
de nada, ya en El Polemista, todavía en 2023, advertí en Hezbolá y la
frontera Líbano-Israel, mucho más que seguridad: https://elpolemista.blogspot.com/2023/12/hezbola-y-la-frontera-libano-israel.html
“En 2022 Israel anunciaba el acuerdo con Líbano para la delimitación de la línea de explotación de los yacimientos de gas en el Mediterráneo. Aquel acuerdo fue costoso en tiempo, Hezbolá acabó aceptándolo con dudas de cumplimiento israelí pero anunció que lo respetaría, no así Netanyahu todavía en la Oposición pero esperando, como así sería, gobernar pronto. Dijo, “es una rendición histórica” (…) Hasta el hallazgo a partir de 2010 de gas en aguas de Israel, Chipre, Líbano y Egipto, la línea marítima no era causa de disputa. Israel con ello sumaba a su explotación de gas, tiene reservas operativas en los macroyacimientos de Tamar y Leviatán, y gasoductos en funcionamiento hacia Jordania y Egipto. Y es importante para la Unión Europea por una alternativa al gas ruso (la UE impulsa un proyecto de gasoducto para conectar —a través de Chipre, Grecia e Italia— los yacimientos marítimos del Mediterráneo Oriental).” También en su día en este blog se trató en profundidad la guerra de Siria (ver índice).
Con
más de 3,5 millones de refugiados (e indocumentados) sirios en Turquía, Erdogan
comienza a tener una preocupación por la presión que empieza a surgir de su
rechazo en la sociedad turca. Las críticas paradójicamente coinciden
con las que algunos sectores denuncian en los países europeos de los migrantes
musulmanes: “No se integran y viven en guetos”. Cabe decir que las
diferencias culturales e históricas, también de interpretación del Islam son
notables entre los dos pueblos. Y comienza a haber disturbios al respecto a
pesar que al igual que los inmigrantes en Europa ocupan los puestos de
trabajo peor remunerados y con menos derechos, se suma a ello el temor de la
sociedad turca a mitos como el “reemplazo”, las tasas de natalidad (y envejecimiento
de la población) son preocupantes mientras que las de los sirios son muy altas.
Es un fenómeno muy similar aunque ciertamente el líder turco representa la visión
nacionalista de Turquía, incluso la imperial con vocación otomana.
No
olvidemos que Turquía firmó en 2016 con la Unión Europea por el que
Ankara se comprometía a devolver a los migrantes que cruzaran a Europa y parte
de ello lo utiliza el de facto mayor opositor a Erdogan, el alcalde de
Estambul, Ekrem Imamoglu que denuncia como insostenible la situación que
generan los más de 2,5 millones de sirios en la ciudad.
A
partir de aquí de hace lógica la necesidad turca de alcanzar acuerdos con
Siria, entre otras cosas porque Rusia comienza a dejar patente su inquietud
ante el avance israelí, también se juega mucho en todos los elementos citados
-en realidad son muchos más porque Israel también aspira a ganar influencia en
espacios antes “reservados” a rusos y turcos, y porque se perfila un cambio de
escenario de una extraordinaria importancia, tanto si Netanyahu lograra sus
objetivos, que pasan por alcanzar ya indisimuladamente el “Gran Israel”, como
de neutralizar definitivamente al enemigo iraní para el que no lo olvidemos,
cuenta con el apoyo más o menos confesado de buena parte del mundo árabe y
desde luego de Occidente.
INDICE COMPLETO DE EL POLEMISTA: http://elpolemista.blogspot.com/2023/12/indice-completo-de-el-polemista.html
Foto: Bashar al-Assad y Recep Tayyip Erdogan el 9 de mayo de 2010 en reunión oficial en Estambul. Ibrahim Usta/AFP/Getty Images
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