La comunidad judía francesa – en torno al medio millón de personas, la más grande de Europa- ve con ansiedad unas elecciones en las que, como otros colectivos en Francia, creen que van a perder igual pase lo que pase; a la ira en la que está sometida el electorado galo se suma la desconfianza en sus minorías. Y no es para menos.
El
“último” judío con papel destacado en la política francesa ha sido el candidato
del Parti Socialiste (PS), Raphaël Glucksmann, ha obtenido un meritorio
14% del voto en las Elecciones Europeas. Hay un pasado entre el socialismo y
los judíos galos, en Francia a nadie se le ha olvidado que los socialistas fueron
los primeros en unirse, a instancias de Jean Jaurès, en defensa de Alfred
Dreyfus en la década de 1890; tampoco la figura de Léon Blum, el primer judío
en dirigir Francia en 1936 como primer ministro en el gobierno del Frente
Popular. Ni el papel que los socialistas desempeñaron en su lucha contra los
nazis.
De
esa Resistencia volvemos a Raphaël Glucksmann, nieto de sionistas de izquierda
de Europa del Este que emigraron a Francia a mediados de la década de 1930; su
abuelo moriría en 1940 en un ataque alemán al barco que le transportaba. Su
hijo, el padre de Raphaël, André Glucksmann se convirtió con Bernard-Henri Lévy
en un miembro destacado de los llamados nouveaux philosophes que arremeterían
contra la generación anterior de intelectuales franceses “ciegos a los crímenes
del comunismo soviético”. Los años le hicieron evolucionar a posiciones
Derechistas más duras, no así su hijo, transformado en un reconocido socialista
de tendencia moderada. Comenzó como ensayista literario y documentalista; su
película Tuez-les tous! (¡Mátalos a todos!) sobre el genocidio
hutu sobre los tutsis en Ruanda en 1994, atribuye con razón una responsabilidad
parcial al gobierno de Mitterrand del PS. Posteriormente a este documental
entre otras actividades Glucksmann será asesor del presidente georgiano Mikheil
Saakashvili, luego de los líderes de las protestas proeuropeas en Ucrania que
llevaron al derrocamiento del régimen prorruso de Yanukóvich en 2014 y que
sería el inicio de la guerra (encontrarán artículos y reseñas al respecto en El
Polemista, de entonces y de la fase actual de la invasión y guerra con Rusia).
Glucksmann
entró en el escenario de la política francesa, fundó a finales de 2018 el
partido de centro-izquierda y vehículo electoral personal Place Publique y
fue cortejado por Enmanuelle Macron antes de llegar al Partido Socialista. Ha
sido en esta última campaña electoral cuando ha asistido al episodio de odio a
los judíos en forma de vandalización de docenas de sus carteles con esvásticas
y simbología nazi con bigote hitleriano incluido pintado sobre su imagen. Sobre
lo que lo provoca lo tiene claro, "es tan deprimente como obvio: mi
nombre. Glucksmann. Un nombre judío".
Los
judíos franceses tampoco pasan por alto la historia, cuando Léon Blum se
convirtió en primer ministro, el diputado Conservador Xavier Vallat le dio la
bienvenida con una advertencia: "Su llegada es sin duda una fecha
histórica. Por primera vez, esta antigua tierra galorromana va a ser gobernada
por un judío... Sería mejor tener a alguien cuyos orígenes, por modestos que
sean, se encuentran en lo profundo de nuestro suelo en lugar de un talmudista
sutil". Quizá por estos antecedentes y tal como ellos lo perciben les
sorprende que lo que consideran antisemitismo hoy también les llega desde la
extrema Izquierda a cuenta del conflicto Israel-Palestina.
La
posición de Glucksmann es diferente a la de Mélenchon (populismo de Izquierda también
en el Nouveau Front Populaire
(NFP) que sostiene sobre Israel la acusación de genocidio sobre los palestinos),
y así opina, "Nada justifica el horror de los civiles masacrados, así como
nada justifica el torrente de odio, deshumanización y glorificación del
asesinato de civiles israelíes y palestinos desde el pogromo del 7 de octubre.
Los repugnantes llamamientos a la destrucción de Israel, ya sea por parte de
Hamás, Irán y ciertos activistas en Francia, y la abyecta deshumanización de
los palestinos por parte de los líderes israelíes sólo pueden intensificar la
agonía de ambos pueblos".
En
esta tesitura, ¿dónde puede situarse la comunidad judía de Francia ante estas
elecciones Legislativas?
A
nadie se le escapa que la posición pro Netanyahu de la extrema Derecha
lepenista es oportunista e impostada, que está basada más en un anti islamismo
que una posición de amistad hacia los judíos. Obviamente forman parte de algo
que podríamos llamar “internacional ultraderechista” en cuya cúspide estaría
Donald Trump pero que en Marie LePen podría estar en juego nada menos que el
futuro de Francia y con ayuda de sus similares de la Unión Europea.
No
han pasado más que unos años cuando en 2018 el inspirador de la causa ultra en
Francia, Jean-Marie Le Pen, se reafirmaba en sus memorias, Fils de la
nation, como antisemita, racista, autoritario y colaboracionista durante
la ocupación nazi. Su pregunta sobre las cámaras de gas tras afirmar que solo habían
sido un detalle en la IIGM, “Si no es un detalle, ¿qué es?” hablan por sí solas
y no, Rassemblement National, RN, solo es un cambio de nombre de lo que en 2018
era Frente Nacional (FN).
No
es nada fácil ponerse en el lugar de alguien que gestiona identidades hoy tan
tensionadas como son la francesa, europea, judía… tampoco lo que será el futuro
para minorías que afrontan una Europa muy diferente y mucho más hostil de un
tiempo a esta parte, donde la imposición de las identidades no auguran nada
bueno. Y sólo estamos empezando un periodo difícil.
EL POLEMISTA: ÍNDICE COMPLETO DE EL POLEMISTA
Foto pintadas aparecidas tras los atentados de Hamas. Reuters.